EL MUNDO
Una lección para el mundo
JUAN MARSE *
A las 7.30 estaba en la cama, y una hora después, en la calle. Nunca escucho la radio al levantarme, estoy de tertulianos radiofónicos hasta las narices; prefiero salir a comprar la prensa, el pan y a caminar. Me enteré al volver a casa y disponerme a trabajar. “Ha sido en Madrid.” Inmediatamente pensé en los asesinos de ETA, sí, pero también, casi al mismo tiempo, en el otro terrorismo. Ambos causan el mismo dolor, en efecto, y son igualmente odiosos y repugnantes, pero operan motivados por distintas sinrazones que deben ser analizadas. Y puesto que fue el otro terrorismo, el islamista, el que me temía desde que el gobierno del PP metió a España en la guerra de Irak, gentileza de la intrépida política exterior del señor Aznar y de sus sueños idiotas con los pies en la mesa del señor Bush, pues había que decirlo, y que cada palo aguante su vela. En las siguientes horas tuve ocasión de asistir a la increíble chapuza informativa de un gobierno sin escrúpulos, un imparable cúmulo de descaro e insensatez que ponía en evidencia de una vez por todas la bajeza moral de un político engreído, fúnebre, retorcido y mediocre. En los días posteriores asistí estupefacto al suicidio político y moral del gobierno del PP. Ahora dicen que no mintieron. Tal vez no mintieron, pero no dijeron la verdad. La verdad comportaba un gravísimo desprecio del gobierno hacia su pueblo, que había expresado un rotundo no a la guerra. Creo sinceramente que la gente de este país ha dado una lección al mundo. Habrá que luchar contra el terrorismo, venga de donde venga, por supuesto, pero sin arrasar ningún país, y diciéndole claramente al señor Bush que se busque otro palanganero. En cuanto a la nueva etapa política en España, espero otro estilo y otros afanes, transparencia informativa, menos crispación, otro modelo de educación y de estímulos culturales, y, en fin, que la derecha recalcitrante y los rebuznos de la Conferencia Episcopal retrocedan a sus covachas.
* Escritor