Jueves, 16 de agosto de 2007 | Hoy
En el marco de la estrategia de confrontación con Irán, la Casa Blanca está a punto de incluir a las fuerzas militares de los ayatolás en la lista de organizaciones terroristas.
Por Sandro Pozzi *
desde Nueva York
George Bush se fue de vacaciones dejando claro que Irán es una amenaza para la paz y la seguridad mundial, y por eso dijo que no está dispuesto a ceder ante la actitud desafiante de Teherán. En el marco de esta estrategia de confrontación y aislamiento del régimen de los ayatolás, la Casa Blanca estaría a un punto de incluir a la guardia revolucionaria iraní en la lista de grupos terroristas internacionales que creó tras los ataques suicidas del 11-S. De concretarse, será la primera vez que EE.UU. sume a unas fuerzas militares soberanas a su listado de organizaciones, individuos y compañía que supuestamente desempeñan actividades terroristas.
Las intenciones de Washington fueron reveladas ayer por The New York Times y The Washington Post, citando a fuentes de la administración estadounidense. La iniciativa estaría siendo ultimada por la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, que ya planteó en el pasado esta posibilidad a los países de la Unión Europea. EE.UU. busca una acción similar por parte de los bancos asiáticos. Y es que la Casa Blanca está visiblemente frustrada con la lentitud con la que avanza el expediente de la amenaza nuclear iraní en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y acusa además a Irán de ser un país que apoya el terrorismo. El propósito de George Bush, según explican los dos rotativos estadounidenses, es incrementar aún más la presión política y psicológica sobre el presidente Mahmud Ahmadinejad, aprovechando que su gobierno pasa por horas difíciles por la crisis económica y la proximidad de las elecciones. Y de paso, añaden, busca persuadir a otros países aliados e instituciones financieras internacionales a que corten sus relaciones con Irán, país al que la comunidad internacional aplica desde hace un año un régimen de sanciones económicas, financieras y diplomáticas por su controvertido programa atómico.
Con esta orden ejecutiva se daría un paso más en la confrontación entre Washington y Teherán. En la práctica, se cerraría el grifo a las operaciones financieras que realiza el cuerpo revolucionario fuera de Irán, como se hace con las 42 organizaciones recogidas en la lista del Departamento de Estado, y en paralelo se prohibirá que las empresas extranjeras puedan suministrarle apoyo, servicios de asistencia o cooperar de cualquier manera con una organización que califica de “terrorista”. Al Qaida, Hezbolá, Hamas y la Jihad Islámica palestina están en ese listado que se creó tras los atentados del 11-S. El Pentágono reitera que la guardia pretoriana de Ahmadinejad facilita armas a la insurgencia iraquí. En este sentido, hace justo una semana, antes de tomar receso veraniego, el presidente Bush acusó públicamente al régimen iraní de estar “poniendo armas en manos de los extremistas” y de apoyar a la insurgencia que está al lado de la mayoría chiíta. Y advirtió que si Teherán no juega un papel más constructivo en el proceso de estabilización iraquí, habrá consecuencias para “las personas que transportan y suministran bombas y explosivos para matar a los estadounidenses”.
Bush señaló también a Teherán por apoyar a los grupos rebeldes talibanes en Afganistán, dos extremos que negó el martes el presidente iraní en su primera visita oficial al país vecino, donde se reunió con el presidente Hamid Karzai. La Casa Blanca contraataca diciendo que se fía más de las evidencias que les aportan sus propios servicios de inteligencia y de los de la Alianza Atlántica (OTAN), que de lo que le diga Ahmadinejad. Y por eso Washington pide a los gobiernos iraquí y afgano que no se muestren demasiados conciliadores ante el Ejecutivo iraní. La intención de la Casa Blanca es adoptar la orden ejecutiva a lo largo de este mes, aprovechando que el Congreso está de vacaciones. The Washington Post precisa en todo caso que esta decisión de incluir a la guardia revolucionaria en la lista de organizaciones terroristas es la consecuencia de la presión que está ejerciendo el Capitolio para que la administración endurezca su posición frente a las ambiciones nucleares de Teherán. Sin embargo, no se precisa si la iniciativa contaría ya con el apoyo del Departamento de Defensa y del Consejo de Seguridad Nacional. El portavoz del Departamento de Estado Sean McCormack evitó pronunciarse sobre esta iniciativa. “No discutimos acciones que podrían estar siendo consideradas”, dijo. En la misma línea se pronunció la portavoz suplente de la Casa Blanca desde el rancho del presidente en Crawford (Texas), Dana Perino. “No es apropiado discutir sobre acciones potenciales futuras.” La Administración Bush reitera que seguirá urgiendo a Irán que “juegue un papel constructivo en la región y deje de dar apoyo a organizaciones terroristas”, remachó Perino.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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