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Por Patrick Cockburn*

La periodista estadounidense Jill Carroll fue liberada ilesa por sus secuestradores tres meses después de que fuera secuestrada y su traductor asesinado. “Estuve en un buen lugar seguro, una habitación segura y con los muebles indispensables”, dijo, añadiendo que le dieron ropa y alimento suficiente. “Tenía permiso para darme duchas, ir al baño cuando quería. Nunca me golpearon, nunca amenazaron con golpearme”, dijo. No se sabe si se pagó algún dinero por la libertad de Carroll. Casi todos los secuestros en Irak, aun aquellos abiertamente políticos, se hacen por dinero.

Periodista de 28 años, colaboradora del Christian Science Monitor, Carroll fue secuestrada por una banda el 7 de enero cuando iba a entrevistar al político árabe sunnita, Adnan al-Dulaimi. Su secuestro fue vergonzoso para los partidos islámicos sunnitas cuyos miembros fueron acusados a menudo de estar involucrados en olas de secuestros. En este caso era evidente que sus captores deben haber sabido la hora y el día de su entrevista. Llamándose la Brigada Vengadora habían originalmente amenazado con matar a Carroll, a no ser que todas las mujeres prisioneras fueran liberadas. El Ministerio del Interior iraquí dijo que había sido capturada por el Ejército Islámico de Irak.

Fue liberada cerca de una sucursal del Partido Islámico en el duro distrito sunnita de Amariyah. Un miembro del partido dijo que ella se presentó como Jill Carroll y “nos dio una carta escrita en árabe en la que le pedía al Partido Islámico que la ayudara”. Más tarde dio una breve entrevista al canal de televisión del partido, diciendo: “Me trataron bien pero no sé por qué me secuestraron”. Al final de la entrevista el líder del Partido Islámico, Tarek al-Hashemi le regaló un Corán al final de su mensaje diciéndole que “no olvide al pueblo iraquí”. La información sobre el secuestro de periodistas ha sido muy recortada en Irak en los últimos dos años, pero la mayoría de los secuestrados son iraquíes.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère