Domingo, 26 de septiembre de 2010 | Hoy
EL MUNDO › EL FRENTEOPOSITOR
Por Mercedes López San Miguel
Desde Caracas
Más de 20 organizaciones políticas nacionales y una decena de regionales de partidos de la derecha tradicional, como Acción Democrática (AD) y Copei, se unieron a otras de izquierda como la ex chavista Podemos, en la Mesa de la Unión Democrática (MUD). Esa heterogénea alianza opositora tiene como referentes al alcalde de Caracas, Antonio Ledezma (AD), y a la candidata independiente María Corina Machado, sospechados de haber apoyado el efímero golpe contra Hugo Chávez en 2002.
Machado, para muchos posible rival de Chávez en las presidenciales de 2012, es la candidata de 39 partidos opositores en el estado de Miranda. Su nombre aparece en el acta de constitución del gobierno de facto de Pedro Carmona, a la que se puede acceder por Internet. Ante Página/12 negó haber firmado nada como directora de Súmate, una ONG que monitorea los procesos electorales e impulsó la recolección de firmas para el revocatorio del mandato de Chávez. “Los sucesos de 2002 son lamentables y han sido reprochados de un lado y del otro”, dijo la candidata y denunció al gobierno por llevar adelante “una campaña de destrucción de las reputaciones de los que pensamos distinto”.
Bajo el lema “Para vivir y progresar en paz”, la coalición espera ganar hoy poco más de las dos quintas partes de la Asamblea Nacional, para reconquistar el terreno político que abandonaron hace cinco años y restablecer el control legislativo sobre el Ejecutivo. Corina Machado afirma que esta oferta unitaria trasciende a los partidos. “Está en juego la elección de dos concepciones de sociedad, uno que es centralizado y militarista y el nuestro, que tiene una vocación democrática, que apunta a que los poderes públicos rindan cuentas. Y por sobre todo, que se respete la Constitución.”
“Nuestra alianza no es ideológica. Coincidimos en el modelo de país que propone la Constitución: democrático, descentralizado, de derecho y de justicia”, explica en sintonía el diputado Ismael García, secretario general del partido Podemos y antiguo aliado del Gobierno. Se alejó el chavismo en 2007 por la reforma constitucional propuesta por Chávez para establecer su reelección indefinida, la no renovación de la licencia del canal Radio Caracas Televisión y la petición de Chávez de que disolviera su partido y se sumara a las filas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). “Creo en un socialismo democrático que atienda a la pobreza y a los sectores productivos. Pero lo que ha impuesto Chávez en Venezuela es un capitalismo de Estado donde el Gobierno controla todo: vende desde carros hasta arepas”, dice García.
La oposición ya había ensayado antes la unidad. En 2002, partidos, asociaciones civiles y gremiales y ONG se unieron en la Coordinadora Democrática. En 2008, estos partidos también suscribieron un Acuerdo de Unidad Nacional para presentar candidaturas a las elecciones de gobernadores y alcaldes. Esta vez, la oposición logró consensuar el 98 por ciento de las candidaturas a nivel nacional, a través de acuerdos o elecciones primarias en los municipios donde no funcionó la negociación. Aunque cada partido estará representado por sus propios colores y símbolos en las boletas electorales, los votos que obtenga cada uno se sumarán a favor de la lista de aspirantes previamente acordada. La necesidad de unirse también responde a la reforma a la ley de Sufragio y Participación Política aprobada en diciembre. Según la norma, la alianza de partidos que obtenga el 51 por ciento de los votos obtendrá más del 70 por ciento de los escaños. Un voto tampoco vale lo mismo en el campo que en la ciudad: mientras un diputado del despoblado Estado de Amazonas requiere sólo 20.000 votos, uno por el petrolero Estado de Zulia necesitará 400.000. Es en las zonas rurales donde el chavismo cuenta con mayor fuerza.
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