El gobierno de Filipinas sofocó ayer un intento de golpe de Estado encabezado por fuerzas militares y policiales, declaró el estado de excepción en todo el país y desplegó efectivos de seguridad en todo el ámbito de la ciudad capital, Manila.

En un mensaje televisivo, la presidenta filipina, Gloria Macapagal Arroyo, declaró que su gobierno había impedido el golpe y que varios oficiales habían sido arrestados. “En cuanto jefa de las Fuerzas Armadas, tengo el control de la situación”, enfatizó Arroyo tras denunciar “tentativas sistemáticas” de desplazarla del cargo por parte de sectores de la oposición y de “militares aventureros” unas horas después de que el ejército anunciara el arresto de varios de sus altos oficiales y de la policía por presunta tentativa de golpe de Estado. Los comandantes de las unidades especiales de los Scout Rangers y de la Infantería de marina, el general Danilo Lim y el coronel Ariel Quevedo, respectivamente, fueron destituidos de sus cargos y arrestados. El director de la policía, Marcelino Franco, también está siendo interrogado, ya que no está claro si estuvo implicado en el supuesto golpe. La presidenta Arroyo anunció además la detención de civiles. El estado de emergencia es una medida de nivel menor que la ley marcial, que permite al ejército aplastar toda revuelta, pero sin que el sistema judicial cese de funcionar.