EL MUNDO
Nacionalpopulismo o socialismo, marque su elección para Venezuela
Mientras las relaciones con Washington siguen enturbiándose, mientras se profundizan los vínculos con Cuba y China, los venezolanos viven un amplio debate. La opción es entre el nacionalismo populista de hoy o un giro a la izquierda de Hugo Chávez.
Por Martín Piqué
Desde Caracas
“¿Estaría usted dispuesto a construir el socialismo del siglo XXI?” La pregunta no forma parte de un libro agitador, al estilo del Manifiesto Comunista o de las cartas de Vladimir Ilich Ulianov, más conocido como Lenin. Aparece en el sitio de Internet del Ministerio de Información y Comunicación de Venezuela. Es un foro de opinión virtual. Y el resultado es contundente: el 78 por ciento está dispuesto a hacerlo, el 21 se niega.
La palabra socialismo también se ve en las pintadas callejeras que abundan en la ciudad: en general, están hechas con prolijidad y transmiten una frase larga, un concepto, como las consignas que ya forman parte del paisaje urbano de Cuba. “Sólo en el socialismo otro mundo es posible”, está escrito en el barrio conocido como Parque Central, a la vuelta del famoso hotel Caracas Hilton. La mención al socialismo sorprende en todos lados: en la ropa de los universitarios de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) –la nueva casa de estudios creada por Chávez, porque la Universidad Central (UCV) no se adaptaba a los cambios–, en los afiches electorales del oficialismo, en el merchandising y los libros que se venden en puestos callejeros por todo el centro. Tanta insistencia tiene su explicación. Hugo Chávez viene insistiendo en que su país está ingresando en una nueva fase histórica, la construcción de un socialismo adaptado al siglo XXI. ¿Qué significa eso? ¿Un ejercicio de retórica para enfervorizar a los jóvenes o una estrategia meditada a partir de la situación concreta del país?
No sólo se ve la palabra socialismo en todos lados. También hay una explosión de color –de color rojo– en el centro y oeste de Caracas (el este es la zona acomodada). Marca tradicional del chavismo, el rojo está todavía más presente en estos días: 17.000 personas de 144 países del mundo estuvieron en Venezuela en el marco del XVI Festival de la Juventud y los Estudiantes. Clásico lugar de encuentro de las juventudes políticas, este evento comenzó a ser organizado en 1947 por impulso de la Unión Soviética y de los Partidos Comunistas de todo el mundo. Tras la caída del Muro de Berlín y la crisis del bloque socialista, el Festival se trasladó a América latina y Africa. Hace cuatro años, con Chávez fortalecido tras derrotar al golpe de Estado, Venezuela se convirtió naturalmente en la sede perfecta. Así, desde que comenzó el festival, cientos de personas –europeos, africanos, asiáticos y latinoamericanos– caminan por la ciudad con los ojos bien abiertos. Por un rato se sienten parte de un proceso político difícil de predecir. Los europeos, muchos del ex bloque soviético pero también de Europa Occidental, se muestran eufóricos y acaso nostálgicos por el rumbo que parece estar tomando Venezuela. La presencia de tantos extranjeros agudiza los debates sobre si lo que está haciendo Chávez es socialismo o si el socialismo del siglo XXI debería inspirarse o no en las experiencias del pasado.
Como buen líder que se preocupa por dejar contentos a todos, él aporta lo suyo. Y entonces el debate no se define para alguno de los dos lados: ¿Venezuela va a permanecer en un modelo nacionalista populista o va a girar hacia el socialismo? Hace poco, en un acto ante 35.000 mil personas en el Panteón de los Próceres, Chávez alimentó las expectativas de los que quieren “profundizar la revolución”. “Estamos convencidos de que el socialismo es el camino único y necesario para construir un mundo mejor para salvar al mundo. Por eso me he tomado el atrevimiento de invitar al pueblo venezolano y al de América latina a recorrer el camino del socialismo: el socialismo del siglo XXI”, aseguró. El público festejó mucho cada mención al socialismo. La mayoría lo interpretó de manera literal, como si fuera una reedición de aquel famoso discurso de Fidel Castro en el que declaró el carácter socialista de la Revolución Cubana. Claro que Chávez no hizo nada para desautorizar esa interpretación. No elogió a otros países de Latinoamérica gobernados por el progresismo, ni le puso límites o siquiera contextualizó a qué llama “socialismo”. Nada parece casual. En la coalición oficial que apoya a Chávez hay unos cuantos partidos que están presionando para que el gobierno avance hacia la izquierda. En esa línea trabajan el Partido Comunista de Venezuela y los Tupamaros, una agrupación con mucho peso en Caracas. Sin dejar de apoyar a Chávez, ambos partidos se enfrentaron con la principal fuerza del chavismo, el Movimiento Quinta República, en las recientes elecciones municipales.
El avance hacia la izquierda genera dudas en una parte de la dirigencia chavista. La mayoría de las críticas y las prevenciones se dan en el Movimiento Quinta República. Socio mayor de la coalición oficialista, el MVR agrupa a ex dirigentes de los partidos tradicionales con oficiales y suboficiales del Ejército que compartieron con Chávez sus primeras épocas. Muchos estuvieron en su intento de golpe de Estado del ’92, cuando Carlos Andrés Pérez se proponía privatizar PDVSA. La mayoría de los chavistas de base dice no tener demasiada confianza en estos dirigentes, pero tampoco se encolumna detrás de las alternativas. De cualquier forma, el MVR sigue ganando las elecciones –compitiendo contra sus socios en el oficialismo– en casi todas las parroquias y juntas vecinales (estructuras de representación que siguen a los municipios). En ese contexto, muchos de sus dirigentes confiesan por lo bajo su inquietud por el discurso y la línea política que sostienen las agrupaciones más chicas. Dicen que esas visiones no se corresponden con la realidad económica. Y temen que por la presión de las fuerzas alternativas del chavismo el gobierno de Venezuela pierda la buena relación que supo construir con Uruguay, Brasil y Argentina. Un miembro del MVR habituado a los contactos internacionales se lamentaba en estos días por el tono del documento final del Festival de la Juventud y los Estudiantes.
El debate está pendiente. Montado sobre la discusión sobre las características y los alcances del “socialismo del nuevo siglo”, expresa la vieja tensión entre socialdemocracia (aun en su versión nacionalistapopulista) y un modelo que avance más sobre los intereses privados, fortaleciendo el Estado y la gestión de los trabajadores. ¿O surgirá algo nuevo, como promete Chávez? El tiempo dará la respuesta.