EL MUNDO › HABLA JOSE GRAZIANO, MINISTRO DE ALIMENTACION
“Queremos enseñar a pescar”
Por Juan Arias *
Desde Río de Janeiro
José Graziano, de 53 años, doctor en Economía y autor de cinco libros, entre ellos La nueva dinámica de la economía brasileña, es uno de los fundadores del Partido de los Trabajadores (PT), amigo personal del presidente Luiz Inácio Lula da Silva y actual ministro de la Seguridad Alimentaria. Es, por tanto, responsable del proyecto más ambicioso del gobierno, el llamado “Fome Zero” (Hambre Zero), que pretende acabar con el hambre en Brasil en los próximos cuatro años. Graziano es también ingeniero agrónomo y uno de los personajes del gobierno con mayor competencia profesional. Graziano conversó en perfecto español con este corresponsal.
–¿Existe la posibilidad de que el proyecto de Lula de acabar con el hambre en Brasil contagie a otros países del mundo?
–Ya está ocurriendo. Ya se han interesado directamente la Argentina y Paraguay y estamos planeando una reunión con todos los países del Mercosur antes de acabar el año. Yo mismo estoy yendo ahora a México para hablar del tema. Existe también la propuesta de Lula para crear un fondo mundial de combate al hambre coordinado por Naciones Unidas.
–Quizá por ser muy ambicioso ese proyecto social ha recibido muchas críticas. Se lo acusa de no acabar de arrancar con la fuerza que se esperaba. ¿Cuáles son los resultados concretos en estos primeros ocho meses de gobierno?
–Voy a empezar por la última parte de la pregunta, pero Fome Zero no se limita a distribuir alimentos sino que combina tres tipos de políticas: emergenciales, estructurales y específicas. No queremos sólo repartir peces, sino enseñar a los que hoy pasan hambre a pescar. Claro que lo primero es que la gente no pase hambre: el hambre tiene prisa, como dice el presidente. Por eso hemos distribuido ya 16.000 toneladas de alimentos; el cartón de alimentación de 50 reales mensuales por familia (unos 18 dólares) ya ha llegado a 750.000 familias y antes de fin de año alcanzará a otro medio millón, al tiempo que se ha comenzado a alfabetizar y a crear infraestructuras esenciales. Pero quizá lo más importante es el proceso de movilización que se ha creado en todo el país. Tenemos ya 73 empresas importantes colaborando con el proyecto y otras 100 en espera de afiliarse. Es un trabajo en el que van a colaborar 12.000 personas que integran los comités gestores.
–¿Y sobre las críticas recibidas?
–Es que no fue fácil arrancar, porque existían muchas irregularidades en los programas sociales de ayuda a los más pobres del anterior gobierno. A veces recibían ayuda quienes no la necesitaban, y quienes la necesitaban se quedaban sin ella. Crear las nuevas listas, sin interferencias partidarias, no ha sido fácil. Además no existía una política de Seguridad Alimentaria, no existía la institucionalidad necesaria para la implantación de los programas, como leyes, instrucciones, etcétera. Hemos tenido que crearlas, y eso también lleva tiempo, no se hace de la noche a la mañana. Pero, como decía Fellini, “la nave va”, y no se va a parar.
–Los medios de comunicación destacaron, sorprendidos, cuando se hizo público el Presupuesto de 2004, que los proyectos sociales habían sido penalizados. ¿Es verdad?
–De ninguna manera. Lo que ocurre es que el proyecto Fome Zero no es sólo un proyecto ministerial, es un proyecto de todo el gobierno. Para que tenga una idea, existen unas 200 acciones en 60 programas prioritarios que involucran 15 ministerios y la Presidencia de la República. Para realizarlos está previsto un presupuesto total de 15,2 billones de reales (cinco mil millones de dólares).
–¿Por qué se dice que ese proyecto no puede fracasar so pena de que fracase el llamado nuevo curso de Brasil? –No puede fracasar, sobre todo porque ya pertenece a toda la sociedad brasileña, que lo ha aceptado como suyo con una gran movilización popular y una firme voluntad colectiva de que triunfe.
–Usted, que es de los que en este país mejor y más de cerca conoce al presidente Lula, ¿cuál cree que es la mayor virtud de Lula?
–Sin duda, la de saber escuchar.
–¿Opina, como su colega el ministro Cristovam Buarque, responsable del otro gran proyecto paralelo de alfabetizar a 20 millones de ciudadanos, que el PT necesitaría celebrar un congreso extraordinario para aclarar su identidad tras haber llegado al gobierno?
–Soy uno de los fundadores del partido y estuve con Lula en todas sus campañas electorales en las que recorrimos el país de punta a punta. Fue un trabajo que nos marcó a todos los militantes y nos permitió profundizar muchas de las posiciones que trajimos al gobierno. Por eso creo que no es necesario un congreso extraordinario, ya que en el congreso de Recife del 2001 quedó definida nuestra estrategia. Estamos cumpliendo lo que prometimos en la campaña. Eso es lo importante.
–Hay quien asegura que Brasil ya no será el mismo tras la llegada al poder del PT, el mayor partido de izquierdas de América latina. ¿Qué significa eso?
–Por lo pronto, la llegada de Lula al poder ha hecho que Brasil vuelva a mirarse a sí mismo. Tras cuatro años tendremos un país sin hambre y sin analfabetos. O sea, viviremos en un país más justo y más igualitario. Es ése el cambio por el que apostaron los millones de ciudadanos que dieron el voto a Lula.
–La Iglesia de Brasil, que siempre se caracterizó por su empeño social, ¿está colaborando con el proyecto Fome Zero o está con celos?
–Para un desafío de la envergadura del nuestro no bastaría la acción del gobierno. Necesitamos movilizar a todas las redes sociales que ya trabajaban en ello. En ese sentido el papel de la Iglesia como el de los sindicatos y demás movimientos sociales es indispensable. Nuestra suerte es que estamos contando activamente con todas esas ayudas, comenzando por la de la Iglesia. Esa es nuestra esperanza de éxito.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.