Viernes, 28 de septiembre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › HUBO NUEVEMUERTOS Y LA ONU MANDO A UN ENVIADO ESPECIAL AL PAIS ASIATICO
Tras otra jornada de protestas pacíficas encabezada por los monjes budistas, la junta militar birmana desató una violenta represión que derivó en nueve muertes y decenas de detenidos. Las Naciones Unidas mandaron un enviado especial y Bush pidió sanciones para catorce dirigentes.
El asesinato de nueve manifestantes en Myanmar no pudo detener ayer las protestas. Por segundo día consecutivo, el régimen birmano reprimió las marchas masivas en contra del autoritarismo, pese al creciente cerco internacional que se cierne sobre los militares en el poder. La ONU obligó a Myanmar a recibir un enviado especial que llegará el sábado, mientras que Estados Unidos sancionó a catorce miembros de la junta. Por su parte, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), de la que Myanmar forma parte, exigió el cese inmediato de la violencia militar, luego de que se los acusara de pasividad frente a la sangrienta represión registrada desde el miércoles.
“Les damos diez minutos. Si no se van, emplearemos medidas extremas”, gritaron los soldados a través de megáfonos en un intento de redoblar la apuesta contra los manifestantes. Al iniciarse el día, una inmensa multitud se había reunido ayer de nuevo en torno de la pagoda Sule. Cerca de 50 mil personas, muchos de ellos jóvenes y estudiantes, habían salido a las calles de Rangún con gritos y cánticos, sin dejarse intimidar por los cinco muertos y los centenares de heridos y detenidos de la jornada anterior.
Sin embargo, como en años anteriores, la amenaza de los militares era cierta. Una vez más, los soldados y policías utilizaron sus armas de fuego provocando el pánico entre la población sublevada. Al menos cien personas fueron detenidas y obligadas a subir a camiones militares, mientras los otros manifestantes huían corriendo por las calles del centro, explicaron los testigos.
Según fuentes diplomáticas británicas, los monjes que fueron sacados de un monasterio fueron brutalmente apaleados y dejaron en el suelo grandes rastros de sangre. Las autoridades birmanas también detuvieron a dos altos responsables de la Liga Nacional por la Democracia (LND), el partido de Aung San Suu Kyi. Ambas personalidades, Hla Pe y Myint Thein, fueron detenidas en sus domicilios, precisó un responsable del partido en Rangún.
Por lo menos en tres lugares diferentes del este de Rangún, las fuerzas de seguridad chocaron con los manifestantes, cuando cientos de personas habían acudido a proteger a los monjes que la policía estaba deteniendo. Pero la represión empezó a sembrar la muerte cuando Kenji Nagai, un camarógrafo japonés de la agencia de prensa nipona APF, murió de un disparo al intentar superar un control del ejército.
No obstante, la multitud no cedió. Acompañados por unos veinte monjes budistas, los jóvenes cantaron el himno nacional birmano mientras enfrentaban a decenas de policías y soldados armados que les impedían el paso, afirmaron los testigos. Unos mil pobladores de la localidad de Okkalapa Sur, en las afueras de Rangún, atacaron un camión del ejército con piedras, por lo que los militares respondieron con gas lacrimógeno para dispersar a los manifestantes.
Después llegaron las justificaciones. “Los manifestantes lanzaron ladrillos, palos y cuchillos contra las fuerzas de seguridad, que no tuvieron otra opción que realizar disparos de advertencia”, aseguró la televisión nacional, controlada por la junta militar. Pero frente a la presión internacional, el régimen que gobierna con mano de hierro desde hace 45 años aceptó recibir la visita de un representante especial de la ONU, Ibrahim Gambari.
Asimismo, el presidente estadounidense George W. Bush anunció nuevas sanciones contra catorce autoridades birmanas al prohibirles efectuar transacciones financieras con EE.UU. y congelarles activos financieros que tuvieran bajo jurisdicción estadounidense. “Cada nación civilizada tiene la responsabilidad de ponerse de pie en favor de las personas que están sufriendo a manos de un régimen militar brutal, como el de Birmania”, indicó el mandatario. Luego, Bush llamó a China, que hasta ahora sólo pidió “moderación”, a que use su poder sobre la región para lograr una transición pacífica a la democracia en Myanmar, después de la represión de las protestas de 1988 que dejó cerca de tres mil muertos.
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