Sábado, 19 de abril de 2014 | Hoy
Los problemas económicos y la violencia acosan al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y atizan las protestas contra su gobierno, un año después de haber asumido con la promesa de mantener el legado de su mentor Hugo Chávez y frenar la inflación y el crimen. Maduro, autoproclamado “hijo” de Chávez, asumió el gobierno el 19 de abril de 2013. Venezuela, en camino hacia el “socialismo del siglo XXI”, sobrellevaba ya una inflación que rozaba los 30 puntos y contaba poco más de 17.000 homicidios anuales.
Menos de un año después, Caracas y otras ciudades se convirtieron en escenario de protestas con saldo de 41 muertos por el salto hacia arriba de ambas cifras: 57,3 por ciento de inflación anualizada y cerca de 25.000 homicidios, según datos de una ONG especializada. Maduro es el primer presidente postChávez. Electo el 14 de abril luego de una vertiginosa campaña electoral en la que aún se lloraba al fallecido líder socialista, resultó ganador por un estrecho margen de 1,5 por ciento de votos contra el líder opositor Henrique Capriles. “Se ve su afán de legitimarse como autoridad, como un presidente que toma decisiones no sólo con respecto a la oposición, sino a lo interno. Poco a poco, Maduro se ha ido personalizando”, agregó Colette Capriles. Así, al celebrar el martes pasado el primer año de su proclamación, el presidente cambió el rostro y los ojos de Chávez estampados en las camisetas y gorras de su militancia por diseños de su tupido bigote negro y su rostro sonriente con la consigna “Maduro es pueblo”. Las protestas iniciadas en febrero pasado fueron calificadas por el gobierno como un “golpe de Estado en desarrollo”.
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