Miércoles, 7 de enero de 2009 | Hoy
EL MUNDO › LA POLíTICA EMPUJA HACIA UNA TERCERA ETAPA DE LA GUERRA
A pesar de las primeras bajas israelíes y de los riesgos que enfrentan sus tropas en la fase terrestre de la invasión, no hay tregua en esta guerra electoral, iniciada por una dirigencia dividida con candidatos de partidos rivales.
Por Sergio Rotbart
Desde Tel Aviv
Cinco soldados israelíes murieron en la cuarta jornada de la ofensiva terrestre, cuatro de ellos a causa del impacto de obuses lanzados por tanques de su propia tropa. Tres cayeron en el barrio de Sajaiyeh, en la parte nordeste de la ciudad de Gaza, donde también resultaron heridos 24 de sus pares que permanecían al interior de una casa que fue identificada erróneamente como blanco por un tanquista. El cuarto soldado murió en circunstancias similares. Estos incidentes son considerados en los medios locales como un primer síntoma del alto precio que la invasión terrestre puede cobrar sin una rápida salida diplomática que le ponga fin a la escalada militar. Se estima que la mayoría de los comandantes militares, guiados por una concepción funcional a su profesión, pugnan lógicamente por extender el operativo con el propósito de llegar a la mayor cantidad de bastiones de Hamas. La elaboración de un plan de alto el fuego, en cambio, es una tarea que le compete al poder político. Su dilación no sorprende en una guerra electoral, iniciada por una dirigencia dividida, dos de cuyos miembros (el ministro de Defensa, Ehud Barak, y la canciller, Tzipi Livni) son candidatos de partidos rivales preocupados en neutralizar cada logro de su contrincante. Y el tercer miembro de la troika gobernante, el premier Ehud Olmert, se desvela en declarar sus intenciones de triturar a Hamas, con la esperanza de que su espíritu combativo prevalezca sobre las acusaciones de corrupción que penden sobre él y sobre su papel deficiente en la última guerra del Líbano.
El ejército israelí viene desplegando en la Franja de Gaza una maquinaria de guerra implacable contra miles de milicianos que se prepararon durante meses con vistas a una posible invasión por tierra. La desigual relación de fuerzas y la precaución de los comandantes israelíes respecto de la posibilidad de numerosas bajas propias llevan a cubrir cada avance de las tropas con fuego de artillería masivo y bombardeos aéreos. Esta práctica provoca la muerte de numerosos civiles palestinos (su número es superior al de los combatientes de Hamas muertos desde el inicio de la ofensiva terrestre), algunos de los cuales aún no fueron evacuados por los equipos médicos de Gaza. En otros casos el ejército activa una cadena de explosiones destinada a neutralizar una posible carga explosiva preparada por hombres de Hamas. También este procedimiento provoca la destrucción de numerosas casas y no distingue entre objetivos militares y civiles. Según los periodistas israelíes Amos Herel y Avi Issacharoff, del diario Haaretz, el accionar del ejército israelí en Gaza “no está muy lejos de los métodos que empleó Rusia durante el conflicto con Georgia meses atrás”.
A medida que los israelíes se introduzcan en el interior de la ciudad de Gaza, se multiplicarán los riesgos de que aumenten también las bajas entre la fuerza ocupante. Allí abundan las posiciones fortificadas, las casas con cargas explosivas ocultas y los túneles y bunkers subterráneos a través de los cuales Hamas intentará conseguir sus propios logros, como el secuestro de soldados. Desde el inicio del operativo terrestre, el pasado sábado, los milicianos de la fuerza islamista han evitado precipitarse hacia las posiciones conquistadas por el ejército israelí para enfrentarse con él frontalmente. En muchos casos, incluso, ante el avance de las tropas invasoras, prefirieron retroceder. Sólo cuando los efectivos israelíes permanecieron un tiempo considerable en un lugar fijo o dentro de una casa tomada, entonces los combatientes palestinos pasaron al ataque.
Teniendo en cuenta el riesgo que implica la profundización de la ofensiva terrestre, no está claro cuál será el próximo paso de Israel. Si, como dicen sus voceros, el golpe recibido por Hamas no es suficiente para llegar a una tregua a largo plazo que responda a los intereses de Tel Aviv, entonces una dosis más alta de disuasión conducirá inevitablemente a una tercera etapa de la guerra. Ella consistiría en el ingreso masivo de más reservistas con vistas a la conquista prolongada del enclave palestino.
Desde la Franja, por otro lado, siguen los lanzamientos con cohetes contra localidades israelíes, aunque su número viene disminuyendo diariamente (en la jornada de ayer cayeron alrededor de 30 proyectiles, uno de ellos en la ciudad de Gedera, hasta ahora el objetivo más lejano alcanzado por ataques balísticos). La dirigencia de Hamas exiliada en Siria envió una delegación a El Cairo con el propósito de tantear una posible fórmula de cese de fuego. Este paso manifiesta la situación apremiante en la que se encuentran los islamistas, que seguramente le temen a la pérdida total del gobierno de Gaza.
De otra manera no se explica la aceptación de la mediación de Egipto, cuya actitud hostil hacia el movimiento palestino no ha mermado (Hosni Mubarak les dijo a los cancilleres representantes de la Unión Europea que de ninguna manera Hamas puede salir vencedor de la actual contienda). Además, la propuesta egipcia no le otorga a la facción religiosa que gobierna Gaza ninguna ventaja. Por el contrario, le exige interrumpir los ataques contra Israel en forma incondicional y por tiempo indeterminado, para entonces iniciar negociaciones que conducirían a la situación previa al inicio de las hostilidades, es decir, el cese de fuego bajo la continuación del bloqueo a Gaza.
Por si no fuera poco, el gobierno egipcio estaría dispuesto a que una fuerza internacional con fuerte presencia norteamericana opere desde su territorio, en el Corredor de Philadelphi, con el propósito de evitar el contrabando de armamentos a la franja palestina. Hasta ahora Mubarak rechazó esta iniciativa, a la que consideró una violación de la soberanía de su país, y sostuvo que las armas ingresan a Gaza por el Mar Mediterráneo y no por el Sinaí.
Durante su reunión con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, el premier israelí sostuvo que su país no respetará un cese de fuego que “le intentarán imponer en el Consejo de Seguridad de la ONU”. Sarkozy le explicó a Olmert que los dirigentes europeos soportan la presión de la opinión pública motivada por las duras imágenes que provienen de Gaza. Pero a los representantes de la troika europea que le pidieron considerar una “tregua humanitaria” de 48 horas el dirigente israelí les contestó: “Estamos hartos de buenos gestos”. Y la canciller, Tzipi Livni, les dijo: “No podemos permitir que Hamas obtenga de este conflicto legitimidad y, por lo tanto, no podemos permitir que sea partícipe de algún acuerdo”.
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