Martes, 24 de octubre de 2006 | Hoy
EL MUNDO › LA SITUACION ES CRITICA EN LOS SUBURBIOS FRANCESES
Por Eduardo Febbro
Desde París
Un año después de los disturbios que estallaron en los suburbios franceses a raíz de una controvertida intervención de la policía que provocó la muerte de dos adolescentes en la localidad de Clichy-sous-Bois, Zyed Benna y Bouna Traeré, la situación en el conjunto de la periferia sigue siendo explosiva. Tensiones, enfrentamientos con la policía, agresiones mutuas, racismo, desconfianza, sensación de injusticia, todos los ingredientes que el 27 de octubre de 2005 condujeron al desenlace violento siguen reunidos. El contexto es tan crítico que un informe confidencial de un servicio de policía de Francia especializado en el espionaje de proximidad (RG, servicio de Informaciones Generales) advierte sobre los nuevos signos de conflicto.
Publicado en parte por el diario conservador Le Figaro, el informe afirma que es la región de L’Ile de France, es decir, París y sus alrededores, donde se encuentra la mayor fuente de preocupación. Las proyecciones policiales del estudio titulado “Situación en los barrios sensibles” son casi catastróficas. La policía teme que se produzcan nuevos disturbios, pero esta vez no ya espontáneos sino “estructurados”. Esos actos tendrían hoy un carácter distinto: “Ya no se trataría de quemar autos, sino de atacar a las instituciones y a uno de sus representantes institucionales aún presentes en algunos sectores: la policía”. Lo cierto es que ha transcurrido un año del drama en que dos adolescentes perseguidos por la policía murieron electrocutados en un transformador y nada ha cambiado estructuralmente.
A pesar de la masiva toma de conciencia sobre el racismo y la exclusión del que eran objeto los jóvenes de los suburbios y pese al evidente fracaso de la política de represión exclusiva adoptada por el actual ministro de Interior y candidato de la derecha a las elecciones presidenciales del año próximo, Nicolas Sarkozy, el mal se ha seguido incubando en el corazón de la sociedad. Buscar un trabajo o un domicilio y llamarse Ahmed o Muhammad continúa siendo en Francia un desafío a la razón y a la humanidad. Sarkozy no es en nada responsable del desarreglo estructural heredado de las políticas aplicadas en Francia desde los años ’60, es decir, cuando Francia necesitó mano de obra extranjera. Sin embargo, sus intervenciones públicas fueron el segundo detonante de la crisis. Los policías que trabajan en el terreno confiesan sus temores ante una configuración caracterizada por la desobediencia. Algunos, bajo el anonimato, han evocado una suerte de tierra de nadie: “La existencia de una categoría de jóvenes que no mantienen más un lazo estructurado con el cuerpo social y son capaces de asumir actitudes desprovistas de límites”.
Véronique Le Goaziou, socióloga y coautora del libro Cuando los suburbios se incendian, destaca que para los jóvenes que participaron en los incidentes del año pasado el marco de las condiciones no evolucionó: “La rabia de los disturbios se desencadenó a raíz distintas experiencias de la vida ordinaria que, para muchos de los jóvenes, no están lejos de representar la humillación”. Todos los estudios realizados así como los libros publicados sobre el incendio de los suburbios contradicen los argumentos adelantados por Sarkozy, quien siempre alegó –y continúa haciéndolo– que esa violencia tenía como resorte central la delincuencia, el tráfico de drogas y ciertas formas del crimen. Laurent Miccielli, el otro autor del libro, subraya que se trata aquí de un análisis erróneo: “Es un tema clásico de la derecha, para la cual esa violencia sólo puede explicarse por la violencia y la manipulación. A su manera, esos jóvenes que participaron en los disturbios nos envían un mensaje de tipo político, en el sentido más noble del término. Nos están interpelando sobre su lugar y el porvenir que tienen en la sociedad francesa”. Véronique Le Goaziou no duda tampoco en vaticinar otra crisis: “Estamos en un contexto de fuerte probabilidad de que estallen nuevos disturbios”.
En el curso de las últimas semanas se produjeron incidentes de suma gravedad en varios suburbios del país. Incendios de autos y autobuses y, sobre todo, enfrentamientos sangrientos con la policía volvieron a interpelar al conjunto de la sociedad, sobre todo por la naturaleza organizativa de la violencia. En tres casos recientes la policía fue atacada por grupos que habían organizado detalladamente la trampa en la que cayeron las fuerzas del orden. Estos focos de violencia no han hecho sino aumentar la carrera por ver quién pega más y más fuerte. Francia está en plena campaña electoral para las presidenciales de 2007 y el tema de la seguridad es una suerte de kiosco obsesivo.
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