EL MUNDO › ISRAEL EXTENDIO A CINCO COLONIAS LA VALLA DE SEGURIDAD PARA BLOQUEAR ATENTADOS
El muro divide aguas y entra a Cisjordania
El gabinete israelí decidió ayer expandir por 45 kilómetros el muro de seguridad para detener ataques desde Cisjordania. Pero el costado más polémico de la decisión son 20 kilómetros que la valla se adentrará en Cisjordania para proteger a cinco asentamientos.
Por Ferrán Sales *
Desde Jerusalén
Con absoluto desprecio a las críticas de Estados Unidos y a pesar de la fuerte oposición del resto de la comunidad internacional, el gobierno de Israel decidió ayer por una amplia mayoría seguir adelante con la construcción del muro de separación con los territorios palestinos, iniciando así una segunda fase que tendrá 45 kilómetros y que se sumarán a los 145 ya existentes. El nuevo tramo se adentrará en algunos lugares hasta 20 kilómetros en zona palestina, con la excusa de dar protección a un grupo de cinco asentamientos.
Las obras del nuevo tramo se iniciarán en el asentamiento judío de Elkana, al sur de Kalkilia, para continuar hasta la base militar y prisión de Ofer, al sur de Ramala, a las puertas de Jerusalén. El costo de estas obras será de unos 100 millones de dólares. Como el trecho anterior, este recorrido combinará las barreras electrónicas con las alambradas de púas y los muros de cemento de hasta ocho metros de altura, jalonado todo ello con torres de vigilancia, sensores electrónicos, cámaras de televisión y ametralladoras que se dispararán automáticamente, amén de pistas de tierra y asfalto por las que los soldados patrullarán sin cesar.
En esta segunda fase el muro se adentrará en algunos puntos hasta 20 kilómetros en las zonas palestinas para tratar de proteger a cinco asentamientos, entre los que se encuentra Ariel, con 18.000 habitantes, considerado por los israelíes a efectos administrativos como una ciudad. Este trazado constituye uno de los principales puntos de conflicto entre Israel y Estados Unidos, ya que Washington viene exigiendo que en el peor de los casos el muro no invada los territorios palestinos y respete la denominada “línea verde”, con la que se conoce la frontera de 1967.
Hace pocos días un portavoz de la presidencia de Estados Unidos amenazó a Israel con recortar los préstamos que anualmente se le conceden, sustrayendo la parte proporcional dedicada a la construcción del muro, lo que supondría una verdadera sanción, especialmente en un momento de crisis económica en la que Ariel Sharon se ha visto obligado a recortar los presupuestos ostensiblemente, incluidos los del Ministerio de Defensa.
Ayer, sin embargo, en una pirueta política y a la vez arquitectónica para evitar el enojo y las sanciones económicas de la Casa Blanca, Israel acordó que el muro, al llegar a la altura de este grupo de cinco asentamientos, será intermitente y quedará abierto, aunque cada uno de los enclaves contará con su propio muro de protección, dando así la sensación de que no existe una continuidad. El gobierno de Israel decidirá el diseño futuro del muro en este punto dentro de ocho meses, esperando una coyuntura mas propicia y con la confianza de que Estados Unidos estará entonces absorto en las elecciones presidenciales. Por lo pronto, Richard Boucher, portavoz del Departamento de Estado norteamericano, se limitó a decir ayer que “vamos a seguir esta decisión muy de cerca”. Los palestinos rechazaron la medida calificando a la valla como “el muro del apartheid”, mientras el Consejo de Asentamientos Judíos de Cisjordania se congratulaba de la decisión en un comunicado. Ayer, por otra parte, fue otro día de violencia en Cisjordania, donde dos palestinos fueron muertos por soldados israelíes que estaban a la busca de extremistas, y Bassam Saadi, principal vocero de Jihad Islámica, fue detenido por los militares.
El muro de separación entre Israel y Cisjordania tendrá al finalizar más de 600 kilómetros, prácticamente el doble del trazado de la frontera, o “línea verde”, debido a la sinuosidad con la que los arquitectos israelíes han diseñado su construcción, invadiendo territorio palestino, para poder englobar a cerca de 145 asentamientos judíos y apropiarse de diversas zonas acuíferas. El costo de toda esta obra es astronómico; 2 millones de dólares por kilómetro, en total unos 1.500 millones de dólares.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.