Sábado, 17 de noviembre de 2007 | Hoy
EL MUNDO › PUTIN Y LOS COMUNISTAS SON FAVORITOS EN LAS ELECCIONES RUSAS
Por Pilar Bonet *
La estrategia de Vladimir Putin de encabezar la lista de Rusia Unida (RU) en las parlamentarias del 2 de diciembre ha sido un éxito, ya que determina el triunfo del partido de los seguidores del presidente en unas elecciones muy parecidas a las soviéticas por su falta de alternativa y su severo control, según dijo ayer el sociólogo Lev Gudkov, al presentar el último sondeo del centro Levada, una institución caracterizada por su independencia. El sondeo confirmó que el proceso electoral en curso, en el que participan once partidos, tiene el carácter más rutinario de todos los celebrados en Rusia.
Los ciudadanos irán a las urnas para “aprobar lo que hay”. También la juventud que, habiendo sido políticamente pasiva en anteriores comicios, responde ahora positivamente a la movilización del Kremlin y votará según la tónica general, de carácter conservador. Las elecciones parlamentarias que Rusia celebrará el 2 de diciembre, con las que Vladimir Putin quiere retener el poder más allá de 2008, se han quedado sin la vigilancia del principal guardián electoral europeo. La Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) anunció ayer que suspende la misión de observadores internacionales que iban a controlar los comicios por las continuas restricciones del Kremlin, que negó haber puesto ninguna traba.
Mientras tanto, los dos partidos liberales de corte occidental (Yávloko y la Unión de Fuerzas de Derechas) temen que, de no mediar un milagro, las legislativas del 2 de diciembre son una sentencia de muerte cierta. Estos dos partidos, con una representación parlamentaria respetable en tiempos de Boris Yeltsin, no superaron el listón en las legislativas de 2003, pero aún conservaban algunos diputados aislados, elegidos por circunscripción mayoritaria, una fórmula que desaparece con la nueva legislación. Ahora, las encuestas del centro Levada les pronostican resultados inferiores al 3 por ciento.
“La renuncia a hacer el seguimiento rebaja todavía más el listón de nuestras elecciones”, manifestó ayer Grigori Yavlinski, el líder de Yávloko, que lamentó la decisión de la OSCE y pidió que fuera reconsiderada. Yavlinski aboga por aprovechar las oportunidades para hacerse oír, incluidos los espacios de libertad que, a horas intempestivas, se les ofrecen para expresarse en la televisión. “Es muy malo que Rusia no pueda asegurar el trabajo de la OSCE y es muy malo que esta organización se niegue a venir, cuando tiene más razones que antes para hacerlo. Nadie traerá la democracia en bandeja y hay que luchar por ella sean cuales fueren las condiciones”, dijo. “En la OSCE se han irritado con los funcionarios del Ministerio de Exteriores y de la Comisión Electoral Central de Rusia, pero ¿qué pasa con los ciudadanos de a pie que irán a votar? ¿Acaso ellos no son importantes?”, inquirió.
Su opinión no era compartida por Serguéi Kovaliov, uno de los cabezas de lista de Yávloko. “Las elecciones no existen y son una imitación y por eso el comportamiento de la OSCE es natural”, dijo. “Es humillante venir a vigilar sin tener posibilidad de cumplir esta tarea. La misión de los observadores no sería útil aquí, porque no podrían hacer nada serio, ¿para qué dar una oportunidad a los estafadores?”, manifestó. “La situación es mala para Rusia, pero la culpa la tienen las autoridades”, afirmó. Leonid Gosman, miembro de la dirección de la UFD, manifestó que “la presencia de observadores de la OSCE daría esperanza y legitimidad y propiciaría la democracia en Rusia, pero comprendemos que las limitaciones a las que son sometidos hacen imposible que cumplan su misión”. “La OSCE quería trabajar seriamente, pero le habían asignado el papel de payaso”, dijo.
Los defensores de derechos humanos reaccionaron también. Oleg Orlov, de la asociación Memorial, afirmó que una cosa es mandar una misión observadora a una dictadura que se entreabre y otra enviarla a un país que se declara democrático, pero donde en realidad empeora la situación. Después de que Rusia limitó de forma injustificada los objetivos de la OSCE, a esta organización no le quedaba otro remedio.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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