EL MUNDO › LA CRISIS DISPARO AUMENTOS DE PRECIOS DE ENTRE EL 100 Y EL 500 POR CIENTO
Una capital donde empezó a faltar de todo
En medio de las manifestaciones para pedir la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, los habitantes de La Paz marchaban de un barrio a otro en búsqueda de provisiones, cada vez más escasas en la ciudad, aislada del resto del mundo por los cortes de rutas y la falta de vuelos comerciales. Desde el alba, impresionantes filas con decenas, incluso cientos de personas se formaban en los mercados que aún estaban abiertos, con la esperanza de poder comprar los pocos productos frescos que se pudieran encontrar. La falta de huevos, de pollo, de carne se hacía sentir y conllevaba un aumento de precios que desalienta a muchos compradores: algunos productos registraron aumentos de precios de entre el 100 y el 500 por ciento.
Juan José Chávez, al volver del mercado, rápidamente sacaba sus cuentas: “Los huevos que normalmente se compran a 0,30 boliviano se negocian ahora a 1 boliviano (1 dólar vale unos 8 bolivianos). Por un kilo de carne, hay que pagar 25 bolivianos contra 16 en tiempos normales y por cantidades limitadas. Ayer en el mercado, a las 5 de la mañana, mi esposa no pudo traer más que dos kilos”. A una clienta que se mostraba contrariada ante las marchitas verduras del mercado Rodríguez, el vendedor le respondía secamente que son “las últimas”. Unicamente las papas, producto “nacional”, que cuenta en Bolivia con decenas de especies diferentes, eran las que seguían llenando las canastas de los habitantes de La Paz.
Los pocos supermercados de la ciudad, concentrados en los barrios residenciales del sur, no escapaban a las penurias. Las reservas de carne, frutas y verduras alcanzarán sólo hasta el fin de semana, advierte Rubén Cambero, gerente de un supermercado del barrio Calacoto.
Una pequeña esperanza apareció ayer con el anuncio de la puesta en marcha inmediata de un puente aéreo entre La Paz y Santa Cruz, el corazón económico del país, destinado a suministrar a la ciudad productos frescos. En la noche del jueves, un avión militar con 9000 toneladas de productos no perecederos, en particular arroz y azúcar, aterrizó en La Paz. Un convoy protegido por el ejército permitió encaminar la mercadería hasta el centro de la capital política de Bolivia.
Para los habitantes del centro de La Paz, atrincherados para no exponerse a las manifestaciones y enfrentamientos permanentes que tienen lugar en la ciudad desde el lunes, el abastecimiento parece todavía más precario en una ciudad donde la mayoría de los mercados y tiendas están cerrados. Los vendedores ambulantes se instalaron en las veredas para ofrecer mercaderías poco variadas, latas de atún, tortas y frutas secas, pan y refrescos, en medio de inesperados estantes con medias, cierres y lentes de sol. A la hora de las comidas, sopas y “ollas populares” se improvisan en algunos barrios.
Durante todo el día, los habitantes de La Paz van y vienen cargados con garrafas de gas distribuidas en cantidades limitadas en diferentes puntos de la ciudad, al precio de largas filas de espera. En tiempos normales, la ciudad consume un promedio de 30.000 garrafas por día. El jueves sólo se distribuyeron 3600, y ayer sólo se entregaron 8000. Eso sumaba irritación en medio de un conflicto cuyo disparador fue, precisamente, la venta de gas boliviano a Estados Unidos vía Chile, y la protesta de que se de al extranjero el gas que falta para los bolivianos.
Los paceños están obligados a cargar en los hombros la preciada garrafa o instalarla en precario equilibrio sobre una motocicleta para llevarla a casa. La falta de combustible y las barricadas de piedras, ramas y desechos levantadas en cada esquina prácticamente imposibilitan la circulación de vehículos en la ciudad.