EL PAíS › BOTNIA, EL FESTIVAL Y LAS ESTRATEGIAS DE SEDUCCION

En el show solidario

El recital organizado por la papelera fue parte de la política desarrollada para canalizar el malestar uruguayo con las protestas ambientalistas. Botnia ya creó una fundación y publica una revista.

Desde Fray Bentos

El auto frenó y ella salió como eyectada. “¿Ustedes están preguntando por Botnia? Yo quiero saber por qué allá, del otro lado, se dicen tantas mentiras. Dijeron que el sábado hubo olor a podrido, y quiero saber cómo es que lo sienten ustedes y no nosotros, que vivimos acá al lado”, desafió de entrada. La charla continuó y ella se fue tranquilizando, pero era claro que Marta Echeverri estaba muy molesta. Ocurre que la pastera, como después explicó, se ha convertido para los habitantes de Fray Bentos en un símbolo, una bandera de soberanía e identidad. A pesar de los constantes intentos de los vecinos de Gualeguaychú por ganar el apoyo de los uruguayos, en su imaginario, los asambleístas –a los que con desdén llaman piqueteros– representan aquí la famosa “soberbia argentina”. Rápidos de reflejos, los directivos de Botnia identificaron el descontento y procuraron canalizarlo. A sabiendas de que lo que está en discusión es la licencia social que la asamblea ambiental no piensa otorgar, desde la empresa fueron elaborando con éxito diferentes estrategias para ganarse a la comunidad fraybentina. Una de ellas fue el megarrecital de anteanoche.

Hasta el director internacional de la pastera, Erkki Varis, vino desde Finlandia al festival que, sin que fuera explicitado, fue la inauguración que Botnia nunca había podido realizar. Bajo la lluvia y con un espectacular operativo de seguridad en la frontera –que imposibilitó el boicot planeado por los asambleístas–, el “show solidario” contó con la presencia de Los Fatales, la murga Los Asaltantes con Patente, Los Buitres, Karibe con K, el dúo Cantaclaro y Mario Capdevilla. El cierre corrió por cuenta de Jaime Roos.

Para acceder se pedía, a voluntad, un alimento no perecedero para hogares carenciados e instituciones benéficas, una clase de iniciativa que cae bien en Fray Bentos. Así nació también hace unos meses la Fundación Botnia, cuyo objetivo es realizar actividades sociales en los departamentos de Río Negro, Paysandú y Soriano, a priori los principales damnificados por la denunciada contaminación. El denominado “brazo ejecutor de la relación con la comunidad” se encarga de organizar campañas contra la violencia doméstica, dona computadoras para escuelas, financia equipamiento para hospitales. Y, por si faltaba algo, la empresa también transmite desde el canal 12 local y publica una revista bimensual. “La verdad que acá Botnia se está portando muy bien”, festejó Ingrid, mientras servía a sus clientes el pescado que almorzarían.

Algunos reconocen haber sentido, quizás, algún olorcito a podrido. En términos generales nadie se indigna, admiten que los traspiés son humanos: “Contaminar, no contamina. Pero es cierto que puede haber problemas, como los hay en todos lados, como hubo en Chernobyl y puede haber en Atucha”, acepta Jorge González, el marido calmo de doña Echeverri. Al escucharlo, renace la ira de su mujer: “Si no contamina, ¿por qué quieren llevarnos por delante, ehhh?”. Cada uno de los consultados sostuvo, no obstante, que “si pasa algo” serán ellos los primeros en levantarse.

La planta está al lado del pueblo, ahí nomás. Y eso, eventualmente, puede significar un grave problema. “Escuché que los gringos decían que el gran error fue hacerlo tan cerca. Pero ojo, doy fe que todo fue hecho con tecnología de punta”, explica Humberto Aburrastegui, que se jacta de haber trabajado en su construcción.

Esos eran otros tiempos, coinciden los comerciantes. Sucede que los casi cinco mil trabajadores que llegaron al pueblo de poco más de 20 mil, cambiaron su ritmo y economía. Pero eso cambió cuando la planta comenzó a funcionar. Los trabajadores abandonaron sus puestos y al día de hoy ya no arriban tantos empresarios caza negocios. Un ejemplo concreto es el conflicto con los camioneros que transportan la madera que consume la pastera. La empresa les había prometido una suma de trabajo determinado, pero, como por obvias razones políticas la pastera no funciona a pleno, el pacto nunca se cumplió. Hoy las amenazas de paro son una constante y son uno de los principales argumentos de los asambleístas, que afirman que el nivel de desocupación en Fray Bentos ha alcanzado niveles históricos.

“Antes éramos culo y calzón, pero ahora...”, dice González sobre la relación entre argentinos y uruguayos. Y ésa es la sensación generalizada en el pueblo. “Acá nadie les da pelota a los piqueteros ésos –afirma Roberto Márquez, escoba en mano–, pero, si vienen, por mi parte no habrá ningún problema. Eso sí, puede que alguno se enoje. Mi cuñada trabajaba en el free-shop de la aduana y ahora se quedó sin laburo.” Desde su taxi, Enrique Milessi es uno de los pocos que intentan mirar el conflicto de afuera. “¿Vos te creés que Botnia vino acá por nuestra linda cara? Claro que no, pero tampoco voy a ser yo el gil que va a discutir a las mafias.”

Informe: Diego González.

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“Con todo respeto, ustedes son muy atrevidos. Acá somos más tranquilos”, dice Patricia, de 23 años.
 
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