Martes, 31 de julio de 2007 | Hoy
La administración Bush envía el mensaje de que está firme con sus tradicionales socios árabes conducidos por sunnitas contra el Irán chiíta y está dispuesto a reforzarles la defensa. Del paquete de 60 mil millones, 20 mil serán para Arabia Saudita y 30 mil para Israel.
Por Rupert Cornwell *
desde Washington
Estados Unidos anunció ayer un paquete de asistencia militar por un valor de más de 60 mil millones de dólares a Israel, Egipto, Arabia Saudita y otros aliados clave en el Golfo. El objetivo es aumentar las defensas regionales contra el creciente poderío de Irán e inducir en especial a Ryad a que detenga el apoyo a los grupos insurgentes sunnitas dentro de Irak. Anoche, los altos funcionarios de la administración Bush se dirigieron a Medio Oriente para discutir los detalles de los arreglos. El elemento más polémico –en Estados Unidos, por lo menos– es el abastecimiento de armamento de última tecnología a Arabia Saudita, que incluye bombas guiadas por satélites, la elevación de los niveles de los aviones de combate sauditas, así como nuevos barcos para la marina del reino, parte de lo que podría ser un acuerdo por 20 mil millones.
En un intento de reasegurar a Israel y atajar a la oposición en el Congreso, Washington prometió al Estado judío un aumento en asistencia militar de hasta 30 mil millones de dólares durante la próxima década, un 30 por ciento más que en los últimos 10 años. El dinero le permitirá a Israel mantener su ventaja tradicional en armamentos de alta tecnología, aun cuando Estados Unidos ayuda a sus rivales árabes a aumentar sus propias fuerzas militares. Parte de ellos será para reemplazar el equipo perdido por Israel en la guerra contra el Líbano de 2006. La asistencia a Egipto de 13 mil millones de dólares también significará un sustancial aumento.
Instigado por Israel, Estados Unidos les pidió a los sauditas que aceptaran las restricciones con relación al tamaño y variedad de los armamentos guiados por satélite y que los mantengan en bases alejadas del territorio israelí. Washington espera así poder evitar que se repitan unas penosas batallas en el Capitolio sobre la venta de armas a Ryad, que hizo que Arabia Saudita se volcara a otros proveedores, especialmente Gran Bretaña. Los funcionarios de la administración están advirtiendo aquí a los legisladores clave que la industria de armas de Estados Unidos podría sufrir un golpe similar esta vez si el Congreso controlado por los demócratas trata de imponer demasiadas condiciones a las ventas.
Al mismo tiempo, Washington está tratando de convencer a los sauditas en especial y a otros estados del Golfo de que hagan más para ayudar a estabilizar a Irak. Quiere que corten la ayuda financiera a los grupos sunnitas opuestos al gobierno dominado por los chiítas de Nouri al Maliki, y detengan el flujo de combatientes extranjeros a Irak. En una de las pocas críticas públicas por parte de los sauditas, hecha por una alta figura de la administración Bush, Zalmay Khalilzad, el ex enviado de Washington a Bagdad y actual embajador a las Naciones Unidas, acusó a Ryad de socavar los esfuerzos de Estados Unidos por restaurar el orden en Irak. “No cabe duda de que Arabia Saudita y una serie de otros países no están haciendo todo lo que pueden para ayudarnos en Irak”, le dijo a CNN Khalilzad esta semana.
Esta semana, Condoleezza Rice, la secretaria de Estado, y el jefe del Pentágono, Robert Gates, entregarán el mismo mensaje cuando se encuentren con sus pares de Egipto, Jordania, Arabia Saudita y otros Estados del Golfo en Sharm el Sheikh, y cuando Gates viaje luego para encontrarse con el rey saudita Abdullah. La propuesta de venta de armas también tiene la intención de mostrar que, suceda lo que suceda en Irak, Estados Unidos está firme detrás de sus tradicionales aliados conducidos por sunnitas –los llamados Estados árabes “moderados”– contra el Irán chiíta. “Nuestro compromiso en la región permanece firme, estamos tratando de realzarlo y desarrollarlo”, le dijo al New York Times un alto funcionario del Pentágono.
Los críticos dicen que estos últimos pasos dados por Washington sólo alimentarán una nueva carrera armamentista en Medio Oriente. Sin embargo, más allá de este argumento, la estrategia es muy delicada, dada la baja imagen de Estados Unidos en toda la región y su falta de credibilidad en el mundo árabe. También es intrincada, por no decir directamente contradictoria.
La administración Bush les está pidiendo a los Estados sunnitas que apoyen al gobierno liderado por los chiítas en Bagdad, aunque ese gobierno es un aliado natural de Irán, cuya creciente influencia, y sospechadas ambiciones de armas nucleares, lo convierten en la principal preocupación para aquellos mismos Estados sunnitas, así como para Israel.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.