Domingo, 11 de enero de 2015 | Hoy
EL MUNDO › AUSENTE DE LA GRAN MANIFESTACION DE HOY, EL FRENTE NACIONAL LLAMO A SUS PARTIDARIOS A MANIFESTARSE EN LA PROVINCIA
La presencia de un partido islamófobo es vista como una afrenta por quienes desean hacer de la marcha que se ralizará hoy una muestra de repudio contra el terrorismo y no contra el Islam. Las reacciones de la extrema derecha en otros países de Europa.
Por Eduardo Febbro
Desde París
“Yo no soy Charlie”, dijo Jean-Marie Le Pen, el fundador del partido de extrema derecha Frente Nacional y padre de la actual líder, Marine Le Pen. La nueva salida del arquitecto político de la reintroducción de la ultraderecha en Francia le viene a complicar un poco más la tarea a su hija, hasta ahora prudente en sus reacciones y empeñada en evitar aparecer como recuperadora del drama que azotó a Francia durante casi tres días. Emoción, indignación, pronunciamientos contra el ascenso “del fundamentalismo islámico” y un inoportuno pedido de restablecimiento de la pena de muerte para los crímenes terroristas fueron hasta ahora las líneas adoptadas por Marine Le Pen. Apartada de la gran manifestación republicana prevista para este domingo, la líder frentista llamó a sus partidarios a manifestar en la provincia, pero no en París.
La presencia de un partido islamófobo es vista como una afrenta por quienes desean hacer de esta marcha una muestra de repudio contra el terrorismo y no contra el Islam. Pero la extrema derecha francesa y las de Europa preparan sus tropas para sacar provecho de la tragedia francesa, para ilustrar con el ejemplo el peligro que, para ellos, encarna el Islam y sus presuntos proyectos destinados a islamizar el mundo occidental.
Hasta ahora, la más prudente ha sido Marine Le Pen. La política francesa ha dicho que el extremismo islamista “es una ideología que mata”. En cambio, Geert Wilders, el jefe de la extrema derecha holandesa, consideró que Europa está en peligro porque “el Islam busca someter a todo el mundo”. Para Wilders, lo que acaba de pasar en Francia es “apenas el principio”.
En Gran Bretaña, Nigel Farage, jefe del partido extremista UKIP, ve igualmente un germen destructor en la mezcla cultural entre el Islam y el mundo occidental. “La obsesión por fomentar una sociedad multicultural en Europa desembocó en una quinta columna en Occidente”, dijo. Los belgas del Vlaams Belang también advierten sobre el “peligro de la islamización en Europa”.
En Italia, Matteo Salvini, el actual jefe de la híper racista Liga del Norte, dice que “efectivamente, el problema es el Islam”. La francesa, la sueca, la italiana, la holandesa, la británica o la alemana, las extremas derechas europeas diseñan una estrategia común para capitalizar en las urnas los atentados terroristas en Francia.
El movimiento de la historia las favorece, tanto más cuanto que, justo antes de que el terrorismo enlutara a Francia, los “Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente” (Pegida, Alemania) promovieron multitudinarias marchas en varias ciudades alemanas. “El pueblo somos nosotros”, gritan esos patriotas reproduciendo así el grito que, hace 25 años, entonaban los alemanes de la hoy desaparecida República Federal Alemana (comunista) cuando empezaron a manifestar en masa contra el régimen que los oprimía.
El sangriento episodio francés viene a culminar un proceso que, el año pasado, favoreció electoralmente a casi todas las extremas derechas de Europa que articulan sus argumentos en torno de la misma figura: la inmigración, el Islam, los musulmanes. En Francia, Austria, Suecia, Dinamarca, Reino Unido, Italia, Bélgica, Grecia u Holanda, en mayo pasado, en el curso de los comicios para renovar el europarlamento, los electores les dieron a estos movimientos xenófobos un respaldo histórico.
Los islamistas que atentaron contra Charlie Hebdo en París les aportan un infinito calendario para que estos movimientos tejan a su antojo un renovado argumento. Ahora tienen un ejemplo para mostrar que no son racistas, que nunca se han equivocado, que el peligro que ellos identificaron es el correcto.
En Alemania, Holger Szymanski, el líder del Partido Nacional Democrático –formación de extrema derecha– dijo que “lo que ocurrido en París podría pasar también en Berlín”. La Alternativa para Alemania, otro grupo ultra que prospera en ese país, usó el colapso francés para legitimar sus principios. Uno de sus responsables, Alexander Gauland, afirmó: “Todos aquellos que hasta ahora se reían o despreciaban las preocupaciones de la población acerca del peligro inminente del islamismo fueron contradichos por este gesto sangriento”.
Ese será, en adelante, el metódico mensaje de miedo que estos partidos transmitirán a un electorado que ya vive con la obsesión de la contaminación del Islam desde hace mucho tiempo.
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