Augusto Pinochet está en la miseria, o al menos eso dicen. El ex dictador chileno se habría visto obligado a vender condecoraciones y varias réplicas del bastón de mando para poder subsistir. Tanto Pinochet como su esposa, Lucía Hiriart, no pueden disfrutar de su millonaria fortuna. Hace ya dos años, la Justicia embargó sus cuentas, inmuebles y autos por estar presuntamente vinculados a los delitos de fraude tributario, tráfico de armas, lavado de dinero y hasta narcotráfico. Por suerte para el ex dictador, todavía mantiene admiradores y amigos con mucho dinero. Según publicó ayer el diario conservador El Mercurio, las condecoraciones y los bastones fueron comprados por gente cercana a la familia Pinochet, para ayudarlos en este difícil momento.

A pesar de no poder contar con los más de 16 millones que amasó durante su largo y violento gobierno, Pinochet no conoce la miseria. La semana pasada, un tribunal de apelaciones ordenó descongelar 30.467 de los 255.500 dólares embargados en una cuenta del Bank Boston. Este dinero fue liberado para que el ex dictador pudiera pagar sus cuentas atrasadas. Actualmente sus gastos más importantes son los sueldos de los enfermeros y los choferes que lo asisten las 24 horas del día en su quinta en las afueras de Santiago. Allí pasa, junto a su esposa, la mayor parte de su tiempo, protegido por un enorme operativo de seguridad.

Pero la economía doméstica no es la única preocupación que ronda en la cabeza del ex dictador en estos días. La Corte Suprema del país podría desaforarlo en una nueva causa en las próximas semanas. Esta vez se trataría del secuestro y asesinato del ex agente de la DINA –la policía secreta del régimen pinochetista–, el químico Eugenio Berríos, quien fuera encontrado, ya durante los años de democracia, muerto en Uruguay.

Durante décadas, Pinochet fue uno de los hombres más ricos, más poderosos y más intocables de Chile. Ahora, la sociedad chilena se está cobrando su revancha.