Viernes, 20 de octubre de 2006 | Hoy
EL MUNDO › EN EL SEGUNDO DEBATE FUE LULA QUIEN PASO AL ATAQUE AL CUESTIONAR A CARDOSO
Lula da Silva se mostró enérgico, irónico y frontal frente a su rival, que jugó de nuevo el rol de acusador. El presidente llegó al canal con el respaldo de los sondeos, que lo dan vencedor con amplio margen.
Por Darío Pignotti
Desde San Pablo
El segundo debate presidencial ayer en la cadena TV SBT fue distinto al primero desde un comienzo. En aquél el “challenguer” Geraldo Alckmin había llegado de voz en cuello exigiendo que su oponente “mire a los ojos” de los televidentes y diga al país “de dónde salió el dinero” del dossiergate. Las ínfulas del Alckmin de aquel domingo 8 de octubre se fundaban en su exitosa primera vuelta del 1º de octubre cuando logró cerca de 40 millones de votos y forzó este ballottage. Pero el tiro le salió por la culata: a los televidentes no les gustó su agresividad y Alckmin cayó en las encuestas. Ayer, con todas las encuestas dándole una gran ventaja, fue el presidente Luiz Inácio Lula da Silva quien se mostró enérgico, irónico y frontal.
La primera parte del debate televisivo estuvo dominada por la seguridad y la corrupción. Como se esperaba, Alckmin utilizó los casos de corrupción que acechan al Partido de los Trabajadores (PT) para atacar a Lula. Pero no fue tan contundente y confrontativo como en el primer debate. Sin dirigirse directamente a su rival, decidió referirse a él en tercera persona. “El gobierno debe dar el ejemplo a la sociedad”, demandó el líder socialdemócrata. Esta vez Lula no dudó en contraatacar. “Parece que es un candidato de una nota sola”, aseguró el presidente. La respuesta de Alckmin, sin embargo, lo dejó sin argumentos. “No es una nota sola, son 1,7 millón de notas,” retrucó el opositor, en referencia al dinero que los dirigentes del PT iban a utilizar para pagar el do-ssier con información contra los líderes socialdemócratas.
Alckmin, antes del debate, no parecía amilanarse con los números de las encuestas ni con las diatribas petistas. Conocido por su perseverancia de monje, sigue confiando en que dará una reviravolta (un giro) en las tendencias hasta ahora observadas en el electorado. Así lo dijo ayer por la tarde antes de salir hacia el canal. Reconoció, implícitamente, haber sido poco convincente al negar su intención de no privatizar empresas estatales como Petrobras y Banco do Brasil. El tema tuvo la virtud de implantar una polémica que parecía perimida: la revisión de las privatizaciones que ocurrieron durante la gestión del ex presidente Fernando Henrique Cardoso (1994-2002).
Lula ayer no dejó pasar la oportunidad de plasmar ante las cámaras el apoyo de su rival a las cuestionadas privatizaciones. “¿Cuál es su visión sobre las privatizaciones?”, preguntó el presidente. Alckmin se mostró disgustado e intentó evitar el tema lo más posible. “Lula tiene los ojos volteados hacia atrás”, aseguró, intentando bajarle el tono a la cuestión. Luego habló del poco crecimiento que viene teniendo el país, -2,3 por ciento el año pasado, cifra sólo superior a Haití en el continente. Sin embargo, finalmente reconoció que apoyó y apoya las privatizaciones del gobierno anterior.
En las vísperas del choque televisado, cada cuartel electoral instruyó a sus hombres para que debilitaran las posiciones enemigas. Ayer por la tarde la comisión parlamentaria que investiga las ventas irregulares de ambulancias en el actual y el anterior gobierno fue una usina de rumores de todo calibre. Uno de ellos afirmaba que este fin de semana una revista revelará que el dinero con que se pretendía comprar el dossier del escándalo provenía del PT. Mientras tanto, Lula parece tener “la victoria en sus manos”, según el director de la encuestadora Datafolha, que en un sondeo de esta semana le dio 20 puntos de ventaja. La única chance de que el mandatario no logre su segundo mandato sería el destape de otra noticia comprometedora, semejante a la foto de los 800 mil dólares (1,7 millón de reales) secuestrados a dos miembros del PT con la que los principales diarios brasileños abrieron sus ediciones del sábado 30 de septiembre, un día antes de los comicios.
La Justicia ordenó ayer abrir el secreto bancario de Freud Godoi, asistente de Lula desde hace veinte años. El juez sospecha que en esas cuentas puede haber una pista sobre el “dossiergate”. Si el magistrado estuviera en lo cierto, Lula estaría en aprietos. Ayer, en el diario Folha de San Pablo, Lula aceptó que ese caso no está cerrado y puede traerle problemas si las investigaciones en curso comprueban que ese dinero salió de las arcas del PT, lo que constituiría delito electoral.
Probables conversaciones entre los consejeros de Lula y su colega boliviano, Evo Morales, explicarían la moderación con que éste se condujo en los últimos días en contraste con sus posiciones de un mes atrás. Desde Santa Cruz de la Sierra, el mandatario boliviano aseguró ayer que “jamás” dejará sin gas a Brasil, con lo cual desactivó los argumentos de Alckmin, quien había martillado sobre el tema en el primer debate, el 8 de octubre.
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