EL MUNDO › ALTERNATIVAS A LA RUPTURA SEGUN EL ANALISTA ALFREDO RANGEL
“Hay que seguir las negociaciones”
Colombia vive en estos días el último tramo del gobierno de Andrés Pastrana, que no pudo cumplir su promesa de llegar a buen puerto el proceso de paz con la guerrilla de las FARC. Nada queda del ánimo fervoroso en que inicialmente el gobierno se sentó a la mesa de negociaciones. Durante los cuatro años en que Pastrana y las FARC daban esos pasos truncos, aumentaban también su capacidad militar, y la sociedad colombiana se volvía cada vez más escéptica de la perspectiva de la paz. En este punto de la historia, “prevalece la idea de que el esquema de negociar en medio el conflicto está agotado” (...), pero “estoy seguro de que hay que mantener la negociación política”, advierte Alfredo Rangel, analista militar que dialogó con Página/12.
–¿En dónde quedó el proceso de paz?
–Hasta el 7 de abril se extiende el plazo para lograr una reactivación en el proceso de paz. Entre tanto, las FARC han venido realizando una escalada de acciones de sabotaje en muchos sitios del país, contra la infraestructura eléctrica que ha provocado apagones en algunas poblaciones, incluso acciones de hostigamiento contra ciudades importantes, con la voladura de puentes. Todo esto ha creado un ambiente poco propicio para la discusión de un cese de fuego. Sin embargo, la guerrilla pretendería mediante estas acciones fortalecerse en la mesa de negociación y presionar para que el gobierno acepte sus condiciones. Creo muy poco probable que se llegue al acuerdo de tregua de seis meses, hay un ambiente de una gran polarización en el país.
–En este contexto, la intención de voto para los próximos comicios presidenciales la lidera el candidato con la propuesta más dura con las FARC, el disidente liberal Alvaro Uribe.
–Ese candidato es el que está proponiendo una revisión total del proceso de paz y un condicionamiento de la continuación de los diálogos a que la guerrilla cese inmediatamente el secuestro y el hostigamiento contra la población civil; a que se levante la zona de distensión y que haya una veeduría internacional inmediata, por eso es quien tiene las preferencias en la intención de voto en el último mes. La población está desencantada con relación al proceso de paz, que no ha producido los resultados que la gente esperaba en términos de acuerdos de la agenda de negociación. También hay un desbordamiento de las acciones violentas de la guerrilla; se percibe que la guerrilla está utilizando el proceso de paz para fortalecerse, y entonces la gente quiere que se adopte una actitud mucho más dura.
–¿Usted está de acuerdo con la propuesta de Uribe?
–La idea que prevalece actualmente en Colombia es que el esquema de negociar en medio del conflicto está agotado, lo que plantea un riesgo alto, porque lleva a que si no se logra acordar una tregua, la única alternativa sería una ruptura, es decir, una confrontación sin ningún tipo de negociación política. Estoy convencido de que hay que mantener la negociación política: si bien no ha dado sus frutos, hay que estructurarla para que produzca los resultados esperados, llevando a una situación en la que el Estado logre neutralizar las acciones de grupos irregulares tanto guerrilleros como paramilitares para que haya un proceso de paz que avance con resultados en una situación de orden público cada vez más controlada. Así como va, el proceso no conduce a resultados ciertos, pero una ruptura total tampoco ayuda.
–¿Podría haber una alianza entre Uribe y la independiente Noemí Sanín?
–La lógica política conduciría a que ambos candidatos unificaran sus fuerzas antes de la primera vuelta y podrían incluso ganarle al candidato liberal Horacio Serpa, en un arreglo en que el Alvaro Uribe sería el presidente y Noemí Sanín la vicepresidenta. También los planteamientos de los candidatos son relativamente cercanos en cuestiones como economía, desarrollo social, desarrollo de equipos de trabajo, pero la diferencia se da en la radicalidad del planteo de Uribe sobre el proceso de paz. De ocurrir podría provocar un verdadero terremoto: haría posible por primeravez que en la historia electoral del país un candidato disidente del liberalismo ganara las elecciones frente al candidato liberal oficial en la primera vuelta.
–¿La política de Uribe favorecería a los paramilitares?
–Aparentemente Uribe quiere combatir a los paramilitares y que no se cuestione el monopolio de la violencia por parte del Estado.
–¿Cuál sería para usted el plan más idóneo para combatir la violencia?
–El Estado colombiano debe hacer un esfuerzo mucho mayor del realizado para lograr neutralizar la acción de los guerrilleros y los paramilitares. Implicaría un incremento sustancial del pie de fuerza de las fuerzas militares, un aumento también del pie de fuerza de la policía nacional, un incremento sustancial del gasto militar que hoy en Colombia por ejemplo tiene una participación en el PBI menor al de Chile que es un país que está en paz. Mientras la sociedad colombiana no se de cuenta que esto es necesario para controlar la situación, el crecimiento tanto de grupos guerrilleros como paramilitares, que no ha cesado en los últimos años, podría traer consecuencias más complicadas.
–¿Cómo están actualmente las relaciones de fuerzas entre el ejército y los grupos guerrilleros?
–Las FARC tienen unos 18.000 hombres en armas, los grupos paramilitares cerca de 10.000, el ELN unos 4.500 y el ejército nacional tiene 120.000 hombres, es decir, entre los grupos irregulares sumarían cerca de unos 35 mil hombres; lo que en la práctica es muy precario para el ejército, porque la experiencia internacional indica que para que una fuerza regular tenga capacidad de controlar una fuerza irregular debe tener en el terreno 10 veces más pie de fuerza que los rebeldes.
–¿Qué piensa de los planes de Estados Unidos de aumentar la ayuda militar y extender el Plan Colombia al combate antiguerrilla?
–En el último año hubo un incremento sustancial de la cooperación militar de Estados Unidos con el Estado colombiano; esa ayuda militar estuvo condicionada al respeto de los derechos humanos por parte de las fuerzas armadas de Colombia, y condicionada a su utilización casi exclusiva a la lucha antinarcotráfico. Sin embargo, con los hechos del 11 de septiembre y con la poca diferenciación de la lucha antinarcotráfico de la lucha antiguerrilla eso ha inducido a que se levante la restricción al Plan Colombia, lo que probablemente ocurrirá en el curso de este año y buscará prevenir la voladura de los oleoductos y las bases de bombeo de petróleo en la zona nororiental en el país.
–¿Qué hay de cierto en los informes de que las FARC tendrían cuatro misiles rusos?
–Existe la posibilidad que las FARC tengan misiles tierra aire que les permitan derribar helicópteros y aeronaves de combate. No sería del todo descartable que tuvieran algunos de estos misiles, pero no una gran disponibilidad como para librar una guerra antiaérea sostenida contra las fuerzas militares del ejército.
–¿Cuál es la efectividad de las fuerzas militares colombianas contra los rebeldes?
–El ejército viene dando golpes significativos contra las FARC, logrando restringir la capacidad de maniobra de los grupos insurrectos en algunas zonas del país, mediante acciones de tierra y de aire, con un uso más intensivo de la inteligencia técnica. Aún así, la guerrilla tiene una capacidad de sorpresa enorme en muchas regiones del país. Si bien las fuerzas militares han ganado en capacidad de neutralización a las acciones de los rebeldes, todavía no la tiene para controlarlas absolutamente.
–¿Qué papel está jugando Venezuela?
–En Colombia siempre existieron sospechas, a veces fundadas, de las simpatías del presidente Chávez con los grupos guerrilleros en Colombia. La reciente difusión pública de un video en el que se mostraba a militares venezolanos en una reunión con guerrilleros colombianos de las FARC y unosdocumentos de borrador de un eventual acuerdo entre el estado venezolano y la guerrilla, corroboran actualmente esas sospechas.