La definición del Campeonato Mundial de Fórmula 1, este domingo en el Grand Prix de Brasil, entre Lewis Hamilton (McLaren), Fernando Alonso (McLaren) y Kimi Raikkonen (Ferrari), es la novena que se produce entre tres pilotos en la última competencia del campeonato. También es la primera de esas características en las últimas dos décadas. Hamilton (ganador en Canadá, Estados Unidos, Hungría y Japón, 107 puntos) largará en Interlagos con ventaja sobre Alonso (vencedor en Malasia, Mónaco, Europa e Italia, 103 puntos) y Raikkonen (triunfador en Australia, Francia, Gran Bretaña y China), pero la historia muestra que, en definiciones de este estilo, la suerte le sonrió más al escolta que al líder del campeonato.

La primera de esas definiciones se produjo en el primer Mundial, en 1950, entre los tres pilotos de Alfa Romeo: Juan Manuel Fangio, Luigi Fagioli y José Farina. Un abandono prematuro del argentino en Monza le entregó en bandeja el título a Farina. En 1959 fueron Jack Brabham (Cooper), Stirling Moss (Cooper) y Tony Brooks (Ferrari) quienes fueron a definir el título a Sebring para el GP de los Estados Unidos. Pese a quedarse sin nafta en la última vuelta, Brabham se quedó con el título al cruzar la meta empujando su Cooper.

Graham Hill (BRM) llegó como líder del torneo de 1964 al Grand Prix de México, pero John Surtees (Ferrari) y Jim Clark (Lotus) conservaban sus chances. El inglés parecía campeón hasta pocas vueltas antes del final, pero Lorenzo Bandini, coequiper de Surtees, lo sacó involuntariamente de la pista, permitiendo la consagración del ex campeón mundial de motociclismo, el único coronado en dos y cuatro ruedas. La misma pista mexicana recibió la definición del Mundial de 1968, y esa vez Hill, ahora con Lotus, se tomó revancha al sostener su liderazgo sobre Jackie Stewart (Matra) y Denis Hulme (Mc Laren), ganando el Grand Prix y la corona.

El Mundial de 1974 se lo disputaban Emerson Fittipaldi (Lotus), Clay Regazzoni (Ferrari) y Jody Scheckter (Tyrrell). El cuarto puesto de Fittipaldi en Watkins Glen valió mucho más que el problema de suspensión de la Ferrari y el abandono del Tyrrell.

La siguiente definición a tres bandas, la sexta de la historia del Mundial, duele todavía: Carlos Alberto Reutemann arribó a Las Vegas en octubre de 1981 con un punto de ventaja sobre Nelson Piquet (Brabham) –al que había llegado a sacarle 17 puntos a mitad del certamen– y seis unidades más que Jacques Laffite (Ligier). Reutemann marcó la pole, pero su Williams no respondió en carrera y el santafesino cayó al octavo puesto en la carrera: a Piquet le alcanzaron los dos puntos del quinto puesto para ganar el título. El brasileño repetiría la misma situación dos años más tarde, en 1983. En Kyalami, para el Grand Prix de Sudáfrica, Piquet afrontaba un déficit de dos puntos respecto del líder Alain Prost (Renault) y también terciaba en la pelea René Arnoux (Renault). Ambos franceses abandonaron el GP y a Piquet le alcanzó el tercer lugar...

La octava definición a tres bandas es, probablemente, la más recordada. Sucedió en 1986, en el Grand Prix de Australia. Nigel Mansell (Williams), líder del torneo, parecía tener el título en el bolsillo cuando una cubierta de su auto estalló. Su coequiper Piquet, que también tenía chances de ser campeón, marchó inmediatamente a los boxes a cambiar los neumáticos por precaución, y entonces ambos le dejaron así el camino expedito a Alain Prost (McLaren), que así conquistó su segundo título mundial.

De las ocho definiciones con tres protagonistas en las 57 ediciones ya disputadas del Mundial de Fórmula 1, sólo tres favorecieron al piloto que arribó como líder al último Grand Prix; en cuatro, el favorecido fue su escolta, y sólo en una ocasión, la primera en 1950, quien era el tercero del campeonato terminó consagrándose.