Martes, 24 de junio de 2008 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Basildon Peta *
De todas las víctimas del reino del terror de Robert Mugabe con las que hablé recientemente, ninguna me dijo que el vil dictador las había inducido a amarlo o votarlo. Mugabe, en realidad, había hecho mucho por la campaña de Morgan Tsvangirai. Una mujer mayor, cuyo sobrino fue asesinado por los matones de Mugabe hace dos semanas, me dijo que ella estaba decidida a apoyar a la oposición en su honor.
Puede sonar un poco ingenuo. Pero Mugabe no podría haber ganado ni una elección arreglada. La economía empeoró desde la última elección el 29 de marzo, lo que envalentonó a la oposición. Fue una prueba de que Mugabe podía ser derrotado. Aun cuando los funcionarios de la oposición comenzaron a reconocer el creciente sentimiento en el partido de retirarse, nunca pensé que podía suceder. “Pelearemos aunque nos maten en las cabinas electorales”, me dijo uno de los funcionarios. Pensé que tenía razón.
Sabía de los miles de desplazados rurales y de la gente privada del derecho al voto. Pero la cifra hubiera sido tragada por el fuerte apoyo de las bases urbanas del Movimiento para el Cambio Democrático (MCD). El día de la votación iba a poner en evidencia aún más la chicanería de Mugabe. Me dijeron que, en algunas áreas, las cabinas de votación estarían colocadas en las propiedades entregadas a los llamados veteranos de guerra. Las imágenes de los partidarios de la oposición y aun los observadores electorales de ser golpeados en estos lugares habrían dado la vuelta al mundo.
Si la victoria segura de Tsvangirai iba a ser bloqueada por las crudas tácticas que hemos visto, Mugabe habría surgido de la segunda vuelta más ilegítimo. Y si hubiera cumplido con su amenaza de declarar la guerra después de perder la votación, creo que eso hubiera apurado su renuncia. Las razones de Tsvangirai no son necesariamente inválidas pero, cualquiera sea el resultado de la segunda vuelta, creo que Mugabe hubiera salido peor. La pregunta ahora es: ¿y ahora qué pasa? Espero que no sea otra larga ronda de la tímida mediación de Thabo Mbeki mientras Zimbabwe continúa incendiándose. El MCD debe hacer ahora lo necesario para liberar a Zimbabwe de un delincuente. El partido de la oposición sabe lo que es, aunque yo no lo pueda imprimir.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12. Traducción: Celita Doyhambéhère.
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