EL MUNDO › BUSH DIJO QUE EE.UU. NO SE IRA HASTA QUE NO HAYA DEMOCRACIA Y CAPTUREN A SADDAM
Los problemas de devolver Irak a nadie
Mientras EE.UU. buscaba una salida del empantanamiento en Irak, George W. Bush fijó dos condiciones para dejar el país: una democracia y la captura de Saddam Hussein. Pero Donald Rumsfeld, el jefe del Pentágono, dijo que aún con democracia sus FF.AA. seguirán al menos dos años.
Por Rupert Cornwell*
Desde Washington
George W. Bush pareció subir su apuesta en Irak al decir ayer que sus fuerzas no abandonarán el país mientras no haya instaurado un régimen democrático y no haya capturado al ex dictador Saddam Hussein. “Hemos cambiado nuestra estrategia porque el enemigo cambió la suya –dijo Bush al recibir en la Casa Blanca al presidente italiano Carlo Azeglio Ciampi, cuyo país fue blanco del reciente ataque en Nasiriya donde murieron 18 ‘carabinieri’–. Permaneceremos hasta que hayamos terminado nuestro trabajo que es el de lograr un Irak libre y pacífico (...). Encontraremos a Saddam Hussein”, dijo. Y destacó que su enviado Paul Bremer tiene la misión de dialogar con el Consejo de Gobierno iraquí para acelerar la transferencia del poder.
Pero las cosas pueden no ser tan fáciles. Mientras Estados Unidos buscaba desesperadamente encontrar una fórmula viable para acelerar la devolución del poder político en Bagdad, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, advirtió ayer que, aun con un nuevo gobierno en funciones, las fuerzas norteamericanas pueden tener que permanecer en Bagdad por dos años o más. En declaraciones formuladas al llegar a Japón –el último país en negarse a enviar tropas para unirse a la ocupación debido a la creciente violencia–, Rumsfeld reiteró que la transición política sería más rápida que lo originalmente planeado. Pero “esto no significa que nosotros vayamos a dejar físicamente el país más pronto”, dijo. Pueden pasar “al menos dos años” antes de que las fuerzas estadounidenses, que actualmente suman 130.000, hayan partido. Y el secretario de Estado, Colin Powell, recordó en Washington que aún no hay nadie en Bagdad a quien devolver el poder, como existía en Afganistán con Hamid Karzai.
Los futuros arreglos políticos en Irak van a estar en la cabeza de la agenda de las discusiones de Bush con el primer ministro británico, Tony Blair, la semana próxima. Pero Estados Unidos enfrenta un dilema: cómo devolver el poder político lo más rápido posible sin parecer que se está escapando. Después de la súbita convocatoria esta semana a Paul Bremer, el principal administrador civil estadounidense en Irak, para consultas en Washington, se ha vuelto claro que el viejo cronograma, que demandaba una Constitución antes de que el poder fuera devuelto, está en pedazos. En lugar suyo, la secuencia más probable ahora es la creación de un nuevo gobierno, constituido en parte o totalmente del actual Consejo de Gobierno iraquí designado por Estados Unidos, seguido de elecciones a comienzos del año próximo para una Asamblea Constituyente que redactará una Constitución permanente para un Irak democrático. Pero ya varios miembros del Consejo de 24 hombres han llamado a un rápido retiro de tropas estadounidenses. Sostienen que su presencia sólo profundiza el resentimiento popular y amplía la simpatía por la resistencia, que ha matado más de 60 soldados norteamericanos y aliados sólo en este mes. Un nuevo gobierno, dependiente de la presencia continuada que contempla Rumsfeld, corre el riesgo de aparecer como un mero títere de las fuerzas de ocupación.
Washington, sin embargo, sostiene que la insurgencia consiste en un grupo limitado de ex baazistas, aumentado por combatientes extranjeros que se han infiltrado en el país. El general John Abizaid, jefe del Comando Central a cargo de la guerra, dice que su cantidad total no excede los 5000.
“Nos proponemos seguir en Irak, pero no queremos gobernar Irak”, dijo el jueves por la noche Douglas Feith, subsecretario de Defensa para Asuntos Políticos. Sin embargo, admitió que “hay tensión entre los dos mensajes”. Feith, el número 3 de los funcionarios civiles del Pentágono y uno de los líderes neoconservadores en la administración Bush, dijo a una reunión del Consejo de Relaciones Exteriores en esta capital que el objetivo era “transferir la autoridad a los iraquíes en el más breve tiempo posible”. Pero criticó implícitamente al Consejo iraquí, cuyo deslucido desempeño haenojado a muchos en Washington. El Consejo ha logrado muchas cosas, dijo Feith. “Pero necesita lograr muchas más”, una señalada referencia a la fecha límite del 15 de diciembre para establecer el cronograma de redacción de una nueva Constitución, que el Consejo bien podría incumplir.
Washington está determinado a presentar una transición política acelerada como un plan diseñado por los iraquíes mismos en lugar de un diseño imperial impuesto desde la Casa Blanca. Como dijo un alto funcionario de la administración en una entrevista con este diario, “ésta tiene que ser una solución hecha en Bagdad, no en Washington”. Para la Casa Blanca, sin embargo, lo importante es prevenir que los hechos se le escapen de control, en momentos en que los demócratas están cercando el manejo por Bush de la política iraquí.
Agravando los problemas de Bush, una encuesta de PIPA, un instituto académico de Maryland, mostró un escepticismo público en aumento sobre los motivos con que Washington fue a la guerra, con un 61 por ciento de los encuestados diciendo que se debería haber dado más tiempo a la búsqueda de las presuntas armas de destrucción masiva. Pero Feith no mostró arrepentimiento: “La inteligencia nunca es perfecta, pero ése no debe ser un motivo para la inacción”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.