EL MUNDO › WILSON DIJO QUE SU MUJER SUFRIO AMENAZAS, TRAS LA FILTRACION DE SU NOMBRE
Todos los coletazos en el “Plamegate”
Luego del procesamiento del jefe de gabinete de Cheney, la popularidad de Bush sigue en caída libre y el diplomático esposo de la agente Valerie Plame denunció que la pareja tuvo que lidiar con amenazas. Los demócratas piden la salida de Karl Rove.
Por David Usborne *
Desde Nueva York
Después que su rol como una agente encubierta de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) fue filtrado a un grupo de periodistas en el verano de 2003, Valerie Plame no sólo tuvo que luchar para proteger a sus colegas y a sus operaciones, sino que también tuvo que enfrentar amenazas a su seguridad y a la de su esposo, Joseph Wilson, quien lo reveló ayer. En tanto, desde el Senado estadounidense, el líder de la minoría demócrata, Harry Reid, instó al presidente George W. Bush a que se disculpe y pida la renuncia de su asesor, Karl Rove, por haber estado involucrado en la filtración de la identidad de Plame. La presión de Reid llega en el momento de menor popularidad del presidente que, según una encuesta del diario The Washington Post y la cadena ABC News, alcanzaría sólo la opinión favorable del 39 por ciento de los ciudadanos.
En su primera entrevista desde que se acusó formalmente el viernes por el escándalo de la filtración en la CIA a Lewis Libby, el jefe del equipo del vicepresidente Dick Cheney, Wilson le dijo al programa de actualidad de la cadena CBS 60 Minutes que su esposa sintió como si le hubieran “pegado en el estómago” cuando su identidad fue revelada. Varios expertos en inteligencia opinaron este fin de semana sobre la gravedad de lo que sucedió con Plame, que se unió a la CIA como una oficial de casos hace veinte años, cuando tenía 22. Es el “equivalente moral a la exposición adelantada de unidades militares desplegadas,” aseguró Arthur Brown, que se jubiló en febrero como jefe de la División Asiática de la CIA. Libby, que se espera que comience a testificar frente a los fiscales esta semana, fue acusado el viernes de perjurio, obstrucción de la justicia y de dar falso testimonio en el curso de una investigación sobre si la Casa Blanca deliberadamente reveló el rol en la CIA de Plame para vengarse del embajador Wilson, que públicamente había acusado a la administración de Bush de tergiversar los hechos antes de ir a la guerra con Irak.
El presidente Bush intentará esta semana recuperarse de una serie de eventos políticamente calamitosos. Con un 58 por ciento de la población “insatisfecho” con su actual administración, la primera prioridad de Bush será anunciar al nuevo nominado para la Corte Suprema estadounidense. Su primera elección, Harriet Miers, retiró su candidatura la semana pasada luego de una rebelión entre algunos de los aliados conservadores del presidente. La nueva elección de Bush podría saberse como muy temprano esta mañana. La mayoría asume que seleccionará a una persona con larga experiencia en el banquillo de juez. Miers era considerada como una “nominada furtiva” ya que no había servido nunca como juez y no tenía posición pública sobre cuestiones sociales como el aborto.
El senador Reid instó a Bush a que prometa no perdonar a ningún culpable en el caso y, en consecuencia, no dudó en afirmar que “Karl Rove debería apartarse”. Además aseguró que “debería disculparse. El vicepresidente debería disculparse. Ambos deberían quedar limpios ante el público estadounidense”, aseguró Reid al canal de noticias ABC. También criticó la reacción de la Casa Blanca ante la acusación de Libby, y afirmó que el gobierno no reconoció todavía la gravedad de los cargos. En medio de este clima de tensión, la revista Time publicó ayer que la confianza del presidente en sus asesores más cercanos y en su vicepresidente decayó significativamente aunque no está dispuesto a realizar grandes cambios en su administración.
En la entrevista de 60 Minutes, que estaba programada para emitirse anoche, Wilson habló por primera vez del peligro que enfrenta su esposa. “Han habido amenazas específicas”, afirmó aunque no quiso describir su naturaleza. “Más allá de eso, no puedo continuar”, agregó. Wilson también buscó disipar cualquier impresión de que era, de alguna manera, sabido que su esposa era una agente y que su exposición fue, en consecuencia, poco importante. El y sólo otros tres sabían, insistió. “Muy poca gente de afuera de la comunidad de la inteligencia” lo sabía, aseguró: “sus padres y su hermano, esencialmente”. La aparición de su nombre en la prensa –por primera vez en julio de 2003 en la columna de Robert Novak– tuvo otras consecuencias serias. Reveló, por ejemplo, que durante años ella se había descripto a sí misma como una asesora de energía que trabajaba para una compañía en Boston llamada Brewster Jennings, que, en realidad, era una fachada de la CIA.
Jim Marcinkowski, un ex agente de la CIA que se entrenó con Plame, explicó las ramificaciones de la traición a 60 Minutes: “Si un agente de la CIA es expuesto, entonces todos los que entraron en contacto con ese agente están expuestos”. “Existe una posibilidad de que haya otros agentes que usen una fachada similar. Puede que hayan estado utilizando a Brewster Jennings igual que ella.” Agregó que también hará más difícil que en el futuro la CIA utilice a las esposas de los embajadores como agentes.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Laura Carpineta.