Viernes, 20 de julio de 2007 | Hoy
EL MUNDO › SE AGRAVA LA CRISIS DE LOS ESPIAS CON LA RESPUESTA DE PUTIN
Crece el conflicto entre Moscú y Londres. Ayer se suspendió el otorgamiento de visas diplomáticas en los dos países. El lunes, Gran Bretaña había expulsado a cuatro funcionarios rusos porque el Kremlin se había negado a extraditar a un espía.
Por Pilar Bonet *
Desde Moscú
Rusia anunció la expulsión de cuatro diplomáticos británicos como respuesta a la medida análoga adoptada el lunes por el Reino Unido en el contencioso sobre la extradición de Andrei Lugovoi, considerado como el principal sospechoso del asesinato de Alexandr Litvinenko, un ex agente de seguridad exiliado en Londres, que había adquirido la ciudadanía británica. Los representantes rusos calificaron de “simétrica” su reacción, pero fueron más allá que sus colegas del Foreign Office, ya que Moscú suspendió también la colaboración con el Reino Unido en la lucha contra el terrorismo.
“Estoy seguro de que también superaremos esta minicrisis”, dijo el presidente Vladimir Putin, refiriéndose a las relaciones ruso-británicas, desde la ciudad de Saransk, donde se encontraba. Los representantes oficiales rusos no solicitarán visados para viajar al Reino Unido, y Rusia tampoco los expedirá a los funcionarios británicos, mientras éstos no clarifiquen en qué consistirán las restricciones que Londres planea a los desplazamientos de los funcionarios estatales rusos, según manifestó el portavoz de Exteriores, Mijail Kaminin. Según éste, las medidas anunciadas el pasado lunes “hacen imposible continuar la cooperación en la lucha contra el terrorismo”.
En el otoño de 2005, Rusia y el Reino Unido convinieron en crear un grupo de trabajo para colaborar en este fin. Ayer, el vicepresidente del comité de seguridad de la Duma (Cámara baja del Parlamento), Mijail Grishankov, expresó su esperanza de que el cese de la colaboración sea temporal. Consideró, sin embargo, que Rusia no puede colaborar con un país que se niega repetidamente a entregar a Rusia al magnate Boris Berezovski y al ex ministro de Exteriores de los separatistas chechenos Ajmed Zakaiev. Tanto Berezovski como Zakaiev recibieron asilo político en el Reino Unido. La posición rusa fue transmitida ayer al embajador británico en Moscú, Tony Brenton, que fue convocado en el Ministerio de Exteriores y se entrevistó allí con el viceministro Alexandr Grushko poco antes de que el portavoz anunciara la reacción rusa. Esta ha tardado dos días en llegar desde que el martes un viceministro adelantó que la respuesta sería adecuada y puntual.
La agencia Interfax, citando fuentes anónimas del Ministerio del Exteriores, había indicado que Moscú consideraba una reacción asimétrica a la baja. Sin embargo, el cese de la colaboración en la lucha contra el terrorismo subió el tono de la respuesta y hace pensar en la existencia de un debate interno sobre su envergadura. “Moscú no buscó la desavenencia con Londres”, señaló Kaminin, según el cual la reacción rusa no afectará los intereses de los ciudadanos de a pie de ambos países, turistas, empresarios, periodistas y participantes en intercambios científicos y culturales. El portavoz afirmó que el gobierno laborista británico no actúa con “el sentido común ni con pragmatismo y respeto a la ley que caracterizan a los británicos”, pero dijo también estar convencido de que “al final, el sentido común se impondrá y las relaciones ruso-británicas se liberarán de los lastres artificiales”, ya sea “la coyuntura política en Gran Bretaña” o el “intento de jugar la carta rusa en la política europea o euroatlántica”.
Los nombres de los afectados por las expulsiones no han sido revelados pero, según el canal de televisión NTV, podrían estar relacionados con el asunto del supuesto espionaje por medio de piedras huecas equipadas con alta tecnología, que fue denunciado por Moscú en enero de 2006. Los servicios de seguridad rusos mencionaron entonces cuatro implicados en aquella historia digna de las novelas más fantásticas, pero Putin se mostró a favor de dejar que los supuestos espías permanecieran en Rusia, en lugar de expulsarlos y tener que detectar después a los nuevos que llegarían en su lugar.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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