Viernes, 11 de agosto de 2006 | Hoy
EL MUNDO › ANUNCIARON EL DESBARATAMIENTO DE UN ATENTADO MULTIPLE EN EL AEROPUERTO DE LONDRES
La policía británica asegura que frustró un golpe terrorista preparado para derribar 10 aviones de línea en vuelo a los Estados Unidos con el uso de explosivos líquidos. Hubo 24 detenidos que serían paquistaníes británicos. EE.UU. apuntó a Al Qaida. Conmoción en todo el mundo.
Por Marcelo Justo
Desde Londres
La policía del Reino Unido anunció ayer que había desbaratado un complot terrorista contra vuelos de líneas aéreas americanas entre el Reino Unido y Estados Unidos que provocó caos en los aeropuertos británicos. Según las autoridades, el grupo terrorista planeaba provocar una “matanza sin precedentes” con una serie de atentados contra 10 vuelos distintos en los próximos días. La policía detuvo a 24 personas y el ministro del Interior, John Reid, manifestó que los personajes clave del complot se encontraban bajo arresto. A pesar de esto, Reid aclaró que el nivel de riesgo del atentado terrorista seguía siendo “crítico”, es decir, que Gran Bretaña seguía preparada para la posibilidad de un atentado “inminente”. Esta misma evaluación hizo del otro lado del Atlántico el secretario de Seguridad Interior estadounidense, Michael Chertoff, quien elevó la gradación de amenaza al máximo nivel, “rojo”. Ambos gobiernos indicaron que el primer ministro Tony Blair, de vacaciones en Barbados, había informado al presidente George Bush del operativo policial en curso. Al cierre de esta edición continuaban los allanamientos en distintos domicilios del Reino Unido.
La policía británica dijo que el grupo terrorista planeaba abordar los aviones con el material explosivo oculto en el equipaje de mano para detonarlo a mitad de vuelo entre ambos países. Según la escueta información oficial, el plan era ejecutar tres olas de atentados contra distintos aviones utilizando líquidos químicos de alto potencial explosivo que podían ser transportados en latas o botellas de bebidas gaseosas. Una de las versiones que circuló con más fuerza ayer era que los terroristas planeaban armar el explosivo en pleno vuelo con las distintas partes que buscaban ingresar camufladas en el avión, a fin de hacerlo detonar en el medio del océano para no dejar rastros de su modus operandi. Los blancos del ataque eran tres líneas aéreas estadounidenses: United, Continental y American.
En cuanto a la identidad de los presuntos terroristas, las autoridades se comportaron con clásica discreción británica. El número dos de la policía metropolitana, el subcomisario Paul Stephenson, señaló que se trataba de gente que “se sumerge en el corazón de las minorías” del Reino Unido para poder planear y ejecutar atentados. Este lenguaje elíptico es una manera de no herir la sensibilidad de la minoría musulmana (unas dos millones de personas), sugiriendo que no se trata de la comunidad en su conjunto sino de elementos extremistas anidados en su seno. Fuentes de seguridad citadas por la prensa local pudieron ser más explícitas y subrayar que se trata de británicos de origen paquistaní.
En Estados Unidos y Francia hubo menos pudor informativo. “Es un claro recordatorio de que esta nación está en guerra contra fascistas islámicos que quieren destruir nuestra libertad y nuestro país”, dijo George W. Bush. El secretario de Seguridad Interior estadounidense señaló que todo parecía indicar que se trataba de una operación de Al Qaida “Es un plan sofisticado, con muchos integrantes e indudable alcance internacional”, señaló Michael Chertoff. Ante el nuevo alerta, el gobierno estadounidense anunció que incrementará el número de alguaciles a bordo de vuelos con destino al Reino Unido. Por su parte, el ministro del Interior francés, Nicolas Sarkozy, indicó que los responsables eran en su mayoría británicos de origen paquistaní. En mayo Al Qaida había dado a conocer una declaración amenazando con atacar aviones estadounidenses y británicos, en venganza por la situación en Irak y Afganistán. El alerta terrorista causó caos en los aeropuertos británicos. Al cierre de esta edición, el más grande de Londres y con más tráfico de todo el mundo, Heathrow, permanece cerrado. El segundo aeropuerto británico, Gatwick, también se vio obligado a cerrar en medio de la confusión y el desconsuelo de muchos pasajeros que veían escurrirse entre sus dedos el comienzo de sus vacaciones. La información era escasa y sólo con el correr del día la gente se dio cuenta de que se trataba de un emergencia mayor. Entre los pasajeros que hacían cola se repartieron bolsas transparentes luego de que se prohibiera llevar equipaje de mano a los aviones. Sólo se autorizaba llevar a bordo documentos, pasaje, medicamento no líquido, equipo médico esencial como en caso de diabéticos, gafas sin estuches, biberón y leche para bebés –siempre que su contenido fuera verificado–, productos sanitarios femeninos sin empaque y llaves sin dispositivos eléctricos. Una fuerte presencia policial y el tableteo de helicópteros fueron claras señales del estado de alarma que se vivía ante la posibilidad de cabos sueltos en la investigación y de un presunto grupo terrorista paralelo al capturado.
El primer ministro fue de los que pudo irse de vacaciones con antelación a estos hechos. Según su ministro del Interior, John Reid, Blair aprobó el operativo policial desde la mansión de lujo en la que se aloja en Barbados. Bajo el sol caribeño, el primer ministro puede haber experimentado una cierta satisfacción. El alerta terrorista reivindica su posición dura en temas antiterroristas y lo alivia de la creciente presión política que venía experimentando por la crisis de Líbano y su alineamiento incondicional con la posición de George Bush respecto del cese el fuego. Mientras tanto, en las calles de Londres se vivía con una suerte de resignada incredulidad este regreso del terror. La situación de alerta hizo revivir los días de miedo y espanto que siguieron a los atentados del 7 de julio del año pasado cuando cuatro atacantes suicidas se inmolaron en tres líneas de subte y un colectivo dejando un saldo de 56 muertos y 700 heridos. En los andenes los altavoces difundían con renovada frecuencia el mensaje de hace un año. “No deje paquetes abandonados en los andenes. Cualquier paquete sin dueño visible será inmediatamente retirado y destruido.” Como en una historia cíclica y sin salida, un año después, Londres volvía a ser una ciudad sitiada por fantasmas y temores.
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