Miércoles, 2 de junio de 2010 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Mariano Aguirre *
El abordaje violento por parte de Israel de la flotilla con ayuda humanitaria que navegaba desde Turquía hacia Gaza muestra el nerviosismo del gobierno israelí ante la presión internacional para que negocie con los palestinos.
Israel ha usado la violencia de forma desproporcionada, como en ocasiones anteriores, para imponer sus reglas. En febrero pasado, el servicio secreto israelí asesinó a un líder de Hamas en Dubai usando pasaportes falsos de ciudadanos europeos. Esta acción en el Mediterráneo confirma que Israel se atrinchera en posiciones ilegales de fuerza.
El ataque a la flotilla se une a las leyes y restricciones que el gobierno israelí está imponiendo contra las organizaciones no gubernamentales israelíes, palestinas e internacionales. Israel ha justificado el ataque indicando que en la flotilla había armas y aliados de Al Qaida y Hamas y que hubo resistencia. No hay ningún indicio de que hubiese armas, y la cuestión central es qué derecho tenía Tel Aviv a tomar los barcos por la fuerza.
No resulta creíble que comandos especiales no pudiesen controlar la flotilla sin producir por lo menos nueve víctimas mortales. De hecho, los barcos podrían haber sido detenidos por buques de guerra y aviones israelíes impidiéndoles avanzar. Ha sido una operación de castigo y reafirmación.
El ataque le ha servido al gobierno de Benjamin Netanyahu para dinamitar el proceso de negociaciones indirectas con los palestinos que Estados Unidos acababa de acordar. De inmediato, Hamas ha hecho un llamado a la Autoridad Palestina para que cesen las conversaciones con el gobierno israelí. Entretanto, Netanyahu canceló su reunión con el presidente Barack Obama en Washington.
Turquía, país con creciente peso en la región y que tradicionalmente ha mantenido buenas relaciones con Israel y se perfila como mediador entre este país y Siria, ha condenado duramente la toma de barcos que llevaban su bandera.
Esta acción conducirá a un mayor desprestigio y aislamiento de Israel. El informe Goldstone sobre la operación en Gaza en 2008-2009 ha preocupado mucho al gobierno israelí pero, por el momento, el gobierno de Netanyahu parece decidido a continuar con una política de resistencia y fuerza que le producirá más problemas desde la perspectiva del derecho internacional. Estados Unidos y la Unión Europea deben indicar si van a permitir que Israel siga violando las normas sin ninguna consecuencia.
* Director del Centro Noruego de Construcción de la Paz, Oslo.
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