EL MUNDO › INDAGATORIA SIN PRECEDENTES A LA ASESORA DE SEGURIDAD NACIONAL
“No temo a los argentinos”
Condoleezza Rice, que quiere desplazar a Donald Rumsfeld al frente del Pentágono si George W. Bush es reelegido, será puesta hoy en el Congreso ante una dura prueba por ignorar datos que llevaron al 11-S.
Por José Manuel Calvo *
Desde Washington
La administración Bush se encuentra cuestionada en varios frentes. Toda la atención del Washington político estará puesta hoy en la comparecencia de Condoleezza Rice, consejera de Seguridad del presidente Bush, ante la comisión que investiga el grado de preparación de EE.UU. ante las amenazas terroristas previas a los atentados de Nueva York y Washington. La Casa Blanca se negó al principio a que Rice declarara, amparándose en el débil argumento de la ausencia de precedentes y la separación de poderes. Pero el propio presidente tuvo que rectificar tras la presión que ha desencadenado Richard Clarke: el responsable de la lucha contra el terrorismo con Clinton –y con Bush hasta hace 13 meses– asegura que sus advertencias sobre el peligro que suponía Al Qaida no fueron asumidas con carácter de urgencia por el gobierno. Además, la fecha límite del 30 de junio para transferir el poder a los iraquíes es cada vez más cuestionada en Estados Unidos, tanto por congresistas de ambos partidos como por el candidato presidencial demócrata para las elecciones de noviembre, John Kerry.
Hoy, en un marco de expectación, Rice declarará bajo juramento y responderá durante dos horas a las preguntas de los diez miembros de la comisión independiente. Ya estuvo con ellos cuatro horas hace dos meses, pero a puerta cerrada y sin jurar. Hoy, la responsable de Seguridad tratará de contrarrestar la impresión de que hubo negligencia a la hora de analizar los datos y valorar los riesgos. Según algunos testimonios –especialmente los de Clarke, expuestos ante la comisión y en el libro que acaba de publicar– había suficientes elementos como para tomar medidas que, quizá, podrían haber evitado los atentados. La cuestión es tan seria como eso, y los resultados de la comisión pueden repercutir en la imagen que el presidente Bush trata de construir de cara a las elecciones de noviembre, la de un hombre en el que los norteamericanos pueden confiar cuando se trata de la seguridad del país y de sus propias vidas. También Rice se juega el futuro: su destino político está ligado al del presidente, y se le atribuye el deseo de ocupar la cartera de Defensa, en lugar de Rumsfeld, en caso de que Bush consiga ser reelegido. Por lo pronto, Condi debe superar el trago. Tiene que explicar anteriores comentarios sobre su desconocimiento de datos de inteligencia que anticipaban la posibilidad del uso de aviones comerciales por parte de terroristas; debe reiterar –o no– sus críticas a la CIA; y debe justificar su falta de preparación ante los nuevos desafíos, debido a su formación como especialista en la Guerra Fría: el 11 de septiembre de 2001 tenía preparado un discurso –que nunca llegó a dar– en el que se establecían como prioridad defensiva los sistemas de misiles. La Casa Blanca se ha negado a entregar el texto del discurso a la comisión del 11-S.
En la última encuesta del Centro Pew de Investigaciones, el respaldo público a la política de Bush en Irak se situó en un 40 por ciento, lo que representa una caída de 19 puntos con respecto a mediados de enero. El sondeo fue realizado entre el jueves y el domingo, pero desde entonces la situación ha empeorado en Irak. Bush confirmó que el 30 de junio sigue siendo la fecha prevista para transferir la soberanía. “Nuestra intención es asegurarnos de que el plazo siga siendo el mismo”, señaló, haciendo caso omiso a las voces que piden una revisión. En particular, Bush reaccionó al planteo del influyente senador republicano Richard Lugar, presidente de la Comisión de Asuntos Extranjeros del Senado, quien se preguntó si la fecha era “tal vez” demasiado cercana. Pero esta opinión no fue la única y las críticas a la fecha prevista continúan surgiendo, justo en momentos en que tienen lugar fuertes enfrentamientos entre la resistencia iraquí y las tropas de ocupación, encabezadas por Estados Unidos, que desde el domingodejaron más de 150 muertos. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, reconoció que las fuerzas estadounidenses están enfrentando “serios problemas” en Irak. Señaló, sin embargo, que considera que la situación es manejable y que las tropas de la coalición “no permitirán que la insurgencia iraquí logre descarrilar” los esfuerzos de reconstrucción del país.
Kerry también se sumó a las críticas en torno a la fecha de retirada. “Espero que la fijación de esta fecha no esté relacionada con las elecciones aquí en Estados Unidos”, dijo el candidato. El gobierno de Bush “querría retirar las tropas y transferir el poder lo más rápido posible sin considerar la estabilidad de Irak”, denunció Kerry, quien fue secundado por pronunciamientos similares de parlamentarios demócratas. El senador por Virginia, Robert Byrd, decano de los legisladores del Partido Demócrata, reclamó ayer el retiro de las tropas de Estados Unidos de Irak frente al reciente rebrote de violencia y al aumento de las víctimas estadounidenses. “La penosa realidad es esta: un año después de la caída de Bagdad, Estados Unidos debería trabajar hacia una estrategia de salida” de Irak, no buscar una fórmula para llevar tropas adicionales a Irak”, advirtió. “Estados Unidos necesita una ‘hoja de ruta’ para Irak”, agregó.
Por su parte, algunos parlamentarios republicanos expresaron apoyo a Bush pero con cierto matiz. “Es imperfecto y es impreciso. Reconozco que hay muchas cuestiones sobre esta transferencia. Pero necesitamos ir hacia adelante”, declaró el senador republicano Chuck Hagel, miembro de la Comisión de Asuntos Extranjeros del Senado.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.