Augusto Pinochet tuvo la visita más inesperada ayer en el hospital. El escritor chileno Ariel Dorfman, uno de los principales detractores del ex dictador, se mostró sorprendido del aislamiento total en el que se encuentra el veterano militar golpista. Sin proponérselo, el escritor chileno, radicado en Estados Unidos, fue al Hospital Militar de Santiago para ser testigo de los que podrían ser los últimos días del ex dictador. “Estaba en Chile haciendo una película sobre cuánto había afectado mi vida Pinochet y justo sucede esto. Me pareció oportuno venir a ver lo que pasaba”, explicó el escritor, quien se exilió durante la dictadura y desde entonces dice estar obsesionado por la figura de Pinochet y cómo ésta quedará en la historia. “Lo que más me sorprendió fue el aislamiento extremo en que está el ex dictador”, agregó Dorfman, autor de La muerte y la doncella, una obra de teatro que llevó al cine Roman Polanski y que relata el encuentro de una joven y su torturador durante los años del gobierno de facto dirigido por Pinochet. En los últimos tiempos, y especialmente desde que se le descubrió una millonaria fortuna escondida en el exterior, el ex dictador ha perdido sus tradicionales aliados y amigos, que compartían su anticomunismo pero no sus actos de corrupción y su enriquecimiento ilícito. En un texto, publicado hace ya un tiempo en el diario El País de Madrid, Dorfman escribió: “A través de los largos 17 años de su dictadura y mi exilio, Pinochet era la personificación de la tiranía, un hombre que había traicionado al presidente que lo designó en su puesto, el culpable de los asesinatos y desapariciones y vejámenes que convirtieron a Chile en una copia infeliz del infierno”. Y continuó: “Durante décadas, yo me avergonzaba de que Chile hubiese, por su infortunio, brindado a la humanidad tanto la palabra como la persona misma de Pinochet”.