Jueves, 17 de enero de 2008 | Hoy
EL MUNDO › SEGUN EL VOCERO DE LA CRUZ ROJA, DEBE APLICARSE LA CONVENCION DE GINEBRA
Pese a que el presidente Uribe insiste en etiquetar a las FARC como organización terrorista, para el portavoz de la Cruz Roja en Colombia hay una guerra y las dos partes deben respetar los principios de derecho humanitario. Sin referirse al rol de los mediadores, dijo que prefiere las operaciones discretas.
Por Katalina Vásquez Gusmán
desde Bogotá
Son rubios, hablan con un acento extraño y pronuncian con dificultad palabras como Istima o Saravena, nombres de pueblos donde ahora se enfrentan la guerrilla y las fuerzas del Estado colombiano, y donde estaría la población objetiva de sus labores. Ellos conocen como muy pocos la situación y las víctimas que produce el conflicto armado que vive Colombia hace décadas. Integran el Comité Internacional de la Cruz Roja (Cicr) que tiene presencia en el país desde 1981, cuando firmaron con el gobierno nacional el “acuerdo de sede” que les permite realizar sus acciones humanitarias. La más reciente y, hoy día, más popular, es la liberación de las rehenes de las FARC Clara Rojas y Consuelo González de Perdomo.
Yves Heller, portavoz del Cicr en Colombia, habló con Página/12 acerca de los propósitos y las misiones que adelantan en medio de la guerra que se vive en campos y ciudades colombianas, de por qué existe un conflicto armado interno en el país –aunque el presidente Alvaro Uribe se niegue a reconocerlo– y de las reglas de juego en el conflicto, sean o no las organizaciones armadas declaradas terroristas. Heller, en declaraciones a este diario, hizo una oferta de servicio a las FARC para visitar los campamentos guerrilleros y verificar el estado de salud de los rehenes para una oportuna atención médica, como reacción a la conmoción provocada por las pruebas de vida de ocho secuestrados entregadas el lunes en Bogotá y difundidas ayer en medios de comunicación locales e internacionales.
La misión para liberar a Clara y Consuelo no es la única que realizó el Cicr en Colombia. “De manera general, hacemos eso tipo de trabajo con menos atención mediática. Hacemos liberaciones de rehenes de manera bastante regular y en la mayoría de los casos esas acciones no salen en los medios. No buscamos la publicidad, lo que buscamos es poder hacer la misión en el marco de cierta discreción y confidencialidad para hacer la acción lo más rápido posible”, explicó Heller.
“La primera vez cuando salimos (durante la operación Emmanuel) hubo mucha atención mediática y también cierta presión política. En la misión exitosa lo que hicimos fue tratar de minimizar el número de personas que iba a salir al punto de la entrega de los rehenes para poder adelantar la acción humanitaria lo más pronto posible. Recibimos la información el miércoles por la noche, con las coordenadas, y el jueves salimos muy temprano y en poco tiempo pudimos, con pocas personas y de manera discreta, ir al sitio y participar de la entrega de Clara Rojas y Consuelo González”, señaló el portavoz.
Para Heller, lo que ocurrió ese día es una muestra más de que en Colombia sí hay un conflicto armado interno, distinto a lo que ha dicho en reiteradas ocasiones el presidente Uribe, quien ha señalado la situación del país de “amenaza terrorista” y a los guerrilleros como “terroristas en una democracia” en vez de “insurgentes contra una dictadura”.
“En Colombia el Cicr es el guardián del Derecho Internacional Humanitario (DIH). Acá el Estado se está enfrentando con grupos armados organizados que tienen cierto control de un territorio, que están generando consecuencias humanitarias, que ejercen operaciones militares sostenidas y concertadas, y que tienen un cierto mando, cierta organización militar. Por eso, para el Cicr existe en Colombia un conflicto armado interno y debe aplicarse el protocolo II de Ginebra en estas situaciones”, afirmó, aclarando que el Cicr “no se mete con la discusión sobre el terrorismo”.
El portavoz agregó: “No es porque hay unos grupos armados organizados que están cometiendo actos que se llaman terroristas que no hay una aplicación del DIH. El Estado y los grupos armados como las FARC y el ELN tienen la obligación de respetar el DIH”.
La presencia del Cicr en Colombia, así como la de Naciones Unidos, la OEA (Organización de Estados Americanos) y otras organizaciones de carácter humanitario ratifican que el país está en guerra. Y, aún más grave, que la confrontación armada produce víctimas que ellos mismos y, sobre todo el Estado, deben atender. “Hoy, por ejemplo, hay más o menos dos mil personas que están siendo desplazadas en Arauca (al norte, en el límite con Venezuela), a raíz de los efectos del conflicto. Eso muestra que hay una grave situación: el conflicto ha provocado entre dos y tres millones de desplazados, miles de personas desaparecidas, cientos de rehenes”, relató Heller.
Como parte de sus labores para mitigar el sufrimiento por la guerra, y promoviendo principios de neutralidad e imparcialidad, el Comité Internacional de la Cruz Roja podría ser la alternativa para el terrible drama que sufren los secuestrados en poder de las FARC. “A través de sus contactos con grupos armados organizados el Cicr hace todo lo posible para asegurar la pronta liberación de los rehenes. Ese es el objetivo inmediato. (...) Tenemos que hacer todo lo posible para asegurar que esas personas puedan vivir en condiciones humanitarias aceptables. Por eso, en el marco de nuestro trabajo, hacemos una oferta de servicio a las FARC para que el Cicr haga visitas tanto a los rehenes civiles como a los detenidos de la fuerza pública en poder de la guerrilla para visitarlos, verificar su estado de salud. No hemos recibido una respuesta positiva sobre este asunto. Eso es un gesto humanitario, es urgente, esas personas no tienen acceso a todos los medicamentos y servicios médicos que ellos necesitan. Así que el Cicr se queda preocupado por la situación de esos rehenes y dispuesto, como organización humanitaria, a hacer todo lo posible para visitarlos”, señaló Heller.
El presidente colombiano Alvaro Uribe quiso dejar atrás las críticas y se acercó a las víctimas. Después de volver de su viaje fugaz a Guatemala, lo primero que hizo fue ir a la casa de Clara Rojas y a lo de Consuelo González a saludarlas. Las fotos mostraban al mandatario, a su canciller, al comisionado de paz y al ministro del Interior sentados en el living de los Rojas conversando, mientras Emmanuel, ya instalado con su mamá y su abuela, jugaba en el piso a sólo unos pasos. La escena se repitió minutos después en lo de los González. Era la oportunidad que Consuelo había esperado desde que se subió al helicóptero rumbo a Caracas hace una semana. La ex rehén de las FARC le contó a Uribe todos los desgarradores detalles de su largo cautiverio y le pidió que no permita que cientos de colombianos sigan sufriendo ese martirio. Más tarde, la Iglesia Católica encendió una nueva esperanza al anunciar que había contactado a la guerrilla para negociar el intercambio humanitario.
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