Más allá de un cierto hermetismo en la dirigencia política israelí, hubo voces que hicieron oír su desaprobación al ataque a la flota con ayuda humanitaria para Gaza. Varios cientos de militantes de izquierda se manifestaron ayer frente al Ministerio de Defensa de Israel en Tel Aviv. La prensa le dio espacio a la crítica.

Los manifestantes, muchos de los que enarbolaban banderas palestinas, provenían de todos los grupos de la izquierda de Israel. Entre ellos estaban las organizaciones Paz Ahora y Hadash, así como muchas otras agrupaciones anarquistas y comunistas. Los cantos que se oyeron en las puertas del Ministerio de Defensa israelí tildaban a Israel de “Estado fascista” y algunos llamaban a un boicot, como informó el diario israelí The Jerusalem Post. “Vinimos a decir no a esos crímenes, esos que ellos realizan regularmente. Nuestro mensaje es que continuaremos protestando mientras estos hechos sigan ocurriendo”, dijo un activista de Hadash a esa publicación y denunció la “masacre”. Los organizadores de la protesta anunciaron una marcha masiva para el próximo sábado bajo la consigna “No a la próxima guerra. Dos Jerusalén, una paz”.

A unos metros de esta manifestación, hubo una contramarcha de apoyo a las acciones de Israel. “Esa es la forma de tratar a nuestros enemigos”, decían los que defendían la metodología del gobierno de Netanyahu.

El diario israelí Haaretz habilitó algunas de sus páginas para los críticos de la política de Tel Aviv. El periodista Yossi Sarid dijo que era previsible un escándalo tan estrepitoso. “Después de todo, las tropas estaban siendo preparadas por siete idiotas y sus subordinados –gente que no puede ver más allá de sus narices–. Siete ministros versus siete barcos –no portaaviones, ni siquiera destructores, sino barcos pequeños, llenos de cientos de personas–. No son todos honestos, pero tampoco son terroristas. Pero, de pronto, sin aviso, esta flotilla apenas en condiciones de navegar se convierte en una amenazante armada”, afirmó .”Es perturbador pensar en nuestras fuerzas armadas, que tropiezan cada vez que reciben la orden de marchar. Y no crean en sus promesas de que la próxima vez será distinto. Siempre hay un montón de excusas, pero juzguen por los resultados, es siempre el mismo desastre.”

El periodista sostiene que debería pedirse una investigación, pero que es una exigencia sin sentido. “La estupidez no conoce límites y es una prerrogativa ministerial. Esa banda en Jerusalén insistirá en ahogarnos, una y otra vez, porque no hay coraje para cambiar, aun después de todos los desastres. Seguiremos temiendo a nuestros líderes, como si no fuera suficiente temerle a Mahmoud Ahmadinejad”, ironizó.