EL MUNDO
Cambiándole la cara al Pentágono por las torturas
Por José Manuel Calvo *
Desde Washington
El general Ricardo Sánchez, responsable militar de la coalición en Irak, será sustituido dentro de un mes. Aunque el Pentágono enmarca el cambio en el proceso habitual de rotación de mandos, es imposible separar la decisión del escándalo de las prisiones. El Departamento de Defensa ha suspendido definitivamente en sus funciones a la general de la reserva Janis Karpinski, antigua responsable del sistema de cárceles militares en Irak. Ambas decisiones coinciden con la no casual voluntad del presidente Bush de destruir la cárcel de Abu Ghraib.
Tanto Sánchez como Karpinski están en el centro de la tormenta desatada a raíz de las pruebas de torturas de presos iraquíes en el penal de Abu Ghraib. Un policía militar destinado en la cárcel, Joe Darby, denunció en enero que durante el otoño de 2003 se habían registrado malos tratos. Sánchez puso en marcha una investigación, de la que se encargó el general Antonio Taguba. En su informe se documentan las brutalidades cometidas por un grupo de soldados, pero no se aclara si la responsabilidad de los procedimientos de los interrogatorios llegaba de Inteligencia Militar en Washington o era iniciativa de los policías militares.
En su comparecencia de hace dos semanas antes el Congreso, el general Sánchez y su superior, el general John Abizaid, asumieron la responsabilidad, pero rechazaron haber dado instrucciones sobre los interrogatorios. Sánchez, que no consiguió despejar las dudas sobre cuándo y cuánto supo de lo que estaba ocurriendo, prometió que la investigación recorrería toda la cadena de mando, “y eso me incluye a mí”.
Ayer, ante la noticia de su relevo, recibió elogios de Bush: “Rick Sánchez ha hecho un fabuloso trabajo. Lleva mucho tiempo allí y su servicio ha sido ejemplar”. En el Pentágono, el portavoz, Lawrence Di Rita, dijo que la dirección de Defensa está muy contenta del trabajo del general, que asumió el mando hace un año, y aseguró que es “un error” ligar su sustitución al escándalo de las prisiones y que es habitual un cambio de mando de este tipo después de 13 meses. Es posible que su sustituto sea el general George Cassey. En cuanto a Karpinski, ya había recibido una amonestación, pero más suave –por decisión de Sánchez– que lo que recomendaba Taguba. La general, criticada por “fracaso de liderazgo”, ha protestado por no haber recibido acusaciones formales.
Entretanto, George W. Bush abrió ayer un intento de recuperación de aliados y pidió al presidente francés, Jacques Chirac, su colaboración para salir de la crisis en Irak. “Hemos mantenido una estupenda conversación. Compartimos el mismo objetivo: un Irak libre, estable y pacífico”, dijo, entrando después un poco más en materia: “Lo que Chirac y otros dicen es que quieren garantizar que la transferencia de soberanía al gobierno provisional es real, y eso es lo que queremos, que sea completa y real, para que los iraquíes entiendan que el destino de su país es ahora responsabilidad suya” (ver reacción de Francia en nota abajo). El presidente anunció en su discurso de anteayer el fin de la ocupación dentro de cinco semanas pero sin detallar planes. Bush –que intensificará sus contactos con los líderes europeos en junio– habló con Chirac, el dirigente aliado más crítico con su política exterior.
El discurso del lunes de Bush, que llega con 12 meses de retraso, fue recibido por la mayoría de expertos y editoriales con escepticismo. El presidente –que habló en parte para el exterior, pero sobre todo para una sociedad que aún no ha digerido las imágenes de Abu Ghraib y que es cada vez más crítica con él– tiene previsto repetir durante las próximas cinco semanas una estrategia clara y con garantías de éxito para Irak.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.