Lunes, 4 de diciembre de 2006 | Hoy
EL MUNDO › EL OFICIALISMO SE IMPONIA EN VENEZUELA CON EL 61 POR CIENTO CONTRA LA DERECHA
“Viva la revolución socialista” dijo el reelecto presidente Hugo Chávez, tras conocerse los primeros resultados que lo dieron ganador por más de 20 puntos ante su rival unitario Manuel Rosales. Luego, éste reconoció su derrota. Los venezolanos acudieron masivamente a las urnas.
Por Lucía Alvarez y Diego González
Desde Caracas
A las diez y cuarto de una noche tranquila y lluviosa, seis horas después del cierre oficial, el Consejo Nacional Electoral (CNE) con el 78,31 por ciento de las mesas escrutadas, dio el primer boletín oficial que le otorgó la reelección presidencial a Hugo Rafael Chávez Frías con un 61,35 por ciento de los votos sobre el 38,39 del candidato opositor unitario, Manuel Rosales. Inmediatamente después, desde el balcón del pueblo de Miraflores, el ganador salió y comenzó a cantar el himno nacional ante los suyos. “Viva Venezuela, viva el pueblo venezolano, viva la revolución socialista”, fueron sus primeras palabras.
Con la imagen de los soldados en el techo del palacio de gobierno que recordaban la vuelta al poder de Chávez luego del golpe del 13 de abril de 2002, el reelecto presidente aseguró: “Que nadie le tenga miedo al socialismo que es fundamentalmente humano; que es amor, solidaridad. Es un socialismo originario, indígena, cristiano y bolivariano. Hoy comienza esa nueva época”. La respuesta fue ensordecedora: “Uh, ah, Chávez no se va”.
“La nueva época que hoy comienza tendrá como idea fuerza central, como línea estratégica fundamental la profundización, la expansión de la revolución bolivariana, la vía venezolana hacia el socialismo”, aseguró. Al mismo tiempo, invitó “a todos los sectores de la vida nacional” a que formen parte de la construcción del nuevo modelo. Después de saludar a Néstor y a Cristina Kirchner, a Rafael Correa y a Fidel Castro afirmó: “Le hemos dado otra muestra de dignidad al imperialismo norteamericano”. Después, Rosales reconoció su derrota. Ya a las las ocho de la noche, el dirigente Teodoro Petkoff había asegurado que la jornada había transcurrido con normalidad.
Todo comenzó a las tres de la mañana con el sonido de la diana. Así, esta sociedad polarizada se volcó masivamente a las urnas. Banqueta bajo el brazo, juego de naipes en mano y algún perro inquieto como compañero fueron las opciones de los venezolanos para lo que serían, con suerte, cinco horas de cola. Los provocativos carteles de la campaña, todavía colgados en las calles caraqueñas, contrastaban con la parsimonia de la gente en las interminables filas. Sólo algún episodio aislado rompía con lo que en los medios de comunicación los funcionarios públicos y los reporteros anunciaban como “una verdadera fiesta democrática”.
De los dos candidatos principales, el opositor Manuel Rosales fue el primero en ejercer su derecho al voto en Maracaibo. Entre los fotógrafos y las cámaras declaró: “Ha habido retrasos en las mesas electorales en aquellos estados adversos al otro candidato”. Más allá de estas advertencias y del reclamo ante el CNE de agilizar los procesos, aseguró que todo estaba ocurriendo con normalidad. Una hora y media después, Chávez hizo su aparición en un escarabajo rojo. Entre la multitud se lo notaba contento y lleno de júbilo, como él mismo describió la jornada. Desde el Liceo Manuel Palacio Fajardo de la parroquia del 23 de enero en Caracas, contestó a Rosales: “En un día como hoy no me parece estar haciendo rodar bolas sin ningún tipo de pruebas. No vaya a ser que alguien, sintiéndose derrotado ya comience desde temprano a decir esto o aquello. Los venezolanos aspiramos responsabilidad. Y mientras más altura tenga un dirigente más responsable debe ser ante el pueblo”.
Con este resultado, el panorama que se abre es el de una oposición que ratifica el viraje en su política al buscar instalarse como una fuerza que cuenta con un 38 por ciento de los votos y a abandonar las aventuras que tanto daño le hicieron. Fueron ellas, justamente, las que permitieron la actual polarización y la radicalización de la “Revolución Bolivariana” que ahora habla de socialismo, pero en 1999 era de carácter nacionalista. Nunca quisieron conversar con Chávez, ni siquiera cuando él, después de la intentona golpista de abril de 2002, llamó al diálogo. Esto generó un antagonismo que hizo avanzar al proceso y que obligó al presidente durante la campaña a señalar que “se terminó el Chávez contemplativo” y a negarse a un nuevo pacto de Puntfijo, que como en la IV República, anule el juego gobierno-oposición y avance hacia un bipartidismo que se intercambie el poder. Entonces, con el reconocimiento democrático de los resultados electorales, la gran derrotada es la visión golpista, hoy abstencionista, que pretende borrón y cuenta nueva. La heterogénea oposición, sin un dirigente de fuste que enfrente al carismático Chávez ya que tanto Rosales como Julio Borges o Teodoro Petkoff están relacionados con lo viejo, aceptó así su incapacidad contextual de proponer un proyecto nacional para la sociedad venezolana que supere al antichavismo. Se resignó a reconocer la hegemonía gubernamental y terminó de entregar la iniciativa al oficialismo reconociéndolo como fenómeno político-social.
El bolivarianismo, por su parte, si bien se siente victorioso, sabe que debe redefinir las reglas ya que todo indica que ahora el debate se dará en un marco institucional. Este nuevo escenario lo sitúa en una extraña situación. Implica, por lado, seis años de gobernabilidad, dato nada menor en un país en el que Miraflores vivió en jaque desde 2001 hasta el referéndum revocatorio de agosto de 2004.
Unos de los primeros en felicitar al reelegido Hugo Chávez fueron el presidente Néstor Kirchner y su esposa, la senadora Cristina Fernández de Kirchner, según informaron fuentes oficiales a la agencia Télam. El Presidente y la primera dama llamaron al mandatario venezolano anoche, aún antes que se conocieran los resultados oficiales. Lo felicitaron por el desarrollo tranquilo de los comicios y por la contundente victoria, que ya demostraban desde temprano los sondeos de boca de urna y los festejos en las calles de Caracas. Chávez no sólo agradeció el llamado, sino que además les deseó a Kirchner y su esposa la misma suerte para el próximo año y éxitos para lo que queda de su gestión. Los dos mandatarios mantuvieron durante los últimos años una fuerte alianza en los niveles económico y político, en temas regionales y también mundiales.
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