Bush todavía no decide a qué sector de su partido apoya en la reforma migratoria. “No es práctico construir un muro a lo largo de la frontera, pero también es realista dar a nuestros agentes de Patrulla Fronteriza herramientas para que hagan su trabajo para proteger la frontera”, aseguró ayer el mandatario estadounidense, que continúa coqueteando tanto con los sectores republicanos más radicales como con los moderados, que se alinearon en esta lucha con el bloque –mucho más cohesionado– de los demócratas. Por un lado, defiende un programa de trabajadores temporarios, aunque, por el otro, no termina de definir su posición sobre cómo será el proceso para las legalizaciones. Ayer comenzó el debate en el pleno del Senado, horas después de que un nuevo proyecto, presentado por el binomio republicano-demócrata de John McCain –precandidato presidencial– y Edward Kennedy, fuera aprobado en el Comité Judicial de la Cámara alta. Con las elecciones parlamentarias casi encima, los republicanos quieren agilizar el proceso para sacar el tema de la agenda pública, lo que parece cada vez más improbable.