Jueves, 18 de octubre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › VIA LIBRE DURANTE UN AÑO PARA UNA INCURSION EN EL KURDISTAN
La población kurda confía en el freno de Occidente, pero los militares prosiguen los preparativos para combatir al PKK.
Por Francisco Peregil *
desde Diyarbakir
Pista libre. El Parlamento de Turquía autorizó ayer a su gobierno a invadir Irak cada vez que lo estime oportuno en el plazo de un año para combatir a los 3000 miembros armados del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), organización considerada terrorista por Estados Unidos y la Unión Europea. De los 526 diputados presentes, sólo 19 votaron en contra, todo ellos pertenecientes al prokurdo Partido de la Sociedad y la Democracia (DTP).
El ejército turco ya ha entrado varias veces en Irak para combatir al PKK y nunca lo ha vencido. La violencia no es la solución. Y si Turquía invade Irak, su entrada en la Unión Europea será cada vez más difícil, señaló ayer en Diyarbakir, capital del Kurdistán turco, Hilmi Aydogdu, el presidente del DTP, formación prokurda contraria a la lucha armada.
Desde la creación del PKK, en 1984, el conflicto kurdo ha causado en Turquía la muerte de 37.000 personas. Pero lo que ha parecido colmar el vaso ha sido la de trece soldados turcos hace dos semanas. También fue asesinada una docena de civiles que viajaban en un autobús, pero el PKK no ha reivindicado ese atentado. Durante los últimos días, los medios han recordado los detalles biográficos de todas las víctimas. Y el gobierno ha dicho que se le agotó la paciencia.
Ni la OTAN, ni EE.UU. ni la Unión Europea ni el gobierno de Irak lograron convencer al primer ministro turco, el islamista moderado Recep Tayyip Erdogan, para que diera marcha atrás. Erdogan ya ha advertido que el ataque no tiene por qué ser hoy ni mañana, que se hará cuando el gobierno lo estime oportuno. Pero al menos cinco helicópteros militares aterrizaron ayer en Diyarbakir, ciudad de un millón de habitantes, la mayoría kurdos, a cuatro horas en coche de la frontera con Irak. Cada vez que hay tensión, el gobierno envía aquí helicópteros, comentaba ayer una estudiante kurda. La mayoría de las fuentes consultadas señalaba que la sangre no llegará al río, que Turquía no se atrevería a invadir Irak, porque eso le acarrearía la animadversión de Estados Unidos. “Y Estados Unidos no se opone a la invasión por protegernos a los kurdos, sino para proteger sus propios intereses en la zona, que se desestabilizaría más de lo que está”, indicó Irfan Babaoglu, administrativo, del prokurdo Partido de la Sociedad y la Democracia en Diyarbakir.
“Pero si los turcos deciden atacar sabremos defendernos”, señalaba Kemal Dogan, conductor de 28 años. Los guerrilleros del PKK luchan con el corazón, por un ideal, mientras que los soldados turcos lo hacen por un sueldo. Nosotros hemos crecido dentro del peligro. No hay nada nuevo en esto. La guerra es fácil, lo difícil es la paz.
El periodista kurdo Acay, de la agencia turca Merkez, señalaba que en el caso “improbable” de que Turquía se decidiera a entrar en el Kurdistán iraquí, no lograría gran cosa. Dentro de 10 o 15 días habrá llegado el invierno. Las montañas kurdas se habrán cubierto con más de un metro de nieve. Y el PKK conoce perfectamente las montañas, tendrá sus campamentos bien protegidos con minas antitanques. Poco podrían hacer allá los tanques turcos. Además, los militares turcos siempre hablan de que la mayoría de los miembros del PKK está concentrada en un lugar que se llama Kandil. Y es cierto que allá puede haber 300 o 400 guerrilleros. Pero hay al menos ocho campamentos a lo largo de 350 kilómetros de frontera con Irak. Quedarían aún miles de guerrilleros. El problema del PKK no se habría solucionado entrando en Irak.
Mientras los helicópteros sobrevolaban la ciudad, la población kurda paseaba tranquila por las avenidas principales. “Esos dos que ves ahí son dos jodidos policías turcos vestidos de paisanos. Aquí los conocemos a todos. Y si no, fijate en el bulto de la pistola a la altura de la cintura”, comentaba un universitario.
Entre las pocas personas que ayer se mostraban satisfechas en Diyarbakir con el permiso para invadir Irak se encontraba el presidente local de la Asociación de Víctimas Turcas, Ahmet Büyükburs, de 42 años. La pared principal de su despacho se encuentra repleta con las imágenes de las caras de gran parte de las 120 víctimas que el conflicto kurdo ha dejado en la ciudad. Una de ellas, su hermano menor, que murió en 1994, cuando tenía 20 años. Era soldado, igual que la mayoría de las víctimas turcas. “Como turco que soy, quiero que para mí, para mis hijos y mis nietos el terrorismo termine algún día. Y la entrada en Irak sería la solución. Sólo mataremos a gente del PKK. Yo estoy dispuesto a morir por mi bandera.” En su solapa lleva una bandera turca y en su despacho se cuentan más de diez enseñas.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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