Viernes, 27 de enero de 2006 | Hoy
EL MUNDO › LA FORMACION INTEGRISTA HAMAS ARRASO EN LAS ELECCIONES PALESTINAS
En un golpe durísimo a lo que restaba del proceso de paz, la facción fundamentalista islámica, armada y radical Hamas ganó ayer 76 de las 132 bancas del Parlamento palestino. Israel y Estados Unidos advirtieron que no negociarán con el gobierno emergente.
La facción militante islámica Hamas envió olas de conmoción ayer a lo largo de Israel, capitales occidentales e incluso en sus propias filas al conseguir una mayoría parlamentaria que la convierte en la fuerza fundamental en la política palestina. Asegurándose 76 de las 132 bancas en el Parlamento, a cuya existencia se opuso por casi una década, la inesperada y abrumadora victoria desafió casi todas las conjeturas sobre Medio Oriente y sumergió al conflicto palestino-israelí en otro período de impredecibilidad casi total. Israel dijo oponerse a cualquier negociación con un gobierno palestino que incluye a “una organización terrorista armada que predica la destrucción” de su Estado, según anunció el Ejecutivo en un comunicado ayer.
La victoria aplastante puso fin abruptamente a lo que parecía un dominio indiscutible de la Autoridad Palestina (AP) por Fatah, el movimiento nacionalista que fue fundado hace más de 35 años por Yasser Arafat, y que consiguió sólo 43 bancas luego de las primeras elecciones del Consejo Legislativo en una década. Hamas, responsable por más de 400 muertes de civiles israelíes en aproximadamente 58 atentados suicidas en los últimos cinco años, anunció inmediatamente que buscaría formar una coalición con el vencido Fatah, que fue perseguido por la mala suerte durante las elecciones por escisiones y una reputación de corrupción e ineficiencia al dirigir la AP.
Mientras algunos gobiernos occidentales comenzaron a realizar un análisis cauteloso sobre si el triunfo de Hamas es una nueva amenaza a la estabilidad de la región o si podría ser el comienzo de una posible conversión de militancia armada a una tendencia política, la nueva ministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni, urgió a la Unión Europea (UE), como los donantes más importantes a la AP, a tomar una posición firme contra la Autoridad dominada por Hamas, a menos que ésta renuncie a la violencia. Livni declaró: “Luego de la toma de la AP por Hamas, es de incumbencia de la UE hablar clara e inequívocamente de que no habrá comprensión europea de un proceso que significaría el establecimiento de un gobierno terrorista”.
Ismail Haniyeh, el candidato líder de Hamas, dijo a la BBC: “No tengan miedo. Hamas es un movimiento palestino, es un movimiento consciente y maduro, políticamente abierto en el plano palestino, a sus hermanos árabes e islámicos, y abierto de forma similar al plano internacional”. Mientras Hamas pidió que el presidente palestino Mahmud Abbas establezca inmediatamente negociaciones de coalición, Mahmud Zahar, el líder de la facción en Gaza dijo que el llamado fue hecho “no porque somos débiles, sino porque somos fuertes. Si no están dispuestos, dirigiremos la AP solos y obtendremos un gran éxito”.
Saeb Erekat, negociador palestino en jefe y reelecto miembro del Parlamento, arrojó serias dudas sobre la formación de una coalición: “Nosotros en Fatah no nos uniremos a ellos”, dijo. “Seremos una oposición leal y reconstruiremos el partido.” No obstante, Ziad Abu Amr, un miembro independiente del Parlamento cercano a Abbas que, sin embargo, fue apoyado por Hamas en las elecciones, declaró: “Es una decisión muy seria para Hamas establecer un poder compartido. Es la única solución lógica. Fatah puede estar renuente ahora porque están dolidos y enojados, pero lo aceptará”.
Mientras el primer ministro palestino Ahmed Qureia y su gabinete renunciaban en respuesta a la derrota, hubo tiros en medio de peleas en Ramalá entre partidarios de Fatah y activistas de Hamas. Anoche parecía claro que la enorme votación por Hamas no era un apoyo a la aspiración de eliminar Israel, y mucho menos a un rápido retorno al conflicto armado y ataques suicidas. Votantes tras votante en Gaza el miércoles se refirieron no a eso, sino a la ineficacia, y en algunos casos, corrupción de Fatah y la AP que dirigió por diez años como la razón principal para votar por Hamas.
Khalil Shikaki, el encuestador más reconocido, que ha proyectado el fenomenal aumento en la popularidad de Hamas, escribió esta semana que éste no podía ser interpretado como apoyo por “sus visiones extremistas”. Por el contrario, agregó: “Las encuestas que he llevado a cabo en los últimos 13 años muestran que los palestinos nunca han sido tan moderados como lo son hoy en día”. Hamas, que ha respetado la tregua que negoció con Abbas, enfocó su campaña en asuntos internos de Palestina; y fue ampliamente exitoso al persuadir a los votantes a hacer lo mismo. Fue catapultado por su reputación por distribución equitativa de los fondos de caridad con los pobres, en contraste a lo que muchos palestinos ven como una mala dirección de la AP de las donaciones internacionales a Gaza y Cisjordania.
Factores externos también tuvieron su parte, por supuesto. Ya que las encuestas también muestran que, además de las profundas divisiones al interior de Fatah, las esperanzas menguantes de un proceso de paz creíble lo socavaron. Funcionarios palestinos argumentan que Abbas fue decepcionado no sólo por Israel sino también por la comunidad internacional. Incluso el acuerdo relativamente mínimo para facilitar el acceso de bienes y gente entre Gaza e Israel y Cisjordania, logrado por Condoleezza Rice, ha estado lejos de ser implementado por completo. Que Estados Unidos y la UE dejaran que eso pase sin una sombra de crítica fue difícilmente beneficioso para Abbas o Fatah. En los ’90, el entonces presidente del Shin Bet supuestamente advirtió a los ministros israelíes que “quienquiera que no quiera a Arafat, obtiene a Hamas”. Reemplace a Abbas por Arafat, y es un mensaje que tanto Occidente como Israel hubieran hecho bien en recordar.
El dilema para Hamas es cómo acepta la responsabilidad política de la cual difícilmente puede escapar luego de una victoria de un tamaño que no esperaba. ¿Cómo, por ejemplo, convive con, y mucho menos les paga el sueldo, a más de 100.000 empleados de la AP mayormente leales a Fatah? El dilema para Occidente es que si realiza sus repetidas amenazas de cortar los fondos de una AP dominada por Hamas puede desestabilizar aún más una región ya inestable. El panorama de pesadilla es que Hamas sea forzado a recurrir a dicha ayuda a Irán, cuyo presidente paria Mahmud Ahmadineyad se reunió con el líder exiliado de Hamas Khaled Mashaal en Damasco la semana pasada.
La sabiduría convencional en esas capitales, por supuesto, será que la victoria de Hamas –en una elección alabada como limpia por observadores internacionales– es un absoluto desastre. Podría precipitar un giro a la derecha en la política israelí que llevaría a Benjamin Netanyahu a la victoria –aunque la clara preferencia pública israelí por retiros unilaterales de Cisjordania considerada por el centro político puede sobrevivir incluso esta conmoción momentánea–. Netanyahu anunció la creación de “Hamastan” ayer y culpó al retiro de Gaza por la victoria de Hamas. Sin embargo, otros panoramas son posibles. Las ansias de Hamas de formar una coalición con Fatah no sugiere que es inmune a la posibilidad de negociaciones.
Entre voces serias en Israel que preguntaban ayer si el impresionante éxito electoral de Hamas no tendría un lado positivo, el eminente politólogo profesor Yaron Ezrahi sugirió una situación en la que Hamas moderara su plataforma –como lo hizo eventualmente la Organización para la Liberación de Palestina (OLP)– como precio de adoptar políticas viables. Remarcando que un acuerdo logrado con Hamas tendría más credibilidad por “su poder sobre la calle (palestina)”, añadió: “Ya que tiene la oportunidad de asegurar un Estado árabe musulmán, puede ser que Hamas sea una punta de lanza de un giro de la violencia a la moderación y a la política, porque puede mostrar que dicho camino tiene beneficios”. Delante de una elección no es probable que algún político israelí sugiera un panorama tan benigno, con implicaciones tanto globales como regionales. Pero que la victoria de Hamas pueda ser discutida incluso en Israel como a la vez esperanzadora y catastrófica es un signo de cuán impredecible es el cambio sísmico desatado por un millón de palestinos en los centros de votación el martes.
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