Viernes, 11 de mayo de 2007 | Hoy
EL MUNDO › TRAS DIEZ AÑOS AL FRENTE DEL GOBIERNO BRITANICO LLEGO EL ADIOS
Orgulloso, resaltó los logros de su gobierno, pero reconoció que fue “polémica” su decisión de ir a la guerra con Irak. Se va el 27 de junio.
Por Marcelo Justo
Desde Londres
Tony Blair reveló finalmente la fecha de su partida. En un discurso en su distrito electoral, Sedgefield, el primer ministro anunció que renunciaba a la jefatura partidaria y que el 27 de junio presentaría a la reina Isabel II su dimisión como primer ministro. Nadie duda de que el Partido Laborista elegirá en su lugar al ministro de Economía y coartífice del Nuevo Laborismo, Gordon Brown. Mientras la historia debate su legado, una cosa es clara. Blair sumó 10 años ininterrumpidos en el gobierno, record para un líder laborista, pero no pudo realizar su sueño más íntimo: superar los 11 años y medio en el poder de Margaret Thatcher.
El anuncio de Blair no sorprendió a nadie, pero marca el fin de una era. El pasado septiembre el primer ministro había anticipado que en un año ya no estaría en el cargo y desde hace más de una semana era un secreto a voces que anunciaría en estos días la fecha exacta de su partida. Aunque el primer ministro todavía no había abierto la boca, ayer la mayoría de los matutinos publicaron suplementos especiales con un balance de su gestión. Desde la muerte de Lady Di en 1997 hasta los atentados del 7 de julio de 2005, del proceso de paz en Irlanda del Norte a la invasión a Irak, de la famosa e insustancial “tercera vía” a la alianza incondicional con George W. Bush, el primer ministro tuvo una actuación con muchos matices y colores. Gracias a un crecimiento económico sostenido, una modesta redistribución económica y una fuerte inversión en Salud y Educación, ganó tres elecciones consecutivas y todavía tiene una cómoda mayoría en la Cámara de los Comunes. Al mismo tiempo, lanzó al Reino Unido a tres guerras –Kosovo, Afganistán e Irak, sin contar la escaramuza en Sierra Leona– que lo convirtieron en el primer ministro británico más beligerante de las últimas décadas.
Ayer, en su discurso en Sedgefield, Blair hizo una encendida defensa de sus diez años en el poder. “Desde 1945 sólo un gobierno puede decir que bajó el desempleo, mejoró la salud, la educación y la seguridad, e hizo crecer la economía”, dijo el primer ministro. Blair reconoció que no había conseguido satisfacer las expectativas que había generado y pidió disculpas por ello. “Hubo extraordinaria expectativa por lo que podíamos hacer. Y sé que hubo muchas cosas que no conseguimos. Hay gente que dice que no debería haber generado tanta expectativa. Pero, para ser franco, no lo hubiera querido de otro modo. Soy una persona optimista. La política es el arte de lo posible. Pero a veces tenemos que intentar lo imposible.” La famosa tercera vía, equidistante del socialismo y el capitalismo, propuesta como nuevo mapa en un mundo sin ideologías, resultó un fiasco con mucha retórica y escasos hechos. Pero lo que más marcó la década es la guerra en Irak, la más impopular de todas las intervenciones militares de Blair.
Maestro en retórica discursiva, el primer ministro reconoció que la decisión de Irak había sido “polémica” y dejó flotando la impresión de que admitía la posibilidad de un error sin reconocerlo explícitamente en ningún momento. “El 11 de septiembre y la muerte de tres mil personas en Nueva York fue impredecible. Decidí que teníamos que trabajar codo a codo con Estados Unidos. Lo hice porque creía firmemente que debíamos hacer eso. Vino Afganistán y luego la terrible polémica de Irak. No resultó difícil sacar a Saddam del poder. Pero la respuesta del terrorismo internacional ha sido feroz y costosa. Para muchos no valía la pena. En mi opinión creo que tenemos que seguir hasta el final. Los terroristas no van a parar porque nosotros paremos”, dijo Blair. Unos minutos más tarde añadió que siempre había actuado con sinceridad. “Con la mano en el corazón, puedo decir que siempre hice lo que creí correcto. Puedo haber cometido errores, pero les pido que me crean cuando les digo que siempre hice lo que, a mi juicio, era lo mejor para nuestro país”, dijo Blair.
Un sondeo publicado la semana pasada por el matutino The Independent indicaba que para un 69 por ciento de los británicos el principal legado de su gestión sería Irak. Curiosamente, en la misma encuesta, un 61 por ciento juzgaba que, a pesar de la guerra, Tony Blair había sido un buen primer ministro.
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