EL MUNDO › PUERTO PRINCIPE QUEDO PRACTICAMENTE AISLADA DEL RESTO DE HAITI
Una ciudad detrás de las barricadas
Francia le bajó ayer el pulgar a Jean Bertrand Aristide, el presidente haitiano a quien sus rebeldes quieren ahora arrestar y juzgar por crímenes de guerra. Este es el retrato de una ciudad que espera caer en cualquier momento.
Por Juan Jesús Aznárez *
Desde Puerto Príncipe
La capital haitiana quedó ayer prácticamente aislada por los pelotones de “chimeres” oficialistas que cortaron los accesos al aeropuerto internacional y la carretera hacia Gonaives y Cabo Haitiano e impidieron la evacuación de los extranjeros listos para salir del avispero antillano. “¡Money, money! y ¡Vive Aristide!”. Las hordas atrincheradas contra las milicias de Guy Phillipe son de catadura feroz, se mueven en camiones y piden dólares o vitorean al presidente. Una emisora contribuyó a la psicosis de asedio al anunciar que los insurrectos asaltarían la ciudad en media hora y a sangre y fuego.
El despacho de tropas internacionales previo acuerdo político entre las partes, planteado ayer por el presidente norteamericano, George Bush, fue objetado casi de inmediato. “Rechazaríamos a cualquier fuerza que llegue para sostener a Aristide en el poder”, respondieron portavoces de la oposición. La crisis ha causado más de 70 muertos en tres semanas y los sublevados creen que los días del ex cura salesiano están contados. No parecen querer interferencias. Aunque públicamente condenen la violencia, algunos miembros del Grupo de los 184 se comunican con el ex comisario de policía Phillipe, en cuyos fusiles confían. Y estas fuerzas imprimieron ayer un nuevo giro a la situación al afirmar que se desarmarían si Aristide abandonaba el poder. Luego, sin embargo, parecieron condicionar este gesto al proclamar que querían capturar a Aristide y juzgarlo “como criminal de guerra”.
“No exponga más a los blancos”, aconsejó un “chimere” al conductor local de un coche con corresponsales que se aventuró por barricadas incendiadas con cubiertas de automóvil. Dos temerarios pagaron las consecuencias. Un matón del grupo a entrevistar les apuntó a la frente con una pistola, levantó el caño del arma y disparó. Los periodistas quedaron aturdidos y aterrorizados, pero no pueden salir de Haití. Dos días antes, un equipo de televisión salió casi sin ropas de una barriada al pretender filmar a su bandidaje. El recorrido del miércoles hacia el aeropuerto, previo al parlamento con dos o tres jenízaros y el lanzamiento del algún botellazo, certificó la anarquía reinante en varias zonas de Puerto Príncipe.
Junto a barricadas de neumáticos, piedras, pedazos de cemento o chasis calcinados, policías y civiles armados, algunos encapuchados, detienen vehículos en los cuatro puntos cardinales de esta ciudad de más de dos millones de habitantes. La gran mayoría sigue en sus ocupaciones habituales: el comercio ambulante en los míseros e insalubres arrabales de Cité Soleil o La Saline.
El fracaso de las gestiones mediadoras de Estados Unidos, la Organización de Estados Americanos (OEA) y las naciones del Caribe (Caricom) creó un vacío político, que ocupa las huestes del presidente en la capital y, en casi la mitad del país, la soldadesca del “comandante” Phillipe, ex comisario de policía de Cabo Haitiano. Un matarife de la dictadura del general Raoul Cedrás (1991-94) figura entre sus lugartenientes. La oposición anunció, en conferencia de prensa, el definitivo rechazo de la última propuesta de la comunidad internacional: un primer ministro independiente con facultades para nombrar un gobierno de coalición y garantías de que Aristide sería apartado del poder si no cumple. El frente antigubernamental exigió su renuncia antes del 18 de marzo y su sustitución en palacio por un magistrado de la Corte Suprema. Y posteriormente, la oposición anunció su negativa a concurrir a negociaciones políticas en París, como había planteado Francia.
Las embajadas organizan la evacuación de los compatriotas residentes: aproximadamente 30.000, entre ellos 20.000 estadounidenses o haitianos condoble nacionalidad. El creciente aislamiento de la nación caribeña alcanzó también los 362 kilómetros de frontera con República Dominicana, que completa la isla La Española. Su gobierno desplegó 3000 soldados para controla un eventual y masivo éxodo de haitianos hacia el vecino país. Con la clara intención de apremiar el despacho de una fuerza de policía multinacional a Washington, Aristide advirtió el martes sobre el posible estallido de una avalancha de boat people hacia las costas de Florida. Pero ayer George W. Bush advirtió a los haitianos que todos los que intentaran llegar a las costas estadounidenses serían repatriados.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.