EL MUNDO › POR EL HURACAN RITA, BUSH ORDENO EL ESTADO DE EMERGENCIA EN TEXAS Y LOUISIANA
Comandante en jefe de la tempestad
El huracán Rita, que se espera que impacte en Texas y Louisiana mañana o pasado, movió a George W. Bush a declarar la emergencia en ambos estados, en un intento de recuperar la iniciativa política.
Por José Manuel Calvo *
Desde Washington
“Rezamos para que no ocurra nada, pero estamos preparados para lo peor.” George W. Bush quiere que Rita haga olvidar a Katrina; aprendida la lección de la falta de reflejos, el presidente envió ayer el mensaje de que el comandante en jefe está en el puesto de mando para enfrentarse al huracán Rita, que descargará su fuerza entre mañana y pasado en algún punto entre Texas y Louisiana: “Hablé con los gobernadores de los dos Estados. Todo está listo. Se dio la orden de evacuación de Nueva Orleans y de Galveston. Pido a los ciudadanos que sigan las instrucciones de las autoridades locales”. Y Bush declaró el estado de emergencia en ambos Estados.
El presidente repitió que se hará “lo que sea necesario” para reparar las consecuencias de cualquier huracán, tanto por lo que se refiere a los 600.000 evacuados que siguen fuera de sus hogares como por lo que respecta a las inversiones y la ayuda. Para tratar de calmar la grave preocupación de muchos conservadores ante un gasto público disparado por razones no sólo humanitarias, sino también políticas, Bush se limitó a prometer: “Garantizamos que el dinero se gastará juiciosamente”. Escarmentado por el costo político que ha tenido a corto plazo, el gobierno se vuelca en las medidas de prevención. Lo primero que hizo Bush fue declarar el estado de emergencia en Florida (también lo declaró en Louisiana el 27 de agosto, 48 horas antes de que descargara Katrina). Ahora, la huella prevista del huracán –entre la costa de Texas y la de Louisiana– está rebosando de camiones con agua, hielo y raciones de comida; se han preparado refugios y se han alertado los equipos médicos y de rescate necesarios. “Estaremos listos cuando entre en contacto con la tierra”, aseguró ayer Michael Chertoff, responsable de Seguridad, el mismo que 48 horas después del desbordamiento de Nueva Orleans no supo informar al presidente que estuviera ocurriendo nada anormal, porque nada le había contado el dimitido Michael Brown, ex jefe del organismo que coordina las emergencias.
El sucesor de Brown, David Paulison, ha pedido a todos los posibles afectados por Rita que lleven a cabo la evacuación y que hagan acopio de “agua, alimentos, medicinas y todo lo necesario para un par de días”, porque “siempre hay un tiempo que pasa antes de que llegue la ayuda donde hace falta”. La gran diferencia no es tanto la previsión de ayuda como la comunicación entre las distintas autoridades, justo lo que no hubo con Katrina: “Vamos a garantizar que sabemos exactamente lo que necesitan los Estados y, una vez que el huracán golpee, los problemas con los que hay que lidiar”, según Paulison. Además de la evacuación de la costa, el alcalde de Houston pidió la salida voluntaria de los que habitan en las zonas bajas de la ciudad. Rick Perry, gobernador de Texas, trató de tranquilizar a la población, asustada por la reciente catástrofe: “No hay motivos para el pánico; nos hemos preparado desde hace años para situaciones como ésta”. El Pentágono también ha puesto en situación de alerta tropas y buques anfibios frente a las costas del Golfo, donde sigue el buque-hospital Comfort. Las petroleras han tomado medidas para las refinerías y plantas de la costa de Texas, lo cual causó una subida en el precio del crudo –que cerró a 66,80 dólares el barril– y de la gasolina. A los demócratas les parece estupendo que se tomen precauciones, pero siguen reclamando una comisión independiente “para que sepamos por qué no hubo una movilización como la que estamos viendo ahora cuando se aproximaba Katrina”, según la oficina de Harry Reid, jefe de la minoría en el Senado. Ayer se supo que el recuento de víctimas del Katrina llegó al millar de muertos.
Mientras, los expertos en huracanes de las universidades de Louisiana y Nueva Orleans creen, según The Washington Post, que el problema de la inundación no se debió al exceso de agua o de viento causados por Katrina, sino a errores en el diseño o la fabricación de los diques, o una combinación de ambos factores. “Estamos absolutamente convencidos de que el agua nunca superó los diques de la calle 17 y la avenida Londres”, en palabras de Ivor van Heerden, número dos del Centro de Huracanes de la universidad de Louisiana. Esa es la tesis del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, aunque está pendiente la investigación para confirmarla; el Cuerpo insiste en que el sistema estaba previsto para afrontar huracanes de categoría tres, una menos de lo que era Katrina. Pero los científicos de la universidad, que aceptan que hubo un desbordamiento en el Canal Industrial, mantienen que lo que pasó en los otros dos –las brechas responsables de la mayor parte de las inundaciones– no se debió al desbordamiento, sino a que no aguantaron la acometida de las aguas. Una de las posibles razones del desmoronamiento puede ser –como los expertos advirtieron hace 15 años– la excesiva altura de los diques. Lo apuntó Klaus Jacob, un geofísico de la universidad de Columbia, en The Washington Post: “Algunos dicen que se pueden elevar y reforzar los diques para proteger la ciudad, pero hay una desagradable realidad: cuando más altas las defensas, más fuertes serán las inundaciones que, inevitablemente, vendrán”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.