El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, aseguró ayer que su país defenderá a todos los miembros de la OTAN ante una agresión y advirtió a Rusia que se enfrenta a un mayor aislamiento tras la anexión de Crimea. “Mientras Rusia siga por esta senda oscura, se enfrentará a un creciente aislamiento político y económico”, afirmó. Biden se refirió así a los ataques armados contra soldados ucranianos en Crimea, la estratégica región sobre el Mar Negro donde Moscú tiene una flota naval y donde el martes murió un suboficial. “Rusia ha elegido responder con agresión militar un referendo rechazado virtualmente por el mundo entero, con esfuerzos ilegales para anexar Crimea y ahora reportes de ataques armados contra personal militar ucraniano e instalaciones en Crimea”, consideró. “Quiero dejar claro: nos mantenemos firmemente con nuestros aliados bálticos en apoyo del pueblo ucraniano contra la agresión rusa”, afirmó el vicepresidente estadounidense. Más tarde, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, dijo en su rueda de prensa diaria que la administración del presidente Barack Obama condena el “uso de la fuerza” por parte de Rusia para “apoderarse” de las instalaciones militares ucranianas en Crimea.

Por su parte, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, advirtió que la crisis con Rusia por Ucrania es la amenaza más grave que afronta la seguridad europea desde el final de la Guerra Fría. “Este hecho constituye una llamada de atención” a la Alianza Atlántica, sostuvo el jefe de la organización político-militar en un discurso en Washington. La crisis, subrayó Rasmussen, es provocada por “la intención de Rusia de anexarse Crimea” tras el referendo –“ilegal e ilegítimo”– celebrado el domingo en esa península, que trajo el “mayor movimiento de tropas en décadas” en la región.

Rasmussen acusó al gobierno de Vladimir Putin de forzar un “revisionismo del siglo XXI” para “intentar tornar el reloj” de la historia a fin de “trazar nuevas fronteras, monopolizar mercados y someter a poblaciones”, y “reescribir o simplemente romper el libro de reglas internacionales” que mantuvo la paz hasta ahora. “Creíamos que ese tipo de comportamiento pertenecía al pasado. Pero está de vuelta. Y es peligroso, porque viola las normas internacionales de comportamiento aceptado, exporta inestabilidad y reduce el potencial de cooperar”, agregó Rasmussen, quien insistió en que Moscú debe cumplir sus compromisos internacionales y buscar una solución pacífica a la crisis.

Por su parte, el primer ministro británico, David Cameron, decidió ir más lejos: indicó que las potencias debatirán el lunes la “expulsión permanente” de Rusia del Grupo de los 8. En la Cámara de los Comunes, el premier anticipó lo que podría ser una sanción consensuada entre los países del G-7 (Estados Unidos, Alemania, Canadá, Italia, Francia, Reino Unidos y Japón) que se reunirán en La Haya. “Es completamente inaceptable que Rusia use la fuerza para cambiar las fronteras sobre la base de un referendo celebrado bajo el cañón de Rusia”, criticó. La elección sigue siendo del presidente (Vladimir) Putin: toma el camino de bajar las tensiones o enfrentará un mayor aislamiento y sanciones más duras”, añadió.

En cambio, China e India, dos potencias nucleares, se negaron a sumarse a la política de sanciones y a las amenazas contra Rusia. Mientras la cancillería china pidió que se evite el aumento de “las tensiones” en Crimea, India se negó a “apoyar sanciones unilaterales” contra Moscú. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, emprendió ayer por la tarde un viaje a Moscú para reunirse hoy con el presidente Putin.