Miércoles, 3 de octubre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › HABRA PLEBISCITO EN COSTA RICA
Costa Rica entró en la recta final de uno de los referendos más importantes de su historia. El próximo domingo, la Miami centroamericana, como la conocen sus vecinos, decidirá si adhiere o no al Tratado de Libre Comercio que firmó el año pasado EE.UU. con toda Centroamérica y República Dominicana (Cafta). Mientras el gobierno y el establishment apoyan el acuerdo con la superpotencia, las organizaciones sociales, partidos de izquierda y unas 150 mil personas que el domingo pasado marcharon por las calles de la capital lo rechazan y sostienen que destruirá gran parte de la economía nacional.
La manifestación contra el Cafta fue tan imponente que el propio presidente Oscar Arias tuvo que salir a calmar los ánimos. “Si nos va mal con el TLC hablamos con los demás países y nos salimos”, aseguró el mandatario el lunes en un acto oficial. Hasta ese momento, Arias había defendido a ultranza el acuerdo con la superpotencia como un proyecto que daría sus frutos a largo plazo. Ahora parece que los resultados tendrán que verse más rápido. “El tratado es una puerta que sólo tiene una posibilidad: podemos entrar y si queremos en seis meses nos salimos. Pero si lo rechazamos, esa puerta se cierra y no podemos entrar después. Quedamos aislados”, explicó Arias.
Desde que asumió, el presidente Arias se puso como prioridad lograr la ratificación del Cafta. Costa Rica es el único país del subcontinente que no lo hizo todavía y no es por casualidad. A diferencia de sus vecinos, es la economía más floreciente de la región y, aunque depende en gran parte de Estados Unidos, como el resto de sus vecinos, ha conseguido desarrollar una incipiente industria nacional y un mercado interno nada despreciable. Un dato que lo demuestra es que los dos países más elegidos por los inmigrantes centroamericanos para vivir son Estados Unidos y Costa Rica.
El domingo 2,6 millones de costarricenses deberán decidir si abren sin restricciones sus mercados a la superpotencia. Eso significará que los productos y los servicios del pequeño país centroamericano deberán competir en las mismas condiciones con los de las gigantescas empresas norteamericanas. Además, el gobierno deberá abrir todas sus licitaciones –para obras públicas o compras de insumos– a las compañías estadounidenses. Los que están por el Sí reconocen las asimetrías pero aseguran que en el escenario actual es mejor estar integrado a Estados Unidos y ganar una porción de su torta a quedarse afuera de esa alianza y aislado. El domingo, 150 mil costarricenses se juntaron bajo un lema: “Diga No al Miedo”.
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