EL MUNDO › EL GOBIERNO PERUANO ENFRENTA UNA OLA DE PROTESTAS
Amenazan con “otro Ilave”
Por Carlos Noriega
Entre desconcertado y agobiado por la grave crisis que sufre su gobierno, el presidente Alejandro Toledo –cuya popularidad está en seis por ciento según la empresa de opinión pública Apoyo y en 4,7 por ciento de acuerdo a la encuestadora Idice– no pudo ocultar su incapacidad para entender lo que sucede en el Perú y se preguntó: “Si Wall Street y Washington están aplaudiendo (mi gestión), ¿por qué no aplaude la gente en las calles del Perú?, ¿Qué esta pasando?”. La frase revela esa concepción política que ha marcado su régimen: cumplir fielmente las indicaciones de Washington. Toledo enfrenta ahora una oleada de protestas sociales. “Si no hay solución, habrá otro Ilave”, gritaba un grupo de furiosos cocaleros mientras se reagrupaban para volver a la carga contra los policías y soldados del ejército que a golpes, bombas lacrimógenas y disparos abrían paso a los tractores que despejaban de rocas y troncos la enlodada carretera que lleva a la ciudad de Tingo María, una de las principales de la región amazónica, donde cerca de 30 mil cocaleros se mantienen desde hace un mes en pie de guerra contra el gobierno.
Los enfrentamientos se repiten a diario. Los productores de hoja de coca exigen que se detengan los programas de erradicación de la planta, algo que el gobierno ha calificado como “inaceptable”. La mención a “otro Ilave” como ejemplo a seguir hace referencia al poblado aymara de ese nombre, ubicado en la frontera con Bolivia, donde hace un mes su alcalde fue linchado por más de diez mil pobladores que lo acusaban de corrupto.
Mientras en los calurosos valles selváticos los cocaleros bloquean carreteras, los pobladores del altiplánico poblado de Ilave, a orillas de las heladas aguas del lago Titicaca, a más de tres mil metros de altura, también se enfrentan violentamente con policías y soldados por el control de la plaza principal del pueblo y del puente que lleva a Bolivia. Ellos no aceptan a las autoridades nombradas para sustituir al asesinado alcalde Cirilo Robles y exigen la libertad de sus dirigentes presos, acusados de liderar el linchamiento de Robles. En un intento por tranquilizar los ánimos, el gobierno ha anunciado que en octubre se realizarán elecciones para elegir a las nuevas autoridades de Ilave, pero la propuesta no ha bajado las tensiones. Toledo ha señalado que habría “extranjeros” azuzando a los pobladores de Ilave. Esa declaración fue tomada por algunos medios de prensa como una referencia a intereses chilenos por desestabilizar una zona por donde pasaría el gas boliviano si ese país decide sacarlo por Perú y no por Chile, por lo que el canciller, Manuel Rodríguez, tuvo que apresurase en salir a aclarar que el presidente “se refirió a personas individuales y no a país alguno”.
Los tres líderes políticos considerados como potenciales sucesores de Toledo –los ex presidentes Alan García, del socialdemócrata partido aprista, Valentín Paniagua, de la centroderechista Acción Popular, y la ex candidata presidencial de la derechista Unidad Nacional, Lourdes Flores– dieron un ultimátum a Toledo: o cambia el gabinete poniendo como premier a un independiente que tenga la aceptación de la oposición o se abren las puertas de la vacancia presidencial. “El que gobierna soy yo”, fue la respuesta de Toledo. En diálogo con Página/12, el historiador Nelson Manrique calificó la propuesta de la oposición como “decepcionante”, porque “no hace referencia a los problemas de fondo, que tienen que ver con cómo tener más recursos para satisfacer las demandas de la población”.