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Por Rupert Cornwell *
Desde Washington

La CIA se está preparando para un informe muy crítico del Congreso que se espera que culpe en gran parte a la agencia por la debacle de inteligencia de preguerra sobre las todavía no descubiertas armas de destrucción masiva de Irak. El informe preliminar, hecho por el Comité del Senado de inteligencia, sería publicado hoy. Su acusación central es que la CIA exageró mucho la amenaza que significaba Saddam Hussein, ignorando lo limitado de sus propios descubrimientos sobre las capacidades de armas de destrucción masiva del dictador de Irak.
Saber que el ataque público estaba en camino puede haber sido la gota que rebasó el vaso para persuadir a George Tenet de que renunciara el mes pasado después de siete años como director de la CIA, marcados por una serie de importantes fracasos de inteligencia, incluyendo el de no haber evitado los ataques del 11 de septiembre y el de no haber encontrado los supuestos programas de armas químicas, biológicas y nucleares de Irak. Se dice que el informe del Senado culpa a la CIA en tres áreas importantes: su descuido en las declaraciones de los parientes de los científicos iraquíes de que Saddam había abandonado sus ambiciones de armas de destrucción masiva, una confianza en informaciones falsas provenientes de los defectores y su insistencia en que los tubos de aluminio para Irak capturados en 2001 eran una prueba que Saddam estaba reconstituyendo su programa nuclear.
Según el New York Times, los parientes de los científicos le dijeron repetidamente a la CIA que los programas de armas de destrucción masiva se habían descartado, sólo para que la agencia no le informara de esto al presidente Bush cuando éste viajaba por el país advirtiendo sobre la amenaza mortal que significaba Bagdad. Cómo y dónde hizo contacto la CIA con los parientes no resulta claro. Sin embargo, desde 2000 en adelante, se dice que le dijeron a la agencia que los programas se habían abandonado. La CIA no les creyó y un vocero le dijo al diario que no se había reunido “ninguna información útil”.
Los defectores también engañaron a la CIA, que en un momento siguió creyendo en un iraquí que declaraba tener conocimiento de las armas biológicas de Saddam aun después de que hubiera sido advertida por la Agencia de Inteligencia de Defensa en el Pentágono que la persona en cuestión estaba casi con seguridad manejando información falsa. Otros defectores que llegaron a través de Ahmed Chalabi, el líder del Congreso Nacional Iraquí (CNI), que ahora cayó en desgracia con la administración Bush, precisamente porque el CNI había dado falsa información que exageraba la amenaza de armas de destrucción masiva.
En realidad, los expertos tanto de los laboratorios atómicos de Estados Unidos como la propia dirección de inteligencia del Departamento de Estado dudaban mucho de que los tubos tuvieran la calidad suficiente para centrifugadoras. Pero prevaleció la CIA. Invalidando a sus propios especialistas, el secretario de Estado, Colin Powell, fue a las Naciones Unidas en febrero de 2003 para hacer su ahora tristemente célebre presentación sobre las presuntas armas de Saddam, basando su caso de programa nuclear en los tubos de aluminio.
El informe del Senado puede, sin embargo, tener una consecuencia inesperada, una temprana nominación del presidente Bush de un nuevo director para reemplazar a Tenet. Se presumía que la Casa Blanca iba a demorar su elección hasta después de las elecciones para evitar las audiencias en que se expondría todo el fiasco sobre las armas de destrucción masiva en el pico de la campaña por las elecciones presidenciales. Pero esos temores parecen haberse tranquilizado no porque el informe exonere a la actual Casa Blanca del cargo de que exageró la amenaza iraquí, sino porque culpa a la agencia presidida por un hombre nombrado por el presidente Clinton en 1997.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.