EL MUNDO › COMO SE VIVIO EL FINAL EN LAS CALLES DE LA PAZ
“¡Hasta la renuncia carajo!”
“¡Hasta la renuncia carajo!”, era el lema que a modo de estribillo musical, coreado por campesinos, mineros, obreros y bolivianos pobres, traducía ayer el sentimiento de las protestas populares que exigían la dimisión del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Masivas manifestaciones con renovado vigor en las calles de La Paz reclamaban su renuncia. Los petardos estallaban y condimentaban un ambiente insurreccional. Las versiones sobre una inminente dimisión del mandatario ganaban fuerza.
Las marchas se sucedían unas tras otras y se cruzaban entre ellas en las arterias céntricas de la ciudad, mientras otras columnas de manifestantes avanzaban desde la ciudad de El Alto para converger hacia La Paz. Desde El Alto, epicentro de enfrentamientos la semana pasada, descendían en fila cientos de personas para sumarse a las protestas. “Diariamente bajamos a La Paz, luego volvemos al anochecer y al día siguiente hacemos lo mismo, eso hasta que renuncie el presidente”, decía un manifestante.
La separación del gobierno del dirigente de la Nueva Fuerza Republicana, Manfred Reyes Villa (NFR), hasta entonces aliado del presidente de Bolivia, dio un nuevo aliento a las movilizaciones. Este hecho de inmediato se reflejó en las consignas de los marchantes que incluyeron la frase “Goni ya se va, Bolivia triunfará”, en alusión al apelativo del presidente, a la vez que se multiplicaban los petardos y se encendían fogatas en algunos puntos de la ciudad. Las protestas arreciaban mientras fuentes radiales indicaban que el presidente Sánchez de Lozada daría un mensaje al país en que anunciaría su dimisión. En las movilizaciones, que tienen como centro la plaza San Francisco, se advertía un tinte antinorteamericano con el lema “Bolivia siempre libre, colonia yanqui nunca”.
Al cumplirse cinco días con sus actividades paralizadas y sin transporte, La Paz mostraba la apariencia de una ciudad atrapada en el caos, con barricadas en las esquinas, el eco de las consignas de los manifestantes que invadían la ciudad y el tronar de los petardos que se producen en forma intermitente. Grupos de soldados y policías fuertemente armados ejercían vigilancia detrás de vallas metálicas y vehículos militares ubicados a prudente distancia para no generar enfrentamientos. El balance es de más de 80 muertos en un mes de convulsión.
La vía que une el aeropuerto de El Alto hasta la ciudad estaba vacía y bloqueada por piedras, troncos y recipientes de gas. La circulación estaba casi restringida a las ambulancias que se veían obligadas a flamear banderas blancas para apaciguar a los campesinos e indígenas que en piquetes vigilan los principales arterias céntricas y los accesos a la ciudad. Los manifestantes suelen revisar los vehículos que cubren esa ruta, y se mostraban sumamente hostiles con las unidades militares. Un convoy de cuatro vehículos de la Cruz Roja Boliviana que se dirigía al aeropuerto tuvo que reducir su marcha y pasar a baja velocidad por un control de manifestantes en la mañana de ayer. La Cruz Roja se dirigía a recoger un cargamento de cinco toneladas de medicinas que trajo un avión de la Fuerza Aérea del Perú. Y luego, unos 120 peruanos que esperaron durante días volver a su país partieron en el avión que trajo las medicinas; otros 100 brasileños fueron evacuados en un avión de transporte Hercules C-130 y más de 100 israelíes se aprestaban a dejar el país.