Domingo, 28 de diciembre de 2014 | Hoy
EL MUNDO › RECESIóN, DESOCUPACIóN, AJUSTE, CRUCES CON LA UNIóN EUROPEA Y CRISIS MIGRATORIA
Tironeado por izquierda y por derecha, con problemas internos y externos, arrastrando cuatro años de crisis económica, los italianos tienen sobradas razones para ser pesimistas pese a las mejoras que promete el gobierno de Matteo Renzi.
Por Elena Llorente
Página/12 En Italia
Desde Roma
El gobierno de centroizquierda de Matteo Renzi ha bautizado al 2015 como “el año de las reformas”, es decir el año que las reformas aprobadas por el Parlamento (algunas) y/o el Consejo de Ministros (muchas), se pondrán en marcha. Se habla de 121 medidas grandes y pequeñas. Pero una de ellas, el llamado “Jobs act”, es decir la reforma del sistema laboral, ha desencadenado y continuará desencadenando protestas de norte a sur del país, como han prometido los sindicatos. Sobre todo después de la aprobación, el 23 de diciembre, de los primeros decretos que lo pondrán en marcha y que han sido descriptos por un exponente de la izquierda del Partido Democrático (PD, el partido de Renzi), Stefano Fassina, como “una nueva etapa del mercantilismo liberal” del gobierno.
Renzi, que está aliado en el gobierno con el centroderecha de Angelino Alfano (ex correligionario de Silvio Berlusconi), llama a todo este proceso “revolución copernicana” pero sabe que el 2015 no será fácil. “El 2015 será un año seguramente difícil. Nadie debe suponer que las cosas cambiarán de un día para el otro. Pero tenemos todo para salir de la resignación y el cansancio de todos estos años”, declaró a una radio italiana. Y agregó: “Me encuentro mucha gente cansada que me dice que no lo lograremos. Y éste es el enemigo principal que hay que combatir cada día. Tenemos mil problemas, mil dificultades, mil cuestiones para cambiar, hay que combatir la corrupción. Es verdad. Pero nosotros continuaremos haciéndolo. Ese es mi compromiso para 2015. Y lo haremos con mayor determinación si los italianos vuelven a creer en Italia”. Más de cuatro años con crisis económica, recesión, cierre de fábricas, recortes en las empresas y en el Estado, desocupación del 13,2 por ciento (y del 40,3 por ciento entre los jóvenes) y una deuda pública que equivale al 133 por ciento del PIB (Producto Interno Bruto) cuando en otros países, como por ejemplo Alemania es del 74 por ciento, o en España es del 94 por ciento, son elementos suficientes para que el pesimismo embargue a cualquiera.
En este primer año de gobierno, Renzi no sólo ha debido enfrentarse con los sectores de izquierda de su propio partido que lo acusan de haberse ido demasiado a la derecha –sobre todo por la reforma laboral–, sino también con los furiosos seguidores de Beppe Grillo, del Movimiento Cinco Estrellas (M5S), que obstaculizan en el Parlamento todo tipo de propuestas que no sea de ellos, y con el racismo de la ultraderecha que lo acusa de ocuparse más de los inmigrantes que de los italianos. En este semestre de presidencia italiana de la Unión Europea (UE) ha debido cruzarse también con algunos de sus colegas del Viejo Continente, porque los países centrales, empezando por Alemania, se resisten a algunas propuestas italianas como aquella de concentrar los esfuerzos en estimular las inversiones y no ser tan obsesivos con el control del gasto público, como único modo de aumentar la ocupación y así salir de la crisis económica.
Al margen de Italia, Renzi ha debido lidiar con otros advenimientos internacionales que han marcado el 2014. En particular el nacimiento del Estado Islámico y su desenfrenada guerra en el norte de Siria pero también el pánico en toda Europa por eventuales atentados, dado los 3000 jihadistas de origen europeo que se calcula militan en las filas del terrorismo islámico.
Otro tema internacional del que se ha ocupado el gobierno de Renzi ha sido del número impresionante e incontenible de inmigrantes llegados por mar a tierras italianas, muchos de ellos pidiendo asilo político. En 2014, en efecto, fueron más de 163.000 adultos, jóvenes, niños y hasta mujeres embarazadas que cruzaron el Mediterráneo. Pese a las malas condiciones del tiempo, ya que en Europa ha comenzado el invierno, los inmigrantes no paran de llegar. Los últimos 1600 lo hicieron esta semana. El problema es que el gobierno italiano no cuenta ni con las infraestructuras suficientes y adecuadas como para alojar a los inmigrantes ni con el dinero necesario para mantenerlas. Y dado que se trata de un problema europeo, porque los inmigrantes entran por Italia pero luego quieren irse a otros países de Europa, el gobierno Renzi planteó la urgente necesidad de una visión europea del problema. Por eso en noviembre arrancó Tritón, un nuevo proyecto de la UE de control de las fronteras que sustituye un año de trabajo de Mare Nostrum, la campaña realizada en el Mediterráneo por la marina militar de Italia para evitar que los inmigrantes murieran ahogados donde eran abandonados por los traficantes. Así fue que Mare Nostrum salvó cerca de 100.000 vidas, aseguran fuentes del gobierno. Pero todavía está por verse de parte de la UE el tema de los centros de recepción y qué pasará cuando llegue la primavera dado que ahora en invierno, los inmigrantes que cruzan el mar disminuyen notablemente.
El último asunto –al menos en esta pequeña lista–, y el primero tal vez de 2015 con el que tendrá que lidiar Renzi, es la elección del nuevo presidente de la República, ya que el actual, Giorgio Napolitano, de 89 años, ha dicho que renunciará el 14 de enero. Después del anuncio comenzó la batalla entre los partidos por los candidatos. Por ahora no hay acuerdo aunque varios nombres han salido a relucir. La elección, si se demora, podría obstaculizar el camino del gobierno. Para Renzi y para Italia se viene un año bastante complicado.
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