Sábado, 2 de octubre de 2010 | Hoy
En un dramático recuento de los hechos del jueves en Quito, el presidente Rafael Correa reveló ayer ante los cancilleres de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en Quito que, en la revuelta policial que causó una crisis política ya superada, hubo conspiración e infiltrados. Para comenzar, dijo estar “congratulado de que todos los representantes de América latina tengan tan claro que no se trató de un reclamo salarial, como dice alguna prensa corrupta de Ecuador, sino de una conspiración golpista”. Además habló de que estos “conspiradores permanentes no nos pueden vencer en las urnas y quieren quitarnos la vida” y denunció intentos de asesinato en su contra y de sus ministros para “llegar a una guerra civil cuyas consecuencias eran incalculables”. Se declaró “destrozado” frente a las muertes ocurridas “por culpa de una aventura de desquiciados criminales” y adelantó que habrá un fuerte proceso de depuración de filas policiales y de investigación de los hechos, “que seguramente serán denunciados a la comunidad internacional como persecución política”. Calificó la revuelta de los uniformados “como un pretexto”. “Estos asesinos son potenciales grupos paramilitares”, agregó, para luego ratificar que “los cabecillas van a ser identificados y fuertemente sancionados; no habrá ni perdón ni olvido ni impunidad”, enfatizó.
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