Viernes, 16 de febrero de 2007 | Hoy
La Asamblea Constituyente aprobó su sistema de votación seis meses después de instalada. Si Morales no logra convencer a la oposición, puede que se lleven a referéndum dos cartas magnas.
Por Pablo Ortiz
Desde Sucre
El acuerdo no dejó satisfecho a nadie, pero fue lo más cercano a una solución salomónica. La Asamblea Constituyente de Bolivia aprobó la medianoche del miércoles su sistema de votación, que reconoce la mayoría absoluta del oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS), pero, al mismo tiempo, lo obliga a consensuar para aprobar la nueva Carta Magna. Como todo en Bolivia, para que este acuerdo llegue hubo que poner en riesgo la continuidad de la misma Asamblea. La noche anterior, el MAS había intentado aprobar sin éxito una modificación del mismo artículo y la única buena noticia de su fracaso fue que se quedó a seis votos de los dos tercios. Fue por eso que en la sesión del miércoles intentó por todos los medios que se realice una reconsideración nominal del voto (la votación es electrónica), para controlar a sus militantes que votaron en su contra. La oposición, por razones de procedimiento, se opuso de forma tajante y se inició una discusión nutrida de insultos de la cual ni la prensa salió librada.
Mientras los 247 asambleístas presentes intercambiaban discursos, detrás de las bambalinas del teatro Gran Mariscal, sede de la Constituyente, los jefes de los partidos buscaban soluciones. Todo comenzó con una llamada del jefe del Movimiento Nacionalista Revolucionario, Guillermo Richter, al jefe del MAS, Román Loayza. Ambos decidieron volver a la mesa de negociaciones, pero dejaron en manos de los técnicos los pormenores del acuerdo. Fueron dos de los vicepresidentes de la Asamblea, Ricardo Cuevas, del opositor Camino Al Cambio, y Roberto Aguilar (MAS), los que encontraron la salida al entuerto.
El acuerdo divide la toma de decisiones en seis etapas. La primera está referida a la aprobación de los informes de las 21 comisiones que integran la Asamblea. De cada una de ellas podrá salir un informe por mayoría y otro por minorías. Luego vienen las etapas normales de aprobación de cada ley: en grande, en detalle y revisión. Ahí es donde se reconoce la mayoría absoluta del MAS, ya que entre el 1º de mayo y el 2 de julio tendrá la posibilidad de que sólo su informe de mayoría sea tomado en cuenta para la nueva Constitución. Si bien podrá aprobar la etapa en grande por mayoría absoluta, necesitará dos tercios para las otras dos. Es por ello que si hasta el 2 de julio no logra convencer al resto de los asambleístas con su proyecto de nueva Constitución, reaparecerán los informes por minorías y, de no llegar a acuerdos, se corre el riesgo de que se haga una consulta ciudadana en la que se deba decidir entre dos constituciones diametralmente opuestas.
Esto desata todos los miedos en la Asamblea Constituyente. El jefe opositor, Rubén Darío Cuéllar, como el vocero oficialista, Marco Carrillo, coinciden en que una situación como ésta pondría en riesgo de balcanización a Bolivia. Pese a que el MAS ya ha ganado dos elecciones por mayoría absoluta y que el último sondeo de opinión le otorga un 59 por ciento de popularidad a Evo Morales, la geografía electoral boliviana no es uniforme sino que está polarizada entre Oriente y Occidente. Esto podría significar que pese a que el oficialismo gane las elecciones, la Constitución de la mayoría (la del MAS), tendría muy pocas posibilidades de triunfar en las provincias autonomistas (Santa Cruz, Beni, Tarija y Pando), por lo que se daría la posibilidad de que el Altiplano y los valles quieran una Constitución, mientras que los llanos y el Chaco voten por otra. “Se formaría una especie de republiquetas y las provincias de Oriente tendrían la legitimidad que da el voto para crear otro Estado”, analiza el podemista Gamal Serham.
Sin embargo, en el último mes hay algo que da la esperanza de llegar a consensos: el trabajo de las comisiones. Cuando se los separa en pequeños grupos, oficialistas y opositores consiguen escucharse sin insultos. Esto los ha llevado a pensar que pueden llegar a consensos y a evitar la consulta ciudadana. Para ello, el MAS deberá quitar todo lo radical de su proyecto de Constitución y la oposición aceptar ideas de izquierda.
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