EL MUNDO › BERLUSCONI QUIERE SER PRESIDENTE CON SUPERPODERES
Il Cavaliere quiere ser Duce
El premier italiano quiere que el presidente sea electo y que pueda disolver y formar gobiernos. Si es así, se presentaría como candidato. Y si gana, tendría tanto poder como Mussolini.
Por Rory Carroll *
Desde Roma
Silvio Berlusconi sacudió a Italia al declarar que renunciará a su cargo de primer ministro para convertirse en presidente si se reforma la Constitución para hacer del presidente una figura más poderosa, más al estilo francés. El magnate mediático dijo que se presentará como candidato a presidente si el rol ceremonial que tiene el presidente en Italia como “padre de la nación” es fortalecido con poderes ejecutivos como la disolución del Parlamento y la formación de gobiernos. La última figura con semejante poder en Italia fue Benito Mussolini, pero Berlusconi aclaró que se necesita un nuevo sistema para terminar con la inestabilidad política crónica que produjeron los “gobiernos de puertas giratorias”.
“Es una reforma necesaria para hacer que nuestras instituciones políticas sean más estables en nuestro país, que ha tenido en los últimos 50 años gobiernos que duraron apenas un año en promedio”, dijo el premier. “Si implementamos una reforma institucional, y gobernar el país significará de aquí en más convertirse en el presidente de la República, entonces me sacrificaré”, declaró. Estos comentarios, hechos en la víspera de las manifestaciones pacíficas en Génova para conmemorar los sucesos que rodearon la cumbre del G-8 allí –cuando los choques entre las fuerzas de seguridad italianas y los manifestantes antiglobalización dejaron un muerto y cientos de heridos–, confirmaron las especulaciones acerca de que Berlusconi quiere mudarse de la residencia del premier, el Palacio Chigi, al presidencial, el Quirinale.
El líder centroderechista es conocido como un mandatario personalista y las encuestas de opinión sugieren que la mayoría de los italianos prefiere que el presidente sea electo por el pueblo, como propone Berlusconi, antes que por el Parlamento, como ocurre ahora. Los críticos dijeron que la propuesta dará mucha más autoridad a un nuevo rico que, de manera directa o indirecta, controla el 90 por ciento de la televisión en un país con una división de poderes débil o casi inexistente entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
“Este primer ministro ve a la política y a la democracia con ojos de empresario”, señaló al diario milanés Il Corriere della Sera Gavino Angius, líder en el Senado del partido Demócratas de Izquierda (DS). “Se autoproclama candidato para el cargo político más alto sólo para seguir concentrando poder y perseguir sus propios intereses.” La Repubblica, diario de centroizquierda, dijo que Italia no debería ser gobernada por “San Silvio Banana”.
Los analistas coinciden en que las instituciones políticas italianas necesitan una reforma, pero están divididos acerca de la viabilidad para Italia de un modelo de democracia del tipo francés, diseñado por Charles De Gaulle para sí mismo. Los primeros ministros italianos han sido tradicionalmente rehenes de aliados díscolos en sus coaliciones y de grupos como sindicatos y las corporaciones empresarias –toda una receta para la parálisis–, pero desde la victoria electoral de mayo del año pasado, Berlusconi –de 65 años– ha ejercido un control de hierro sobre el gabinete y el Parlamento.
Berlusconi dijo que seguirá en el cargo de premier si no se refuerza la presidencia. “Si este sistema sigue en pie, me presentaré en el 2006 para gobernar Italia por otros cinco años.” El actual presidente, Carlo Azeglio Ciampi, no hizo comentarios sobre el tema. Los críticos acusan a Berlusconi, el hombre más rico de Italia, de megalomanía, y de escapar a los cargos de corrupción que acumuló en su carrera empresarial. En su calidad de jefe de Estado, los jueces tienen muchas dificultades para seguir los casos. Se supone que una ley reciente que “descriminaliza” los casos de contabilidad falsa terminará con tres juicios en contra de Berlusconi. La cuarta acusación, de soborno a jueces, es más difícil de enterrar.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.