De la noche a la mañana se transformó en una suerte de ídolo popular en la zona. Durante estos días, la gente lo aclamó, las cámaras lo persiguieron, las muchachitas le pidieron fotos cual rockstar. Incluso, luego del acto de ayer en Gualeguaychú, una multitud lo bajó en andas del escenario y hasta varias horas después tuvo que quedarse en el lugar conversando con los periodistas y saludando a los chacareros que habían llegado al lugar de todo el país. Quizá sea mérito de su tono llano, quizá de su intransigencia y constancia, pero lo cierto es que a lo largo de las últimas tres semanas, Alfredo De Angeli se convirtió, tevé mediante, en la cara visible de la protesta agropecuaria.

Hasta hace nada, De Angeli era simplemente “el melli”, el hermano gemelo de Atilio con quien arrienda unas 800 hectáreas. Hasta ayer, lo único que los diferenciaba era el diente que Alfredo perdió trabajando en el campo. Pero, mediático, para el gran acto decidió ponerse uno postizo.

Su pasado no tuvo demasiados sobresaltos: nació en María Grande, Entre Ríos, uno de diez hermanos. Su primer coqueteo con la popularidad fue por azar. Como él recuerda, hace años se encontró una valija llena de dinero que devolvió a su dueño. El beneficiado lo reconoció con una solicitada en un diario local.

En los ’90, ante el avance menemista, comenzó su militancia en la Federación Agraria. Pero sólo militancia de base. Estuvo preso dos veces: cortando rutas contra el gobierno de Duhalde (“un compañero se excedió y tuve que salir a defenderlo ante la Gendarmería”, asegura) y otra en Buenos Aires, en una movilización junto a la asamblea de Gualeguaychú contra Buquebus. “Lo conozco desde hace tiempo. Cuando lo detuvieron por Buquebus salimos a liberarlo”, contó Vilma Ripoll, quien viajó a darle su apoyo .

Las razones de su liderazgo son debatibles, pero lo cierto es que es fue él el gran protagonista no sólo del acto de ayer, sino de las tres semanas que se mantuvo el lockout. Para Juan Ferrari, su mano derecha y presidente de la Federación Agraria de Gualeguaychú, el fenómeno se explica por la presencia de medios que se concentró en el corte de la Ruta 14: “Lo que pasó fue que estaban las cámaras. Si en cada corte hubieran estado, también les hubieran contestado. No sé si fue una estrategia de ellos o qué”, comenta.

–Lo sacaron en andas del escenario, ¿qué sintió? –le preguntó Página/12 a De Angeli.

–Es mi primera vez, hasta vergüenza me da. Lo que sí es que me genera una mochila mucho más pesada. Toda mi vida fui responsable por mis actos, pero ahora soy responsable por los actos de la gente que me acompañan. Ahora podemos tener disidencia pero no hay tiempo para los desencuentros

–¿Por qué este corte fue el más emblemático de todos?

–Porque ellos cometieron el error de mandar a Moyano para corrernos y se encontraron con que los gringos del campo no iban a aflojar.

–¿Y ahora cómo continúa?

–Yo me voy al campo y mañana tengo que estar con Nelson Castro, vamos los dos mellizos

–¿Lo llamaron del Gobierno para ofrecer alguna medida concreta?

–De eso no hay nada, esto es un alto en el camino que hicimos para no quedar como victimarios del desabastecimiento.

–¿Las propuestas del Gobierno siguen sin satisfacerlo?

–Es que ellos no pueden decir se va a hacer esto y esto. Tienen que escuchar al pueblo, tratar de concertar una política y después ejecutarla. Cuando te sentás a comer en un comedor que vos lo pagás, no te dicen “tome, coma esto”. Yo no quiero un plato de comida, me lo quiero ganar al plato de comida. Por eso voy a decidir que voy a comer.

Luego, De Angeli se perdió entre la multitud que lo rodeaba. Y, mientras el cronista se retiraba, un hombre de unos treinta años lo alcanzó y, por lo bajo, pidió: “Poné bien grande, ‘Alfredo conducción’, lo demás no importa nada”.

Entrevista: Diego González.