EL MUNDO › EN LA MADRASSA DE PAKISTAN DONDE
ESTUDIO SHAHZAD TANWEER

“Guardias barbudos con kalashnikovs”

Por Justin Huggler *
Desde Muridke, Pakistán

Tratar de rastrear los pasos de uno de los atacantes suicidas de Londres a través de Pakistán puede ser una experiencia exasperante. Cuando uno va a la madrassa que se supone que Shahzad Tanweer visitó hace unos seis meses, en las afueras de Lahore, lo primero que ve es un par de guardias barbudos armados con kalashnikovs, que miran amenazadoramente a través de las ventanillas del automóvil.
La reputación de la madrassa Mrakz Taiba la antecede. Los periodistas que han tratado de entrar han sido rechazados. La gente local se refiere a los estudiantes como mujahedin. La escuela está dirigida por una organización que todos en Pakistán saben que está ligada a combatientes de Kashmir. Pero cuando este diario la visitó ayer, la madrassa no podría haber sido más acogedora. Una vez que atravesamos las puertas, nos invitaron a unirnos en un juego de cricket con los estudiantes. Los administradores de la escuela querían hacer alarde de sus caballos y del orgullo de su establo, un padrillo de pura sangre.
Nos mostraron las canchas de badmington y la sala de computación. ¿Podía ser ésta realmente la “escuela de terror” de los noticieros de ayer? Salvo por la mezquita, se parecía mucho a un costoso colegio privado de Gran Bretaña: edificios de ladrillos rojos que albergaban las aulas, los amplios campos de deportes, un gran pileta de natación. La madrassa incluye una escuela para niños de seis a 17 años y una universidad. No sólo ofrece una educación religiosa, sino computación, ingeniería y medicina.
Los estudiantes estaban en el campo de juegos. Todos usaban el traje tradicional paquistaní y los suficientemente grandes tenían largas barbas. Pero no había ni una pizca de hostilidad. Este es el lugar que las fuentes paquistaníes de inteligencia dicen que Tanweer visitó durante cuatro o cinco días en el viaje de dos meses que hizo a Pakistán en diciembre pasado, posiblemente para reunirse con un contacto. “No es posible porque nuestra política no es aceptar a estudiantes extranjeros”, dice el profesor Zafar Iqbal, director de educación. Contesta antes de que uno termine la pregunta, está claramente preparado.
Sin embargo, las fuentes de inteligencia paquistaníes dicen que Tanweer no era un estudiante ya que sólo la visitó durante unos días. El profesor rechaza esto también. Cuando uno le pregunta por las bombas de Londres, dice: “He estado muy ocupado escribiendo un libro. Hoy fue el primer día que escuché sobre las bombas. Pienso que es posible que lo hayan hecho algunos judíos. No creo que cristianos o musulmanes hayan estado involucrados en esto”. Esta es una teoría de conspiración familiar en Paquistán. “¿Han visto alguna actividad militante aquí?”, preguntó Yahyaa Mujahid, el secretario de información de Jamat-ud-Dawa, el partido político que dirige la madrassa. “Pueden ir adonde quieran. Pueden ir solos y mirar. No hay lugares ocultos aquí.” Pero a pesar de todas las imágenes inocentes que mostraba la madrassa ayer, no es ningún secreto en Pakistán que la historia no es tan inocente. Abu Talha Rashid Minhas, del departamento de educación, evade todas las preguntas con una amable sonrisa, hasta que uno le pregunta por el compromiso de la madrassa en Kashmir. Entonces mantiene la mirada fija un instante, una mirada dura, antes de educadamente descartar la pregunta.
El Jamat-ud-Dawa, que dirige y posee la madrassa, solía ser, y todavía se cree que es, el ala política de Lashkar-e-Toiba, un grupo de militantes armados de Kashmir. Mujahid admite las pasadas conexiones, pero afirma que Jamat-ud-Dawa cortó todos los lazos después que fuera prohibido por el presidente Pervez Musharraf el año pasado. Los periodistas paquistaníes creen que los dos grupos están todavía ligados.
Esta no es la única madrassa de Jamat-ud-Dawa en Pakistán. La organización tiene 137 en todo Pakistán. En total, tiene 22.000 estudiantes. Como dijo un periodista paquistaní: “Si todos los otros grupos con relaciones militantes están prohibidos, ¿por qué le permite el gobierno operar libremente a Jamat-ud-Dawa?”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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